viernes, 7 de diciembre de 2012

2 - COMO DEJE DE SER INMORTAL

Cuando vine a Caracas a estudiar en 1941, oi hablar mucho de un Padre Jesuita que ejercia su labor pastoral en lo que el llamo LOS PRADOS DE MARIA. Creo que es la zona que hoy se conoce como El Cementerio. El preparaba, en compañía de algunos catequistas que lo ayudaban , los niños que habrían de recibir la Primera Comunión.

Para distinguir quienes tenían "uso de razón"y quienes no, el preguntaba: Mira, mijo, ¿tu te morirás algún día? Si la respuesta era SI, pasaba al salón de preparatoria; si la respuesta era NO, el le decía: tu eres de los inmortales, vamos a esperar hasta el año que viene. 

Recuerdo este hecho porque el año 1930, serian como las 2 de la tarde, cuando llego a la Trampa Manuel Rodolfo, hijo de mi tío Andrés, y después de hablar, en secreto con mi papa, se regreso a Terrón.
Mi papa hablo también, en secreto, con mi mama y con mis hermanos.
Yo estaba en el patio, jugando con tierra. Mi mama me llamo. Hector, ven para bañarte y vestirte, que nos vamos para Terrón.

Llegamos, y yo vi que había mucha gente. La gente decía que se había muerto Pancho. Pancho García era hermano de mí tía Carmen, esposa de mi tío Andrés. La casa de Terrón tenía 3 cuartos: la de los varones, el de las hembras y el de mis tíos. Al cuarto de las hembras le decían el cuarto largo. Yo veía que la gente entraba y salía del cuarto largo. Me asome y no vi las camas que allí había. Si vi un cajón largo, montado sobre cuatro taburetes y unas velas prendidas alrededor.

Yo quería saber que había dentro del cajón. Fui al comedor, me traje una silla de cuero y me monte en la silla. Nadie me dijo nada. Yo vi que dentro del cajón estaba un señor durmiendo. Le avisaron a mi tía Carmen lo que yo estaba haciendo y mi tía me bajo de la silla y me llevo fuera del cuarto. Yo le pregunte a mi tía que porque si el señor estaba durmiendo no estaba en una cama en lugar de estar dentro de ese cajón.
Ella entonces me dijo que el señor no estaba durmiendo que lo que estaba era muerto. Entonces me dijo que no caminaba mas, ni dormía mas, ni comía mas, y que de ahí lo llevarían a enterrar.... Bueno, pero yo aun no entendía. Esa noche yo dormí en el cuarto de mis tíos.

Al día siguiente, se estaban llevando el cajón con el hombre adentro.

Yo todo se lo preguntaba a mi tía, porque mi mama estaba ocupada atendiendo a la gente. Antes de llevarse el cajón, todos se habían desayunado. Mi tío había mandado a matar un maute para darle de comer a la gente. Los hombres se llevaron el cajón en los hombros.

Le pregunte a mi tía para donde lo llevaban y me dijo que para el cementerio del Manguito. Que allí lo metían en un hoyo y lo dejaban solito. Eso si me llamo la atencion. Y entonces le pregunte a mi tía si yo también me iba a morir. Me dijo que después que fuera grande.

Le dije, ¿ me van a llevar para el Manguito, y me van a meter en un hoyo y me van a dejar solito?. Tía, yo no me quiero morir, no me gusta que me dejen solito. No pregunte mas. Pero me quede con la idea.
Días después le pregunte a mi mama: mama,¿ a los muertos los dejan solitos? Mi mama me dijo que si. Entonces medio entendí que pasaba con los muertos...... Poco a poco comencé a ser mortal. Yo tenía cuatro añitos.

Caracas, 7 de diciembre de 2012.

Hector Corro I.

Serie: RECUERDOS

miércoles, 5 de diciembre de 2012

3- UNA MUY SINGULAR "LETANÍA"

Corrían los años de la década 1915 - 1925.
El gobierno de Juan Vicente Gómez estaba en su apogeo.
Europa ardia por los cuatro costados: primera guerra mundial.
En Venezuela el paludismo se adueña de todo el Llano.
Niños barrigones, adultos con cara de muertos, pálidos y arrastrando los pies, recorren las casi desiertas calles de Ortiz, Calabozo, El Pao, San Carlos......En Canuto, a mitad de camino entre Ortiz y El Pao, víctimas del paludismo, se nos fueron mi abuelo Andrés y mi abuela Antonia asi como mi tío Rodolfo. El Padre Peña, párroco de San Francisco de Tiznados y luego vicario de Ortiz, ( el mismo Padre Pernia de Casas Muertas ), lleva algún consuelo a tantos muertos en vida que aun pueden caminar...
Los habitantes de la parte llana entre Ortiz y El Pao se dan cuenta que mientras en esa zona el paludismo hace estragos, en la parte alta, en la serranía que da limites a los Estados Guarico, Cojedes y Carabobo, no hay paludismo. Ellos no saben por que, pero no hay niños barrigones, ni adultos pálidos, cadáveres ambulantes.
Tiempo después se supo que el paludismo era trasmitido por un mosquito que se reproduce en las aguas estancadas. Al no haber aguas estancadas, estamos en la serranía, no hay mosquitos; al no haber mosquitos, no hay paludismo.
Mi papa, mi tío Andrés, mi tío Antnio, todos se van a la Sierra.
Cambia totalmente su manera de vivir. Antes vivían de la ganadería, ahora en su nuevo hábitat, vivirán de pequeños fundos de café.
En la pequeña "hacienda de café" que mi papa fundo y que llamo La Trampa del Tigre ( allí habían cazado un tigre mariposa ), un 7 de abril de 1926, nací yo. Una comadrona, mama Tomasa, ayudo a mi mama en las faenas del parto. Mi mama, como ya dije en otra ocasión era caraqueña y maestra Normalista, graduada en la Escuela normal de mujeres, que hoy creo, llaman La Gran Colombia.
Allá, en una de las faldas del Helechal, mi mama fundo su escuelita, la escuela del Rosario, donde en forma totalmente gratis enseñaba a los niños de los caseríos que se habían constituido en diversas zonas de La Sierra.
Yo tendría como 8 años. Tenía un gran amigo, Juancito. Me cuentan que un dia yo le pregunte: ¿" como te llamas tu Juancito? ; y el me respondió, Juancito; el a su vez me pregunto, ¿como te llamas tu Hector? y yo le respondí Hector" ; !!!que cosas tienen los niños!!!.
Un día, al salir de la escuela, por cuestiones de un trompo, Juancito me tiro un golpe y y yo le respondí con otro. Mi mama se dio cuenta y nos castigo a los dos. Mi mama tenía una forma muy especial de castigo. Nada de palmeta, ni de correa. Su castigo era sentarnos en una silla: falta leve, un cuarto de hora; si la falta era mediana, media hora, y si la falta era grave, pelearse era una falta grave, una hora o mas. Como ya el horario escolar se había terminado y Juancito tenía que irse a su casa, no lo castigaron, a mi, si. Cumplí mi castigo y me fui para detrás de la casa. Allí comencé a gritar: Carajo, carajo, carajo.....no joda, no joda, no joda....... Mi mama me oyó y me dijo: Hector¿, que letanías son esas.?.. Ella se dio cuenta que era mi manera de protestar contra lo que yo consideraba una injusticia. No me castigo, solo me dijo: no lo vuelvas a hacer.... Y mas nunca recite la
"singular letanía".

Caracas, 5 de diciembre de 2012.

Hector Corro I.

Serie: RECUERDOS