Eran como las seis de la tarde, cuando vi a mi papa cruzar la quebrada antes de llegar a la casa de la Trampa. Venia de Valencia y lo acompañaba el Sr. Useche quien ya había estado en la casa en otra oportunidad. Seria diciembre o enero porque hacia frío y oscurecía temprano. Recordemos que la casa de la Trampa estaba a 1200 metros sobre el nivel del mar. En la casa nos alumbrábamos de noche con lamparas de querosene. Había dos en la casa, una en uso y otra de repuesto. Ese dia se encendieron las dos. Una para la casa y la otra para el cuarto de huespedes que estaba en los galpones donde se depositaba el café trillado. Estas lamparas daban una luz muy clara; se encendía la mecha y a su vez esta encendía una especie de bolsita de malla que se volvía incandecente y alumbraba mejor que un bombillo. Mi mama le daba el nombre de Lamparas Aladino. Los niños de la casa éramos tres, Angel Evelio, Angel Luis y yo. Como a las ocho ya estábamos acostados. Mi papa trajo de Valencia un pan de trigo que le decían de butaque. Mi mama nos dio a cada uno un butaque con café con leche, y nos dijo que nos daria el desayuno después que se desayunaran los mayores. Nosotros nos quedamos rondando la cocina. A mi me gustaban mucho las tajadas. Asi que cuando vi que mi mama le quitaba la concha a unos plátanos le dije a Angel Evelio: hoy comemos tajadas fritas. Mi mama preparo un desayuno especial : caraotas secas - fritas, huevos fritos, queso rayado, arepas dulces, y tajadas fritas. Mi mama puso las bandejas con el desayuno en la mesa del comedor. Nosotros nos quedamos dando vueltas cerca del comedor. Yo no le quitaba la vista a las tajadas. A la mesa se sentaron mi papa, mi mama, mi hermana Claudina y el Sr. USECHE. Mi mama le cedió el honor de servírse primero al Sr. USECHE. Yo no le quitaba el ojo a las tajadas. Mi asombro fue cuando el Sr. USECHE se sirvió casi la mitad de las tajadas. No me contuve y grite con mi lengua mocha : ". Mama, poro el seño se va come toas las tajadas " y me puse a llorar. Aquello fue una conmoción. Mi mama y mi papa no podían con la vergüenza y nos mandaron a irnos para el patio. El Sr. Useche devolvió las tajadas y se sirvió de todo lo demás.
Después que se desayunaron los mayores, en la mesa de la cocina nos sirvieron a los chiquitos. Angel Evelio y Angel Luis comieron tajadas..... A mi mi mama me dijo: por imprudente comerás tajadas otro dia. Y asi fue. Pero al dia siguiente mi mama volvió a freír tajadas y entonces, muy contento, volví a comer tajadas. Yo tenía 4 años.
Caracas, 2 marzo de 2013
Hector Corro I.
Serie: RECUERDOS
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