opinión
No al reparto de la miseria
2 Noviembre, 2014
En 1950 Venezuela tenía unos 5 millones de habitantes y producía más de 3.200.000 barriles de petróleo al día. Por entonces, casi toda esa producción se exportaba, pues en aquel país que empezaba a salir de su profundo atraso el consumo interno de combustibles era insignificante.
Hoy, en 2014, somos casi 30 millones habitantes pero luego de seis décadas nuestra producción petrolera esta por el orden de 2.600.000 barriles al día. De cuales sólo se cobra la mitad, pues el resto se va entre el consumo interno y los subsidios petroleros a los gobiernos aliados.
No importa cuántas vueltas le demos a los números, desde hace muchos años el ingreso por concepto de renta petrolera es insuficiente para la economía nacional. No alcanza. Y no importa si dejamos de regalar barriles de crudo a Cuba y Petrocaribe, cortamos el contrabando hacia Colombia, reducimos el consumo interno, duplicamos la producción o mañana comienza la Tercera Guerra Mundial y el precio llega a 200 dólares. Simplemente no alcanza. Ese el problema central de la economía venezolana.
Si queremos escapar de la trampa del subdesarrollo, reducir de verdad y de manera definitiva la pobreza y la exclusión social, no nos queda otra opción que desarrollar actividades económicas distintas al petróleo que nos permitan crear buenos empleos y generar nuevos ingresos al país.
En ese sentido, seguir considerando al petróleo como una “riqueza” es un error garrafal. El petróleo es un recurso natural muy valioso, como lo es el agua, la tierra fértil, el mar, las minas, etc. Pero no es riqueza. Riqueza es la capacidad de los seres humanos en transformar esos recursos en bienestar material por medio del trabajo y el conocimiento aplicado.
El proyecto económico chavista (si es que a eso se le puede denominar así) consiste en seguir vendiéndole la ilusión a los venezolanos que somos un país rico porque tenemos petróleo. Esa idea es totalmente falsa, pero perversamente útil. Puesto que los ejecutores del proyecto de poder despótico (es decir, quienes desgobiernan al país) se presentan como los únicos autorizados en repartir la renta petrolera a su real saber y entender, y poner al resto de la Sociedad a depender de ellos.
Eso es lo que hay que cambiar. Recientemente el economista Danny Leguizamo, dirigente juvenil de Acción Democrática, esbozó una propuesta para un modelo económico para el país, con un objetivo que resumió como: “igualdad hacia arriba, no hacia abajo”. Es decir: creación y reparto de riqueza. Y no reparto de la miseria.
@PedroBenitezF
Etiquetas: Pedro Benítez
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