Corrían los años de la década 1915 - 1925.
El gobierno de Juan Vicente Gómez estaba en su apogeo.
Europa ardia por los cuatro costados: primera guerra mundial.
En Venezuela el paludismo se adueña de todo el Llano.
Niños barrigones, adultos con cara de muertos, pálidos y arrastrando los pies, recorren las casi desiertas calles de Ortiz, Calabozo, El Pao, San Carlos......En Canuto, a mitad de camino entre Ortiz y El Pao, víctimas del paludismo, se nos fueron mi abuelo Andrés y mi abuela Antonia asi como mi tío Rodolfo. El Padre Peña, párroco de San Francisco de Tiznados y luego vicario de Ortiz, ( el mismo Padre Pernia de Casas Muertas ), lleva algún consuelo a tantos muertos en vida que aun pueden caminar...
Los habitantes de la parte llana entre Ortiz y El Pao se dan cuenta que mientras en esa zona el paludismo hace estragos, en la parte alta, en la serranía que da limites a los Estados Guarico, Cojedes y Carabobo, no hay paludismo. Ellos no saben por que, pero no hay niños barrigones, ni adultos pálidos, cadáveres ambulantes.
Tiempo después se supo que el paludismo era trasmitido por un mosquito que se reproduce en las aguas estancadas. Al no haber aguas estancadas, estamos en la serranía, no hay mosquitos; al no haber mosquitos, no hay paludismo.
Mi papa, mi tío Andrés, mi tío Antnio, todos se van a la Sierra.
Cambia totalmente su manera de vivir. Antes vivían de la ganadería, ahora en su nuevo hábitat, vivirán de pequeños fundos de café.
En la pequeña "hacienda de café" que mi papa fundo y que llamo La Trampa del Tigre ( allí habían cazado un tigre mariposa ), un 7 de abril de 1926, nací yo. Una comadrona, mama Tomasa, ayudo a mi mama en las faenas del parto. Mi mama, como ya dije en otra ocasión era caraqueña y maestra Normalista, graduada en la Escuela normal de mujeres, que hoy creo, llaman La Gran Colombia.
Allá, en una de las faldas del Helechal, mi mama fundo su escuelita, la escuela del Rosario, donde en forma totalmente gratis enseñaba a los niños de los caseríos que se habían constituido en diversas zonas de La Sierra.
Yo tendría como 8 años. Tenía un gran amigo, Juancito. Me cuentan que un dia yo le pregunte: ¿" como te llamas tu Juancito? ; y el me respondió, Juancito; el a su vez me pregunto, ¿como te llamas tu Hector? y yo le respondí Hector" ; !!!que cosas tienen los niños!!!.
Un día, al salir de la escuela, por cuestiones de un trompo, Juancito me tiro un golpe y y yo le respondí con otro. Mi mama se dio cuenta y nos castigo a los dos. Mi mama tenía una forma muy especial de castigo. Nada de palmeta, ni de correa. Su castigo era sentarnos en una silla: falta leve, un cuarto de hora; si la falta era mediana, media hora, y si la falta era grave, pelearse era una falta grave, una hora o mas. Como ya el horario escolar se había terminado y Juancito tenía que irse a su casa, no lo castigaron, a mi, si. Cumplí mi castigo y me fui para detrás de la casa. Allí comencé a gritar: Carajo, carajo, carajo.....no joda, no joda, no joda....... Mi mama me oyó y me dijo: Hector¿, que letanías son esas.?.. Ella se dio cuenta que era mi manera de protestar contra lo que yo consideraba una injusticia. No me castigo, solo me dijo: no lo vuelvas a hacer.... Y mas nunca recite la
"singular letanía".
Caracas, 5 de diciembre de 2012.
Hector Corro I.
Serie: RECUERDOS
No hay comentarios.:
Publicar un comentario