Volviendo al pasado con Ezequiel
No hay pan en las panaderías porque no hay harina, no hay harina porque no hay dólares y no hay dólares porque el gobierno los administra muy mal. Los dólares no han dejado de fluir hacia nosotros. Cuando Chávez llegó al poder en 1998 el precio del petróleo estaba en 7 dólares por barril. Pocos años después llegó a más de 120 dólares y permaneció en promedio de 100 dólares por barril hasta 2014 cuando comenzó a bajar. Pero nunca bajó a los niveles de 1998. Los altos precios del petróleo pusieron en manos de Chávez una suma cercana a los 800 millardos de dólares, o sea, 800.000 millones, el número 8 con 11 ceros a la derecha.* Todavía hoy el precio del petróleo venezolano está en 40 dólares promedio por barril, lo que significa un precio 5,7 veces mayor al último importe cobrado por la históricamente mal llamada cuarta república.
La fórmula oficialista de resolver el problema del pan no es tratar de que haya más harina para una mayor producción, sino que haya más producción con la misma o con menos harina, sacrificando a tal fin todo otro uso de la misma. Eso significa que desaparecerán las tortas, los cachitos, los golfeados, los dulces de pasta, la pasta seca, etc., etc., que tienen precios más remunerativos. Las panaderías que no encuentren la forma de producir más pan en forma continua con la poca (o ninguna) harina que reciban, serán intervenidas por el gobierno y pasarán a manos de los CLAP o de las comunas socialistas, lo que significa que desaparecerá definitivamente el pan de nuestra mesa.
Ese tipo de arreglo, mutatis mutandis, lo aplica el gobierno a todos los problemas de la República Bolivariana. Son soluciones ¡a lo macho! El régimen no cree en las leyes del mercado, ni en ninguna de esas pamplinas que estudian los economistas en las universidades. Si se tiene el poder se pueden imponer los precios y cantidades de bienes a producir, y si los expendedores se ponen difíciles el Estado se hará cargo también de la distribución de los bienes por cauces paralelos a los canales normales. Si no se acatan las pautas totalitarias el Estado se hará cargo de las empresas y san-se-acabó. Por esa vía, 8.000 empresas han sido intervenidas en el período chavista o se han visto obligadas a cerrar sus puertas, y más de 5 millones de hectáreas de tierras agrícolas productivas expropiadas por el gobierno han dejado de producir. Ahora vemos por todas partes los escombros de la “guerra económica”, pero no la que los “vendepatria” declararon contra el pueblo de Venezuela, sino la que el régimen desplegó contra los empresarios.
Cuando había dólares en abundancia, se podía importar todo lo que el país necesitaba y no producía. Se utilizaban (y aún se utilizan) dólares preferenciales manejados a la buena de Dios por los enchufados del sistema que se enriquecían (y aún se enriquecen) groseramente. Pero a cuarenta dólares el barril, con el presupuesto sobregirado, teniendo que amortizar los intereses de la inmensa deuda acumulada en medio de la bonanza, el juego se ha reducido, pero no ha desaparecido.
Nunca habíamos vivido una situación semejante, al menos en los últimos 120 años. Puede que en el siglo XIX, entre guerras y guerrillas, luchas de caudillos, alzamientos y revoluciones de toda laya y color, existiesen condiciones similares o peores, pero los venezolanos de las últimas 5 generaciones no las habíamos conocido, ¡hasta hoy! Fue necesario que a nuestra vera llegara el modelo económico, político y social del marxismo-leninismo-estalinismo expulsado de todas partes por ineficiente, aburrido y tiránico y reciclado por Cuba con el ropaje del “socialismo del siglo XXI”, para que nos viéramos envueltos en estas tribulaciones. Con este sistema estamos regresando al pasado, a lomo de caballo, en compañía del nunca bien ponderado Ezequiel, con sombrero de cogollo sobre gorra militar, al son de “oligarcas temblad”.
*Nota: Para que se tenga una idea: el Plan Marshall, que ayudó a la reconstrucción de Europa después de la II Guerra Mundial, requirió 13.000 millones de dólares de la época, unos 127.000 actuales, de manera que Chávez manejó el equivalente a unos 6 planes Marshall actualizados.