Sin brújula ni gobierno
23 DE AGOSTO 2014 - 00:01
La noticia más reiterada en grandes titulares de primera página de la prensa nacional y regional en la mañana de hoy (jueves 21), nos lleva algo realmente dramático. Los médicos, la Asociación de Clínicas y Hospitales Privados del país solicitan declarar la emergencia humanitaria. En otras palabras, llegamos al llegadero. El Nacional: “La Asociación de Clínicas y hospitales apoyada por la Red de Sociedades Científicas y la Academia Nacional de Medicina dijo que declarar la emergencia en el sector salud es urgente debido a la falta insumos y medicamentos. Hay 20 especialidades afectadas de forma crítica, entre ellas, cardiología, hemodinamia, hematología, oncología, nefrología, gastroenterología, pediatría, urología, radioterapia, neurocirugía y laboratorio”. En el documento de la Asociación de Clínicas y Hospitales se dice: (…) en la última semana se suspendió un número importante de cirugías electivas en la mayoría de las clínicas de Caracas y del interior por falta de anestésicos inhalados. Ya en el programa el presidente de la Sociedad Venezolana de Anestesiología, el doctor Nerio Bracho, había explicado lo dramático de la situación.
Ahora, ¿quién va a declarar la emergencia humanitaria? ¿Cuál gobierno la va a declarar? Si objetivamente reparamos en los hechos, en este momento no hay gobierno. El pasado lunes, más o menos sobre las 7 de la noche, el vicepresidente Jorge Arreaza dijo que los Ministros renunciaban, ponían su cargo a disposición del presidente Maduro para que éste pudiera reorganizar el Gabinete Ejecutivo. Esta es una práctica habitual en democracia. Se entiende, una práctica habitual en momentos de crisis. Es normal que cuando ocurre una crisis importante todos los ministros, a solicitud del propio presidente, decidan renunciar, poner sus cargos a la orden para que el presidente tenga más fácil la reorganización del Gabinete Ejecutivo. Por lo general, cuando se toma una medida como esta ya el presidente ha de tener claro cuál cómo será tal reorganización. En otras palabras, es cuestión de horas lo que transcurre entre el momento de la renuncia del gabinete y el momento de la designación del nuevo gabinete. Pocas horas. Pero resulta que al momento en que comentamos esto (6:58 am), estamos a casi 36 horas de la renuncia del gabinete y el presidente todavía no ha tomado ninguna decisión. En rigor, 36 horas sin gobierno.
¿Por qué el presidente ha tardado tanto en decidir cuál es su nuevo gabinete gubernamental? ¿Es que acaso cuando le pidió a Arreaza que anunciase la renuncia en pleno del gabinete no tenía claro que era lo que iba hacer? ¿Es esta una muestra más de la inmensa improvisación que caracteriza al señor Maduro en todas sus decisiones? Porque, por ejemplo, hoy El Nuevo País dice en su gran titular: “Maduro desorientado sobre la venta de Citgo”. No, no es solo sobre la venta de Citgo, pareciera que está desorientado en absolutamente todo. Y no solo desorientado, atemorizado, sería el calificativo más pertinente.
El Nacional nos dice hoy, a propósito del cambio de gabinete, que este cambio, que el mismo Arreaza calificó como el gran “sacudón” para ir adelante en la revolución dentro de la revolución, será de baja intensidad. “Las remociones serían solo en las carteras de Comunas, Agricultura y Cría de Trabajo, la más criticadas en III Congreso del PSUV y en las jornadas de obreros, campesinos y pescadores”.
¿Acaso va a perder algo de poder Rafael Ramírez? Olvídense. ¿Acaso va a perder algo de poder el General Rodríguez Torres? Olvídense. ¿Acaso saldrá Elías Jaua de la cancillería o perderá poder en Miranda? Olvídense.
De manera que cuando se habla de cambio de gabinete, ¿de qué realmente se está hablando? ¿De un mero cambio de maquillaje? ¿Cambiar un lápiz labial por el otro? El Diario 2001 nos dice: “28 cambios ha hecho Maduro en su gabinete”. ¡En un año 28 cambios de gabinete y todavía pretende un “sacudón”!
Si esto no evidencia desorientación, ¿qué evidencia entonces? Si algo tenemos claro los venezolanos es que, lamentablemente, el Presidente de la República carece de muchos instrumentos, pero en especial de una brújula para entender y saber hacia dónde va él y hacia dónde el país.
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