miércoles, 27 de julio de 2016

Nueva misión,.......Herbert Huude

NUEVA MISIÓN. NUEVO FIASCO
  • HERBERT HUDDE
26 de julio de 2016 05:
Maduro luce como desesperado ante el fracaso de sus políticas y medidas, pues para resolver el problema de la escasez nos ha venido ahora con una nueva megamisión, la Gran Misión Abastecimiento Soberano y Seguro, comandada, con más poderes que los que él mismo tiene, por el ministro de la Defensa, general Padrino López, quien impulsará militarmente los motores agroalimentario, farmacéutico y el industrial, mediante 7 grandes vértices que no recuerdo, para propinar una aplastante derrota a ese grave problema.
Definitivamente esto es para Ripley. ¿Es que nadie de su entorno puede explicarle a Maduro que la producción de un país, vale decir, su economía, no se maneja como una guerra militar, sino creando un clima propicio para que esa producción se pueda desarrollar?
No tengo ni idea de cómo Maduro y su combo toman las decisiones gubernamentales en materia económica: ¿será que llaman a Alfredo Serrano en España y hacen lo que éste dice, o llaman a Raúl y Fidel, o a Pascualina Curcio, o ponen a discutir a Pérez Abad con Merentes? Como quiera que hagan, lo cierto del caso es que en esta materia no pegan una. Y esa es la principal razón, junto con la corrupción, por la cual el país está como está: completamente destrozado en todos los aspectos, porque cuando la economía anda mal, todo anda mal.
Y para muestra un botón: aquí la alimentación, la salud, la educación, la infraestructura, los servicios, es decir, absolutamente todo, está en ruinas.
Y ello es obvio, pues que la economía vaya mal significa que se produce mucho menos de lo que se necesita en todas las áreas, y aquellas medidas que no impliquen mayor disponibilidad de bienes, como la dichosa nueva misión, no sirven para nada, excepto quizá para lograr cierta redistribución de lo poco que se produce, lo cual evidentemente no es el meollo de la problemática actual.
Nadie tiene claro cómo es que Padrino y sus muchachos van a hacer que a punta de fusiles se logre aumentar la producción del país, pues si en un operativo se presenta un capitán con un pelotón a la fábrica XYZ, y ordena que se aumente la producción de lo que allí se hace, o que se produzca lo que no están produciendo, le responderán: “ok, no hay problema, pero dame los dólares que necesitamos para comprar los insumos que se requieren”, y allí se termina el operativo, porque no hay dólares.
Ya vamos para 18 años en este macán, calándonos las infinitas (porque no terminan nunca) torpezas y la corrupción de esta dirigencia, que ha hecho trizas el aparato productivo, ha malbaratado el gigantesco chorro de dólares que nos entró por la bonanza petrolera, ha desaprovechado las inmensas reservas petroleras que tenemos por no invertir en su desarrollo algo de lo que despalillaron en lo que les conté, y para colmo ha obtenido el vergonzoso trofeo de haber conseguido que baje fuertemente la producción petrolera de PDVSA, logrando con todo ello espachurrar completamente al país, pues ahora ni producimos ni tenemos los dólares para importar lo que necesitamos.
Y para remate, además de todo lo que han hecho, ahora Maduro y su combo económico se niegan a tomar las medidas necesarias para aliviar de forma apreciable las gigantescas penurias que nos acogotan, que son, en lo inmediato: 1) aceptar la ayuda humanitaria internacional que se nos ofrece, y 2) ir al FMI a buscar los dólares que tanta falta nos hacen; y con un poco más de alcance: 3) ordenar este desastre de economía que tenemos, y 4) implementar un estado de derecho y justicia decente. Y lo único que hacen es cranearse bobalicadas como los 15 motores, los 7 vértices, la misión tal por aquí y la batalla cual por allá, etc., absolutamente inútiles, además del tiempo que emplean en inventar a quién echarle la culpa de las tortas que ponen, mientras todos estamos muriéndonos de hambre sin comida, y de mengua sin medicinas.
Ya está demasiado claro que este gobierno no puede arreglar este caos, así que no queda más remedio que salir de él, y mientras más rápido mejor, porque la situación se empeora notoriamente cada día que pasa. Demás está decir que ello debe hacerse por la vía constitucional, legal y democrática, porque si no el remedio puede ser peor que la enfermedad, pero es imperativo que se haga.
He aquí lo que en mi opinión debe hacer cada sector:
Si tuvieran algo de sensatez, Maduro y su combo deberían renunciar, porque cuando es claro que uno no puede con algo, lo lógico es dejar la tarea a otro; los chavistas deben entender que si bien el chavismo tuvo muy buenas intenciones en lo social, en lo económico ha sido un desastre total, y por allí es por donde se debe comenzar, pues la economía es la producción de cosas, y si no hay cosas, lo social (es decir, el reparto) no se puede hacer; y finalmente, la oposición debe prepararse concienzudamente para gobernar, y no caer en la bolsería de estar ofreciendo que al día siguiente de agarrar el coroto no va a haber más colas.


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lunes, 25 de julio de 2016

Diálogo, pacto.......Felipe González M.

Felipe González

Venezuela vive una triple crisis ñque divide y enfrenta al país y exige respuestas urgentes. Los desafíos son de tal magnitud que no admiten espera y, por eso, nadie puede plantear un “diálogo” para ganar un tiempo que los venezolanos no tienen agobiados por esta crisis. El diálogo debe hacerse para pactar salidas a la crisis. El diálogo debe hacerse para reconciliar a los venezolanos. El diálogo debe hacerse desde el respeto a la Constitución, a los derechos y obligaciones establecidos en ella. Eso no es objeto de canje y por eso no es negociable.
La crisis es institucional, socioeconómica y de seguridad ciudadana. Y lo primero que tienen que acordar las partes son los temas de la agenda, así como la composición de la mediación. 
La crisis institucional lo condiciona todo, impide las salidas democráticas y encrespa la relación entre las fuerzas políticas, los actores sociales y económicos y el conjunto de la ciudadanía. Esta crisis está motivada por la anulación del papel constitucional de la nueva Asamblea Nacional con mayoría abrumadora desde el 6 de diciembre del año pasado. 
Durante el mes que transcurrió entre ese día y el 5 de enero de 2016, que toma posesión, la Asamblea saliente cambió el Tribunal Supremo y la Corte Constitucional para producir una composición obediente al poder ejecutivo y anular así las decisiones de la nueva mayoría parlamentaria.
Al mismo tiempo la Presidencia de la República promulgó leyes con el “poder habilitante” de la Asamblea saliente que han restado competencias constitucionales a la nueva Asamblea. Cuando asumió la nueva mayoría nacida de la voluntad soberana de los ciudadanos, no ha podido ejercer sus facultades de control del poder ejecutivo, ni sus facultades legislativas. 
La Corte Constitucional ha secado literalmente la actuación de la Asamblea Nacional, declarando “inconstitucionales” más del 90% de sus decisiones. Entre las muchas leyes anuladas está la Ley de Amnistía, que habría resuelto el problema de los presos políticos, de los exiliados y represaliados. 
La democracia no es compatible con presos políticos y exiliados. Asimismo, la Presidencia de la República ha declarado la emergencia económica —prorrogada después dos veces y añadiéndole estado de excepción— saltándose las competencias de la Asamblea Nacional, con la complicidad obsecuente de la Corte Constitucional. O sea, vivimos la paradoja de que es la oposición la que está pidiendo al Poder Ejecutivo que se respete y aplique la Constitución vigente promulgada por el régimen actual. 
Por el contrario el Poder Ejecutivo, el Tribunal Supremo y otras instituciones del Estado como el CNE, obedientes a los mandatos de aquél, violentan la Constitución e impiden que funcione la división de poderes fundamental para el equilibrio democrático y la solución de los desafíos que enfrenta Venezuela.
El primer elemento del diálogo es, por eso, el respeto a la Constitución, a la división de poderes y el cumplimiento irrestricto de las normas establecidas en ella. Si esto fuera así, estaría fuera de cualquier controversia el derecho constitucional a promover el “revocatorio” y las instituciones como el CNE tendrían que cumplir en tiempo y forma todos los trámites legalmente previstos, salvo que incurran en prevaricación en sus funciones. Este es un derecho de los representados, no de los representantes, que son lo que pueden ser sometidos a revocatorio.
Si se desea el esclarecimiento de hechos acaecidos y la reconciliación de los venezolanos, la propuesta de una Comisión de la Verdad puede ser útil. Pero lo lógico es que se constituya de forma paritaria —igual número de miembros de Gobierno y oposición— con una presidencia de consenso. 
El primer acto de su constitución sería la puesta en libertad de presos y la vuelta de exiliados, incluso si fuera a resultas de lo que concluya la Comisión. Esta salida corregiría la arbitrariedad que ha supuesto la anulación de la Ley de Amnistía y mejoraría el clima de reconciliación que se pretende. También se podría acordar la composición de la Sala Constitucional, con un nuevo equilibrio que le permita cumplir su función sin sometimiento al Ejecutivo.
La crisis social y económica puede y debe ser abordada en otra mesa paritaria —Gobierno y oposición— a la que se invite a participar a los sectores productivos. Con carácter inmediato se debería abordar la crisis humanitaria, que se sigue agravando cada día, por la escasez de alimentos y, sobre todo, de medicamentos. Se necesita ayuda de emergencia y canales de distribución que escapen al bachaqueo y al clientelismo. Venezuela ha sido históricamente solidaria y ahora necesita solidaridad de la comunidad internacional.
La mesa debe poner en marcha el aparato productivo del país, acordando de inmediato, con los actores empresariales, respuestas al problema alimentario y de medicamentos. Como fondo, debe enfrentar la profunda crisis económica, tanto en sus aspectos macroeconómicos como en la recuperación del aparato productivo de Venezuela. 
El plan de ajuste es necesario y cada día que pase se hará más difícil. Ya hemos vivido en otros países la experiencia dramática de la hiperinflación, del inmenso déficit acumulado, de la imposibilidad de pagar la deuda sin reestructuración y ayuda.
El plan para reducir gastos y aumentar ingresos puede ser pactado entre las partes, para generar confianza interna y externa. Además, hay que preservar una línea de protección a los más débiles para que el ajuste no termine de destruirlos. Venezuela tiene recursos humanos y materiales para salir de este marasmo. 
Tiene capacidad industrial instalada que hay que poner a producir, lo mismo que capacidad para producir alimentos y medicamentos para toda su población con excedentes. El problema es de gestión, o, si prefieren, del fracaso de una gestión errónea durante muchos años, agravada por la caída de los precios del petróleo (¡pero solo agravada por eso!).
La crisis de seguridad ciudadana, aunque sea responsabilidad del Ejecutivo, puede ser planteada por este y la Asamblea para acordar una ley que corte esta hemorragia que destruye a Venezuela. El plan de seguridad llamado OLP es el número 17 o 18 de los que se han implementado para corregir la creciente inseguridad que ha convertido a Venezuela en un país con índices de violencia inaceptables. 
Pero más allá de los fracasos evidentes de estos planes se pueden y se deben corregir elementos fundamentales desde el punto de vista de la seguridad ciudadana. 
El Gobierno puede proponer a la Asamblea una legislación que prohíba el uso de armas de fuego a los particulares y hacer un plan de recogida de las que hay dispersas por todas partes. La ley debe reservar el uso de las armas de fuego, en exclusiva, a las fuerzas de seguridad del Estado y, en su ámbito, a las Fuerzas Armadas. Los particulares, solo excepcionalmente y con autorización y control, pueden disponer de armas de fuego. Las fuerzas de seguridad y las fuerzas armadas lo agradecerán, pero sobre todo los ciudadanos empezaran a creer que es posible convivir en paz y en libertad.
Conclusión: no conozco sobre qué bases están trabajando los mediadores internacionales para el diálogo aunque les deseo lo mejor, pero sé que incluso esa mediación debe ser acordada entre la partes para generar confianza.




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domingo, 24 de julio de 2016

Funeral Republicano Raúl Fuentes

FUNERAL REPUBLICANO


RAUL FUENTES

EL NACIONAL


Meto tarde la cuchara en el asunto que aquí trato. Lo sé, pero no podía pasar agachado, pues hemos presenciado cómo los actores de un  sainete del que apenas somos espectadores —y del que repudiamos sus pésimas interpretaciones sin que se den por enterados — se han despojado de sus máscaras para que sepamos quién es quién en la escena nacional, aunque  no nos expliquemos  por qué, si el gobierno cambió de manos, pareciese que nada hubiera sucedido y que la abdicación de Nicolás Maduro y el tácito reconocimiento de su cortedad de miras e incapacidad para solucionar los numerosos y graves problemas que pusieron a Venezuela al borde de una crisis humanitaria, reconocida por todo el mundo, menos por él y sus aduladores habituales, no tomó a nadie por sorpresa. A juzgar por comentarios oídos y leídos, la delegación de la presidencia en un generalote, era cosa esperada y su concreción, simple cuestión de tiempo. No es descabellado, sin embargo, conjeturar  que no se trató de un endoso, sino de un arrebatón: de una usurpación que reforzaría la opinión de quienes sostienen que, con ese empoderamiento, se consumó un apacible golpe palaciego —un inevitable  putsch casi que de salón —, cuyas causas radicarían en la irresponsable digitación con la que Hugo Chávez nos metió gato por liebre, ungiendo como sucesor suyo a un cantamañanas con suerte, persuadido de que cualquier hijo de vecino podía ser estadista por decreto.
Ya no es cuestión de barruntos o sospechas; las dudas han sido disipadas y está claro que en Venezuela hay una regencia militar, lo cual no es ninguna novedad en un país históricamente arreado por gorilones de diversa catadura, autoproclamados “herederos del glorioso ejército libertador” y, por esa circunstancia, merecedores de adjudicarse la conducción de la nación y gestionarla, en tanto que botín de guerra, cual enorme latifundio por compartir con sus compadres. El haber participado en lides emancipadoras —más en defensa de privilegios que en procura de libertad— les convenció de que, en tiempos de paz, la Administración Pública era su campo de batalla natural.
En 2004, Elías Pino, entrevistado por Boris Muñoz, alegaba que el militarismo era el cementerio de la Republica y censuró, con razón de sobra, a Nicolás Maduro, entonces flamante presidente de la Asamblea Nacional, por sostener que “el Ejército es anterior a la nación”, lo que ponía de bulto su desprecio por el Parlamento mismo, al hacer de los cuarteles esencia de la nacionalidad. Sí. Para Nico, “antes de la patria está el Ejército”, pero ¿cuál Ejército? ¿Pensaba acaso en alguna “heroica” tropa de guerreros sublimados por el pincel de Pedro Centeno Vallenilla? Porque, verdad verdadera, el Ejército en el que se formaron Chávez, Padrino & Co. es el que Gómez organizó y graduó con honores a Pérez Jiménez. Bajo la bota de este se vivía con miedo. Bajo la del militarismo del siglo XXI, al temor hay que sumar hambre.
No es de extrañar que si la sociedad civil exige al jefecillo accidental someter la continuidad de su mandato a un referéndum, este se escude en la platónica idea que tiene de la Fuerza Armada y, al traspasar su gestión al ministro de la Defensa, se lleve en los cachos a esta República enferma de mal bolivariano. El culillo es libre. También lo es recelar de la omnipresencia castrense. Recelo que se ha instalado en el ADN de la sociedad civil, acaso por derivación del atávico “odio instintivo hacia los militares” que el comandante Oscar Tamayo Suárez atribuía a la generación de 1928. O, seguramente, la aprensión provenga de su educación, sus rituales, sus uniformes, sus votos de ciega obediencia y su insufrible y canallesco patrioterismo. Al respecto, pensamos que Bakunin acertaba al razonar que “sometidos a una disciplina despótica, acaban sintiendo horror de cualquiera que se mueva libremente. Quieren imponer a la fuerza la disciplina brutal, el orden estúpido del que ellos mismos son víctimas”. Se dirá: “¡Claro, es la postura de un anarquista!”. Lo es, más que decir de Georges Clemenceau, quien, además de inmortalizar la frase “la guerra es asunto demasiado serio como para dejárselo a los militares”, emitió este lapidario juicio: “Es suficiente agregarle la palabra ‘militar’ para que una palabra con significado lo pierda. Así, la justicia militar no es justicia, la música militar no es música”.
¿Prejuicios? ¡Absolutamente! No son tales, sin embargo, los narcogenerales, la escandalosa corrupción y 137 años de tutela castrense contra 56 de mandato civil que nos hablan del desafuero de uniformados de toda laya y jerarquía que, ahora, con sus sables y bayonetas y los pico-y-palas del TSJ, cavan la fosa sepulcral de la República, mientras impávidos mediadores, sin respeto por el muerto, pretenden resucitar el diálogo.

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sábado, 23 de julio de 2016

La Mesa de la Undad informa .............


La MESA DE LA UNIDAD informa a los venezolanos sobre la posibilidad de un eventual diálogo  


Informamos el estatus de las conversaciones que se han dado con los mediadores que cuentan con el aval de la OEA y Unasur, entre otros organismos internacionales, en cuanto a los cinco puntos establecidos en nuestra comunicación anterior, de fecha 7 de julio, de cara al posible diálogo.

1. En cuanto a la ampliación de los mediadores, informamos que hasta ahora fue aceptada nuestra solicitud para la incorporación del Vaticano.

2. En cuanto a nuestra solicitud para cambiar el lugar de reunión distinto a República Dominicana, fue aceptada. Agradecemos a este hermano país por su gentileza.

3. En cuanto a la liberación de los presos políticos que fueron detenidos después de la llegada de los ex presidentes Rodríguez Zapatero, Torrijos y Fernández, informamos que gran parte ha sido ya liberada con restricciones, situación que esperamos se subsane en una mesa de diálogo, esperamos que en los próximos días continúen las liberaciones y existe el compromiso del gobierno con los mediadores para terminar de liberarlos los primeros 15 días después de iniciado el diálogo. Advertimos que no aceptaremos más presos políticos.

4. En torno al respeto a la Asamblea Nacional por parte de los demás poderes públicos, tenemos el compromiso de los mediadores en que este tema debe abordarse como una de las prioridades hasta lograr la reinstitucionalización de Venezuela.

5. En torno al tema que consideramos más importante, que es la activación del referendo revocatorio como mecanismo electoral, pacífico y constitucional para resolver la grave crisis política que atravesamos, estamos a la espera del CNE para que convoque el proceso de recolección de las manifestaciones de voluntad de al menos 20% del REP establecido en el artículo 72 de la CRBV, y establezca sin más dilaciones las condiciones adecuadas para de esa forma avanzar a esta etapa del proceso de conformidad con los lapsos que fija el Reglamento de Referendos aprobado por esta institución.

Esperamos por el Consejo Nacional Electoral y declaramos que superada esta petición estaríamos dispuestos a iniciar un diálogo efectivo y constructivo en la fecha que convoquen los ex presidentes y el Vaticano, que permita dar solución a los problemas que tienen los venezolanos.

En Caracas a los 22 días del mes julio de 2016  

Mesa de la Unidad Democrática        




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viernes, 22 de julio de 2016

Simple Milirarismo Luis Pedro España

SIMPLE MILITARISMO

LUIS PEDRO ESPAÑA
EL NACIONAL

Asistimos al final de este exorcismo atemporal que ha significado para la conciencia política de los venezolanos el transito por la escases, el desabastecimiento, la violencia y la injerencia militarista. Vamos para cuatro lustros de padecer la reedición de todos los subproductos políticos de un tercermundismo que unos pocos años de civilísimo y democracia nos hizo pensar que habíamos superado.
Estamos al final de algo, pero no porque hayamos entrado en una transición, sino porque vamos a la fase final de lo vivido. Diversas dosis de mesianismo, boom rentístico y creencia infundada de que son otros los que gobiernan y resuelven nuestras vidas, nos pusieron a padecer el delirio historicista de un caudillo que acabó con la poca institucionalidad que había conformado la democracia de crisis irresoluta, para sustituirla por este entramado de retórica revolucionaria con autoritarismo militarista.
Ciertamente la combinación de factores que nos trajeron hasta acá es difícil que se repitan, que puedan tener lugar en otro país de la región. Aunque los ingredientes no sólo estuvieron presentes, sino que serían claramente reconocidos por cualquier ciencista social, lo sorprendente es la forma como se conjugaron en Venezuela. Pasar de la riqueza a la pobreza, de la atracción de migrantes a la huida de compatriotas, del predominio civil al militar, de la duda razonable a la incertidumbre absoluta, y todo ello en lapsos que pueden ir de 2 años (los materiales) a no más de 10 (los institucionales y socioculturales), explican el desconcierto de un país que no acaba de interpretar hechos manifiestos y claras señales de por donde van las cosas.
En días recientes el principal problema del país, otro de los tantos coleccionados por este gobierno, y colocado alternativamente en primer lugar por su capacidad de acabar con nuestras vidas, fue cedido, entregado, dado en consignación, o como quiera que se quiera decir la forma como alguien se despoja de lo que se supone que es su responsabilidad, a la institución militar.
Como sí esa instancia del Estado hubiese estado al margen del problema económico del país. Como si acabaran de llegar para asistir al peor gobierno que hemos tenido en la era petrolera y, peor aún, como si fuera posible que una intervención militar pudiera resolver en algo el drama socioeconómico que vivimos. Como si todo lo anterior no fuera cierto, ahora resulta que camiones y supervisiones castrenses van a poder con este desastre de colas y miserias que nos colocan en la cola del continente.
Apartando la imposibilidad que tendrían de dar con las respuestas al problema, dado lo erróneo del diagnóstico, asunto que por lo demás no nos sorprende por ser práctica habitual de quienes nos gobiernan (con o sin uniforme), lo realmente novedoso de todo este asunto, es que no pocos suponen que tras la medida, lo que efectivamente esta ocurriendo es una suerte de transición o “cambio” dentro de las políticas y acciones de la actual administración. Algo así como un previo necesario a los cambios que deberían ocurrir.
Dicho sin demasiado empacho, lo que tenemos delante no es más que un poco más de lo mismo. El último cartucho, si ustedes quieren, del empecinamiento al absurdo de lo que no funciona, de instrumentalización militar de errores de política como en su momento lo fue el Plan Bolívar 2000, o en el presente lo es la gerencia militar (o ex militar) de empresas, corporaciones, alcaldías, gobernaciones o ministerios.
Las mismas interpretaciones que nos llevaron a la destrucción de la poquita democracia que teníamos ayer, es la que hoy evalúa estas decisiones como transiciones políticas, fases necesarias para superar lo que claramente no es más que una continuidad de errores y barbarismos. Deberíamos empezar por no olvidar que de esto, de este mar de calamidades, tal como ha ocurrido con todos los militarismos latinoamericanos, no saldremos con nada diferente que no sea la voluntad del pueblo y la vuelta de los civiles al poder. 


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lunes, 18 de julio de 2016

Cómo resolver la crisis......Ricardo Hausmann

¿Cómo resolver la crisis de abastecimiento en Venezuela?; por Ricardo Hausmann

Por Ricardo Hausmann | 14 de julio, 2016
RicardoPena-6
Fotografía de Ricardo Peña, de su serie Penínsulas. Haga click en la imagen para ir a la galería
Érase una vez un pueblo que obtenía el agua a través de una tubería que lo conectaba a un lago que quedaba a cinco kilómetros de distancia. Un buen día, la tubería se obstruyó en su fuente. Y durante muchos días el pueblo siguió viviendo como si nada: se bañaba, cocinaba, lavaba la ropa, regaba el jardín y limpiaba los carros como siempre lo había hecho, pues había cinco kilómetros de agua en el tubo. Algunos alertaron que venía una crisis pero los acusaban de catastrofistas y exagerados: al fin y al cabo las cosas seguían como de costumbre. Pero un día la tubería se secó y el pueblo entró en serios problemas: la normalidad cotidiana se hizo imposible. No había agua ni siquiera para beber.
¿Qué hacer? Unos proponían traer agua desde el lago con camiones cisterna, pero en el pueblo no había un número suficiente de camiones como para hacer una diferencia sustancial en el suministro de agua. Otros proponían arreglar la obstrucción en la fuente, pero no sabían bien cómo eliminarla y, aun eliminada, tendrían que esperar un buen tiempo hasta que la tubería se volviera a llenar de agua en sus largos cinco kilómetros de longitud. Y mientras eso ocurría, ¿cómo iba a sobrevivir el pueblo?
Este relato ficticio captura los dilemas que enfrenta la realidad de la economía venezolana hoy. El agua en la tubería son los inventarios de productos importados (materias primas, insumos intermedios, repuestos). Dejó de entrar agua al tubo en su fuente porque el gobierno creó un sistema con el cual sólo se podía importar con sus dólares y luego decidió dejar de otorgarlos. Aquello fue producto de un conjunto grande de decisiones políticas que son la causa fundamental de la crisis actual: las distorsiones cambiarias, los controles de precios, las expropiaciones, el manejo desastroso de PDVSA, el endeudamiento desenfrenado en años de vacas gordas, la pérdida de acceso a los mercados financieros, la no reestructuración de la deuda y la negativa a entenderse con los organismos financieros internacionales, entre otras. Pero lo cierto es que, aun si se arreglaran todas estas cosas, ¿cuánto tiempo tomaría volver a llenar el tubo? ¿Cómo puede sobrevivir el pueblo durante ese período?
Y estas dos preguntas ayudan a definir las áreas de política que es menester atender.
La primera tiene que ver con los mecanismos bizantinos de control a las importaciones que existen en Venezuela. Para importar hay que pedir un certificado de no-producción y luego hay que pedir la autorización de divisas. Pero, como los suplidores extranjeros han perdido la paciencia esperando que les paguen lo que les deben, ahora exigen que el importador les pague de contado antes de embarcar la mercancía. Después hay que esperar que el barco llegue. Una vez que baja la carga al puerto hay que esperar por los servicios de aduana venezolanos, que según los indicadores de Doing Business del Banco Mundial están rankeados en el puesto 186 de 189 países, siendo sólo mejores que los de Sudán del Sur, Libia y a Eritrea. Luego de aproximadamente un mes con el contenedor languideciendo en el puerto, finalmente se obtiene la mercancía. Pero a partir de allí hay que esperar 180 días más para obtener la Autorización de Liquidación de Divisas (ALD). Y, cumplido todos estos plazos, el gobierno no paga.
Este mecanismo de control de cambios implica unos requerimientos gigantescos de capital de trabajo para las empresas, prácticamente un año de importaciones: la tubería necesita muchísima agua antes de que pueda salir algo del otro lado. En consecuencia, las empresas prefieren trabajar con mucho inventario para evitar que fluctuaciones en el acceso a las divisas afecten su producción. Justo lo contrario del “Just In Time” que recomiendan los enfoques modernos de producción. Por esto demoró tanto entre el recorte de las importaciones y el colapso de la producción, pero por eso también duraría mucho tiempo entre volver a conectar el tubo y que llegue agua del otro lado. Y esta tubería que tenemos es bastante ineficiente.
Además del mecanismo de control de cambios, existe un mecanismo de control de precios que reduce aún más los incentivos a importar. Imagínese usted que tiene una fábrica de papel higiénico y le está pagando a sus trabajadores, ha pagado por sus instalaciones, pero le falta la pulpa de papel. Se pregunta usted: “¿Es negocio importar la pulpa, fabricar rollos de papel higiénico, venderlos y pagar las importaciones de pulpa?” Y eso depende de a qué precio puede usted adquirir las divisas, comprar la pulpa y vender el producto. Si usted no es demasiado ineficiente, logrará encontrar un precio de venta del producto que sea comparable al de la competencia y que le permita hacer rentable la producción. Sin embargo, si el gobierno le fija el precio a las divisas, pero no se las da, y le fija el precio al producto, pero ese precio no cubre el costo del dólar en el mercado paralelo, y si además es ilegal operar en ese mercado, entonces se queda usted sin producir y el público sin papel higiénico.
Y esto no es un caso hipotético ni un relato ficcional: Kimberly-Clark acaba de anunciar su retiro de Venezuela.
Es por eso que para que la tubería se llene lo más rápidamente posible, hay que eliminar el control de cambios y el control de precios. Sólo así existirá un solo precio para el dólar —como en Nicaragua o en Bolivia— al que cualquiera puede acceder para comprar o vender. Y la gente va a poder decidir a qué precio vender de forma tal que sea rentable comprar dólares para adquirir insumos y producir.
Además, sería ideal que reapareciera el mercado de cartas de crédito, en vez de esperar 180 días después de la nacionalización de la mercancía para obtener las divisas. Éste es el instrumento más antiguo y resiliente de las finanzas internacionales y, además, uno que este régimen absurdo fue capaz de destruir.
En un país normal una empresa que quisiera adquirir pulpa de papel en el exterior va a su banco y le dice que quiere hacer una importación para producir papel higiénico. El banco abre una carta de crédito con el banco del exportador, el cual le paga de inmediato a su cliente y se queda con una acreencia contra el banco venezolano por el tiempo que dure traer la mercancía, producir el papel higiénico y venderlo. Una vez obtenidos los bolívares, el productor nacional le paga al banco en Venezuela y éste le cancela al banco del exportador. Claro está que, en el ínterin, el precio del dólar podría haber cambiado y por eso es que los bancos normalmente ofrecen coberturas cambiarias que protejan al importador de este riesgo.
Pasar del sistema bizantino a un esquema libre y con cartas de crédito permitiría llenar la tubería con muchísima más velocidad. Pero para restablecer las cartas de crédito será necesaria una estrategia macroeconómica creíble y un mecanismo que le asegure a los bancos extranjeros que, llegado el momento cuando que el productor cancele en bolívares la carta de crédito, el banco venezolano tendrá acceso al mercado para adquirir las divisas necesarias para cancelar el préstamo. He aquí un rol de garantía que pudiera ser jugado por organismos multilaterales, como la CAF, o bilaterales como los Eximbanks de los países socios que nos quieran ayudar. Ojo: se trata únicamente de asegurar que existirá un mercado libre en el cual van a poder comprar las divisas, no el tipo de cambio al que lo harán.
Y claro está, necesitamos una estrategia que permita aumentar sustancialmente la disponibilidad de divisas para la importación mientras se vuelve a llenar el tubo, lo que va a requerir una estrategia de financiamiento internacional distinta a la actual, pero de eso podemos hablar otro día.
Esta estrategia permitirá llenar el tubo de agua mucho más rápidamente que con el sistema actual. Pero aún así, hay que asegurarse que la gente sobreviva mientras se recupera la situación. Ésta es la razón por la cual debemos reconocer la emergencia humanitaria por la que atraviesa Venezuela y atenderla.
Las emergencias ocurren cuando algo se rompe en los mecanismos normales de funcionamiento de una sociedad. En caso de terremotos o inundaciones, mucha gente pierde sus casas y es necesario ofrecer viviendas temporales muy rápidamente, mientras se encuentran soluciones duraderas. También se derrumban carreteras dejando pueblos enteros desconectados por lo que hay que enviarles comida por helicóptero. En el caso venezolano, lo que se rompió es el suministro: no las carreteras, ni los camiones, los depósitos, los comercios, las farmacias, los hospitales y los demás elementos de la cadena de distribución.
Aquí hay una decisión fundamental en el diseño de un plan de emergencia temporal en relación con los bienes que se vayan a suplir: ¿se regalan o se venden? Aquí, como en tantas otras cosas, las buenas intenciones a menudo llevan al infierno, pues resulta que regalar es mucho más difícil e ineficiente que vender. Para entender por qué, pensemos en todas las tareas que tendría que hacer el gobierno para regalar la comida adicional: primero, habría que identificar en el país en tiempo real las cantidades de comida que hay que llevar a cada lugar —por ejemplo, a Cabimas, Cabudare y Calabozo— e identificar a quiénes dársela en cada lugar. Además hay que tener un sistema de distribución, con sus camiones, depósitos y centros de distribución. Hay que tener una “fuerza de venta” motivada y honesta. Y hay que tener un sistema represivo que prohíba la reventa de la comida regalada: ¡muerte a los bachaqueros! Si por error faltó comida en Cabudare, el sistema metería preso al que vaya a suplirse de ella en Barquisimeto para revenderla localmente.
Crear este sistema es una tarea titánica —si no imposible— que tomaría mucho tiempo y recursos. Eso es exactamente lo que no tenemos. Además, es una tarea inútil. Es lo que el gobierno está tratando de hacer con los CLAP: crear un sistema de distribución socialista en medio de una crisis de abastecimiento.
La alternativa a este infierno es usar los mecanismos de mercado. Como dijimos antes, en Venezuela están las bodegas, los abastos, los mayoristas, los depósitos, los mercados, los transportistas y los vendedores con los que nos suplíamos antes de esta catástrofe. Eso no es lo que falta y no hay por qué reinventarlo, sino usarlo. Lo que falta es harina, aceite, papel higiénico y aspirinas. Y debemos asegurarnos mediante una importación de emergencia que esas cosas aparezcan, mientras se reactiva la producción nacional. Como lo acaban de demostrar, los venezolanos están dispuestos a hacer largas colas para cruzar la frontera y comprarlas en Colombia. ¿No sería más sencillo que nuestro sistema de distribución pudiera comprarlas en Cúcuta y ponerla en el abasto de la esquina, ahorrándole al público tanto trajín inútil?
Obtener rápidamente, vía importación, los productos que están escaseando y vendiéndolos a través del sistema de mercado aumentaría la oferta y disminuiría el precio que hoy pagan los venezolanos en el mercado negro de productos y eliminaría la escasez. Los que hoy llamamos bachaqueros se dedicarían a encontrar oportunidades de arbitraje: mantener suplidos a Cabimas, Cabudare y Calabozo comprando en los lugares donde las cosas estén más baratas —por ejemplo, en Maracaibo, Barquisimeto y San Juan de los Morros , respectivamente— para venderlas en donde estén más caras.
Este sistema se aseguraría que haya de todo en todas partes pero no aseguraría que los que no tienen dinero puedan consumir lo que necesitan. Por ello, lo que se requiere es un mecanismo rápido de distribución de dinero, no de comida. Lo que hace falta es entregarle a cada familia necesitada, una sola vez, una tarjeta de débito similar al cesta-ticket y dejar que compren donde quieran.  Esta tarjeta puede ser rellenada electrónicamente de forma periódica mientras dure la emergencia.
Los recursos necesarios para alimentar estas transferencias directas serían mucho menores que los necesarios para desarrollar y mantener un sistema alternativo de distribución como los CLAP. Además, estos recursos pueden venir de la venta en Venezuela de las mercancías donadas por el resto del mundo, si este fuera el caso.
La crisis que vive Venezuela no es consecuencia de un desastre natural. Es un desastre artificial, obra de un gobierno que ha querido sustituir a la sociedad en vez de empoderarla; un gobierno que culpa de su fracaso a las víctimas. Y ahora quiere militarizar el problema, como que si amenazando a la gente y apuntándola con un fusil  va a salir agua del tubo. Tenemos que simplificar el tubo, alimentarlo en la fuente, reconocer la emergencia, usar los canales de distribución que ya tenemos y darle dinero a quienes no tengan con que comprar.
Nada de esto requiere que los militares le den ordenes a los civiles, porque ni en Venezuela ni en ningún país los problemas de abastecimiento son de los que tienen una solución militar.








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sábado, 16 de julio de 2016

Independence Day .......Laureano Marquez

INDEPENDENCE  DAY : RESURGENCE

ILaureano Márquez

Mensajepor GLENDA » 16 Jul 2016, 07:37 
Luego de la invasión extraterrestre ocurrida en el 99, algunas cosas quedaban todavía en pie: un señor sembrando papas en Llano del Hato, una gente en San Cristóbal fabricando gel de ducha DG nutrición intensa, algunos embotelladores de agua mineral en Ciudad Bolívar, dos pescadores clandestinos en Nueva Esparta, y los mangos, que al no ser tocados por los invasores florecieron irremediablemente.

La oposición a los extraterrestres se recuperó hasta conseguir la mayoría en la Asamblea Terricolal y desarrollan desde la MUD (Mysterious Union Defending) un plan de contraataque de envergadura, usando algunos de los recursos institucionales que aún permanecían —al menos en apariencia— vigentes, como el RR (“revoke referendum”), que comenzó a ser coordinado desde un comando secreto en Marte.

El combate final en contra de los alienigenados comienza el día de la independencia, cuando el jefe del comando destructor del planeta se niega a abrir el cofre que contiene el libro de actas del “independence day”, como era tradición en la Tierra desde tiempos inmemoriales. Gracias a este hecho, el presidente Allupman descubre que los extraterrestres han estado perforando un hueco en el Guri, para crear un arco minero que les permita raspar la olla y abrir nuevas cuentas en el vecino planeta de Andorra, ya que ellos se encuentran profundamente divididos por el reparto del botín, luego del apresamiento en Rea de los sobrinos de la reina.

De repente, una nave nodriza de 5000 kilómetros de largo aparece en el espacio para destruir lo poco que aún se mantenìa en pie. Los tripulantes expropian lo poco que quedaba funcionando, y siembran la tierra de sal, para que la agricultura no vuelva a recuperarse más nunca. Allupman los enfrenta apelando al Uti possidetis iuris y amenazando con recitar de memoria en latín la definición de justicia de Ulpiano. Para mantener dominados a los terrícolas, los invasores se inventan un sistema de alimentación llamado CLAP (curious land absurdity performance) con los que logran controlar a los escasos terrícolas que aún apoyan la invasión. Sin embargo, millones de seres humanos cruzan la frontera de la Vía Láctea —ya desprovista de leche como consecuencia de su expropiación— para buscar comida en la vecina galaxia de Androcúcuta.

Mientras tanto, se abre una caja con inteligencia artificial, porque de la natural ya no queda ninguna, y Whitmore Radonski, apoyado por Chúo To Levinson, deciden impulsar un RR, que es la última opción para salvar el planeta de su total destrucción. La esfera que contiene todas las huellas es salvaguardada en un lugar seguro que no podemos revelar, porque sería el final de la película. Ante la previsible derrota final de los invasores, estos usan toda la artillería pesada que les dejó el intergaláctico para implotar el RR. Sin embargo, al final no lo logran, porque la determinación de los terrícolas —amenazados por la inanición interplanetaria que traen los invasores desde los confines de lado oscuro del hueco negro— se impone. Una cuenta regresiva para la destrucción completa del planeta es iniciada desde la nave nodriza… ¿Lograrán al final acabar con todo? ¿Quedan reservas morales para la reconstrucción? ¿Se impondrá al final la inteligencia o transitaremos el camino de la autodestrucción propia de pueblos insensatos? Esta historia continuará… ¿continuará?, ¿así? No lo creo… cuatro, tres, dos…


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jueves, 14 de julio de 2016

Padrino : ¿de vicepresidente .......? Trino Márquez

Padrino: ¿de Vicepresidente a Presidente?

Trino Márquez
14 Julio, 2016ñ

Movido por la ambición de poder, Vladimir Padrino López aceptó asumir la conducción de la Misión Abastecimiento Soberano y Seguro. El General, después de 17 años de continuos fracasos, debería saber que la economía de un país no se dirige con políticas intervencionistas y que los controles en vez de estimular el crecimiento, lo frenan y aniquilan. No es a base del cepo militar como van a resolverse las trabas de producción, distribución y abastecimiento que existen en Venezuela. El aparato productivo nacional comenzó a ser destruido por Hugo Chávez. Esta labor la ha continuado su delfín, Nicolás Maduro. Por añadidura, se acabaron las divisas para importar, por el derrumbe de los precios petroleros y la política de dispendio irresponsable aplicada durante más de tres lustros.
Padrino López tiene el sello del fracaso en su futuro inmediato. La FAN no logrará el éxito en un campo donde solo la economía de mercado triunfa: producir en abundancia y distribuir con eficacia. Todos los ensayos voluntaristas del gobierno han naufragado (Comités Locales de Abastecimiento y Producción, Consejos Populares de Abastecimiento, etc.). El rigor militar no sirve para resolver problemas económicos, ni los uniformados pueden ganar guerras inventadas con el fin de ocultar el fracaso del estatismo.
Padrino asumió el nuevo papel para auxiliar a Maduro, el Presidente más débil que ha tenido Venezuela desde finales del siglo XIX. Su fragilidad deriva de su propio origen. Fue designado sucesor por Hugo Chávez y después obtuvo la presidencia en unas elecciones amañadas en las cuales dilapidó, en apenas un mes, gran parte del capital político que su mentor le había dejado en herencia.
Luego de tres años y medio al frente del Poder Ejecutivo únicamente confía en los militares. Por eso se acogió de forma incondicional a su tutela. A partir de ahora cogobernará con Vladimir Padrino, en la práctica sustituto del vicepresidente, Aristóbulo Istúriz, quien quedó descolocado en el Gabinete ministerial, pues su labor era coordinarlo y recibir cuenta de los ministros. Esa tarea será ejercida en adelante por el General.
En su giro hacia el militarismo desembozado, Maduro, además de Istúriz, se llevó por delante al PSUV, partido al que hace apenas unas semanas había encargado de organizar los CLAP. Reconoce que esa maquinaria sirve para amenazar, desfalcar al Estado, organizar brigadas de choque y grupos paramilitares, pero no para cumplir tareas tan exigentes como supervisar la producción de alimentos y garantizar su distribución en todo el país. Por inútil, la deja de lado. A Freddy Bernal lo despidió sin entregarle la carta de cesantía. El hecho de que los generales Carlos Osorio y Rodolfo Marco Torres, entre varias decenas de oficiales, hayan sido responsables de la compra, almacenamiento y distribución de alimentos en el pasado reciente, y hayan fracasado de forma estruendosa, eso sí, saliendo de los cargos con los bolsillos repletos de dinero, no significa nada para Maduro. El primer mandatario quiere ganarse el apoyo irrestricto de los uniformados, sin importarle cuán corruptos e ineptos sean.
Prefiere militarizar el Estado y la sociedad y cogobernar con Padrino López, con el respaldo del TSJ y el CNE para impedir cualquier forma de consulta popular, que apoyarse en esa maquinaria pesada, corrompida e ineficaz que es el PSUV.
La inseguridad de Maduro es de tal magnitud que da el vuelco hacia el autoritarismo militarista en momentos en los cuales aspira asumir la presidencia de Mercosur. El argumento fundamental de Brasil y Paraguay para oponerse a esa asunción reside en que en Venezuela se rompió el hilo constitucional. El gobernante venezolano les da pruebas irrefutables de que en efecto esa ruptura se produjo. El nombramiento de Padrino como Presidente alterno, o Vicepresidente en los hechos, viola la Constitución y la Ley Orgánica de la Administración Central.
Tampoco le importa lo que piensen Rodríguez Zapatero, Torrijos y Fernández, mediadores que él buscó para que facilitaran un diálogo democrático entre el Gobierno y la oposición. ¿Cómo dialogar y llegar a acuerdos cuando el verdadero Presidente es un militar que no fue electo para gobernar, sino formado y designado para resguardar la integridad del territorio nacional?
¿Será que Maduro prepara a Padrino para que sea el próximo Vicepresidente, de modo que él pueda renunciar en 2017 y el país quede, constitucionalmente, bajo el dominio de la FAN?
@trinomarquezc



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miércoles, 13 de julio de 2016

El Hombre más poderoso César Miguel Rondon

MIÉRCOLES, 13 DE JULIO DE 2016

EL HOMBRE MAS PODEROSO

CESAR MIGUEL RONDON

“Cuando se acabe el mango me voy a morir de
Hambre”. Confesión que hace una señora llamada Margarita, tal y como lo reseña Contrapunto.com. “Desde que comenzó la temporada de mangos en el país, caraqueñas y caraqueños han recurrido a esta fruta para paliar el hambre y complementar su alimentación. Los recolectores de mangos son de todos los tamaños, edades y clases sociales”, reseña el portal.
En Efectococuyo.com, el Observatorio Venezolano de Salud subaraya algo de gravedad: “Crisis alimentaria producirá una generación de enfermos crónicos. Esta generación de venezolanos que está pasando esta situación de escasez, seguramente se va a enfermar más que sus generaciones anteriores y eso, en 30 o 40 años, va a afectar mucho la salud pública del país. Incluso se está viendo si podremos llegar a tener una generación que muera antes que los padres, producto de todo este desequilibrio en la salud del venezolano, señaló Pablo Hernández, nutricionista-dietista e integrante del Observatorio Venezolano de la Salud (OVS)”.
Esto va contra la llamada ley de la vida. Los hijos han de enterrar a los padres, y los padres siempre queremos que nuestros hijos vivan y lleguen mucho más lejos de lo que nosotros hemos podido llegar. Pero, por culpa de esta situación de hambruna, por culpa de esta situación terrible que ya amerita una emergencia humanitaria mundial, resulta que, como lo observa el Observatorio Venezolano de la Salud, podemos tener una generación donde se quiebre el equilibrio, una generación que muera antes que los padres. En este contexto, el Cardenal Urosa ha dicho: “Es injusto que haya hambre”. Le citan en El Nacional: “Al oficiar la misa  por cumplirse 100 años de la llegada de los jesuitas al país, el Cardenal Jorge Urosa Savino manifestó que es insólito que los venezolanos pasen hambre y haya desabastecimiento. Llamó otra vez al gobierno a actuar. Lo que vimos el domingo en la frontera evidencia la gravedad de la crisis, afirmó”. Y tiene razón el Cardenal. Ya lo habíamos comentado ayer: es sumamente delicado lo ocurrido el domingo en la frontera; es un indicador terrible que nos ha de alertar a todos los venezolanos.
Pero, con un cinismo que solo habla de la estrechez y miseria de su espíritu, el Teniente José Gregorio Vielma Mora, gobernador del Estado Táchira, minimizó el asunto: “Venezolanos fueron a visitar amigos y a divertirse”. Gobernador, usted se ha ganado los insultos y el desprecio de todos los tachirenses y de los que están más allá de la frontera. Usted puede defender lo que le venga en gana, incluso a un gobierno tan indefendible como éste. Pero eso no le da a derecho a burlarse de los demás, de sus paisanos, sobre todo si están pasando hambre y no consiguen medicinas. ¿Cómo dice que solo fueron a visitar amigos y a divertirse? ¡No sea usted tan cínico!
¿Pero qué plantea el gobierno frente al problema del desabastecimiento? ¡Atención! Correo del Orinoco, la Artillería del pensamiento: “Gran Misión de Abastecimiento Soberano activó el presidente Maduro”. Lo llama: “Un nuevo metabolismo de nuestra economía”. Amigo lector, ponga sus cinco sentidos en alerta. “(La Gran Misión Abastecimiento Soberano) está dirigida a gestionar, dirigir (sic) y conducir las políticas públicas que resuelvan la economía y enfrenten la criminal situación a la cual se ha sometido al pueblo. Tiene carácter cívico-militar y el propio ministro Vladimir Padrino estará al frente del Órgano Superior asumiendo las órdenes del Jefe del Estado. Consta de siete vértices con definición de ocho graves problemas como la escalada de precios, acaparamiento, especulación y bachaqueo, bajo rendimiento productivo en algunos sectores, el sistema de distribución, la cultura de consumo, la ocupación territorial del aparato económico y los deficientes sistemas de mantenimiento y de articulación.”
¿Digirió usted algunas de estas palabras, algo de estos avezados conceptos? Por lo pronto, nuestras escasas luces solo nos dejan ver que, ahora, va a recrudecer el hambre. Ahora tendremos menos alimentos y, sin duda, menos medicamentos. Además, Maduro lo pone todo, le echa todo a los militares. Vladimir Padrino López pasa a ser, así, el hombre más poderoso del país; tanto o más poderoso que el propio Nicolás. ¿Y qué va a resolver? Pues, desde ya, nada. Porque el gobierno no termina de entender dónde está la raíz del problema; sigue asumiendo las consecuencias como si fueran las causas.
A manera de ejemplo, tenemos sus palabras a propósito de la decisión del Citibank de cerrarle las cuentas al Banco Central y al Banco de Venezuela. Maduro suelta, citado en El Nacional: “¡Se equivocaron señores, con Citibank o sin Citibank, con Kimberly Clark o sin Kimberly Clark nosotros vamos a seguir adelante”. ¿Adelante a dónde, presidente? ¿A dónde cree que está avanzando? ¿De verdad cree que avanza? ¿Cómo? ¿Por qué? ¿No se ha dado cuenta del abismo que tiene por delante? ¿No se ha dado cuenta de que vamos al vacío desde un punto mucho más alto que el Auyantepui desde donde cae el Santo Ángel? ¿Cómo que va a seguir adelante? No. No siga. Mejor párese, quédese allí quieto y ya deje la fanfarronería.
Y, para cerrar, a propósito de la infeliz frase “con Kimberly Clark o sin Kimberly Clark”, reparemos en la declaración del Ministro del Trabajo, Oswaldo Vera: “Kimberly Clark seguirá produciendo para todos. Esta empresa cerró sus puertas echando a la calle a miles de trabajadores sin preocuparse por sus familias. La orden que tenemos del gobierno es que vamos a proteger a los trabajadores y trabajadoras de Kimberly Clark, por lo que procedemos a firmar la solicitud donde planteamos la ocupación inmediata de la empresa Kimberly Clark Venezuela por los trabajadores y trabajadoras, asi como el reinicio de las actividades productivas para proteger el proceso social del trabajo”.
Esta es la mejor evidencia de la imbecilidad que reina en el gobierno. ¿Es que acaso Kimberly Clark dejó de producir pañales porque a sus ejecutivos les dio la gana? No, señor Ministro, Kimberly Clark cerró porque su gobierno no le dio los dólares -que son de Kimberly Clark y no del gobierno- para poder pagar proveedores y comprar la materia prima que necesitaban.
En fin… Entre Vera, Vielma Mora, Padrino López, Nicolás Maduro y tantos otros, el país se nos hace cada vez más pequeño, asfixiado, intransitable y absurdo.
Para leer más editoriales: cesarmiguelrondon.com 
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