sábado, 30 de agosto de 2014

Indices de inflation en Am.Lat. 2013

INDICES DE INFLACIÓN EN AMÉRICA LATINA
AÑO 2013


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De A TOQUE. Fausto Maso

DE A TOQUE 

FAUSTO MASÓ
Se respira en el aire, el país está al estallar. Hay una rabia contenida que amenaza reventar, y que de cuando en cuando se traduce en algún disturbio en el Táchira, o en una cola en Caracas. Maduro se ha convencido del cuento de hadas sobre una conspiración internacional, dice seriamente como si hubiera llegado a creérselo “lo mismo pasó en el plano económico con Cuba y otras naciones socialistas como la Yugoslavia de Tito o el Chile de Allende. "¿Qué hicieron el imperio estadounidense, el Banco Mundial, y el Fondo Monetario Internacional  para desmontar la estructura de Yugoslavia? Crearon un caos en el sistema económico de Yugoslavia y la partieron en 7 pedazos. A nosotros nadie nos va a partir en medio pedazo, pero ese modelo también fue el que aplicaron a Allende.” No hay tal conspiración, es que los ingresos del petróleo no alcanzan para pagar la fiesta venezolana, ni siquiera a $100 el barril paga los gastos oficiales. Maduro repite lugares comunes de la izquierda y no pone remedios a la crisis, se burla de las encuestas, dice que no cambiará, que seguirá a toda velocidad hacia el abismo
El ama de casa que sale de un auto mercado con una cebolla en la mano, el dinero no le da para comprar más; las que soportan horas de cola se ríen de la idea que duplicando el número de cajeras aparecerá el azúcar, el aceite; el trabajador cuyo sueldo no le alcanza, hasta ahora han soportado sus estrecheces pacientemente, pero en el aire se respira indignación, solo que esta vez todos los dirigentes de la oposición apoyarán la explosión.
El peligro para Maduro no es  que “Los capitalistas, la burguesía dominante y el imperio han tomado la guerra económica como forma principal de lucha para desmontar y caotizar la vida social de Venezuela” No, es la gente común.
¿Cómo terminará esto? Maduro debiera verse en el espejo de Argentina queacaba de entrar en el sexto default de su deuda externa desde la posguerra. ¿El futuro de Venezuela es el pasado de Argentina? “Argentina como Venezuela era de los países más ricos del mundo, atraía la inmigración, la agricultura hacía el papel de nuestro petróleo.” tenía el mismo nivel de vida que Francia, tanto en 1900 como en 1950” Esa decadencia tuvo un nombre Juan Perón; en Venezuela, Chávez.
“El peronismo representa la ilusión de un modelo de desarrollo autónomo impulsado por el Estado y liberado de las restricciones de la competencia y de la competitividad.” “Es así como, desde 1945, la Argentina tuvo  una economía bastante cerrada. Frente a la decadencia económica, el Estado cayó en un clientelismo casi estructural”. Igual que Venezuela
“La economía argentina siempre estuvo marcada por una fuerte interferencia del Estado en las actividades privadas, y por un pobre respeto del derecho de propiedad.
Ese rasgo se manifestó especialmente desde la llegada de los Kirchner al poder, en 2003: expropiación de Repsol en 2012, nacionalización de los fondos de jubilación privada en 2008, manipulación de los índices de inflación, limitaciones a la exportación de capitales, entre otras. Igual que en Venezuela”
 “La Argentina muestra además el carácter ilusorio de los discursos de las elites políticas, basados en mitos y en la negación de la realidad, el carácter suicida de la negativa a adaptarse al mundo exterior.” Igual, de nuevo, ocurre en Venezuela
“Hoy, el desempeño económico argentino se acerca al de Venezuela, y contrasta particularmente con el éxito de otros vecinos latinoamericanos, ya sean éxitos más tradicionales, como el de Chile, o más recientes, como los de Colombia y México”
Según Maduro antes de Chávez “a los niños le daban el agua del espagueti como tetero. Era el infierno que vivía Venezuela”. Maduro vive en las nubes. Maduro no ve lo que ocurre en Venezuela. El país está de a toque. Ojalá nos equivoquemos. Venezuela no es Yugoeslavia, nadie hace nada por desestabilizar al país, no hay ninguna amenaza de invasión. Venezuela no es la Cuba de 1960, solo que Maduro no ve lo que tiene frente a los ojos.

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ARGENZUELA Parte I - Editorial L a NACIÓN ( Argentina )



ARGENZUELA Parte I

Editorial La Nación Argentina
30 de agosto 2014

Américo Vespucio bautizó "pequeña Venecia" a las nuevas tierras que hoy conforman Venezuela. Se equivocó Vespucio en su predicción, pues bajo la cuenca de Maracaibo había un enorme mar de petróleo y el diminutivo le quedó chico. El nombre de nuestro país, en cambio, nunca fue diminuto. Nació asociado a la prosperidad, pues la Argentina era el camino hacia el "argentum", la plata que se encontraría remontando el río color león. Aquí se equivocó el poeta Martín del Barco Centenera, pues la "plata" provino del cultivo de la tierra y no de tesoros del inca peruano.
La pequeña Venecia fue una gran nación, cuna de Simón Bolívar, Francisco Miranda, Andrés Bello, Rómulo Gallegos y Arturo Uslar Pietri, entre tantos patriotas e intelectuales. Lamentablemente, también tuvo al dictador Marcos Pérez Jiménez y a su admirador, Hugo Chávez Frías, presidente de la República Bolivariana de Venezuela desde 1999 hasta su muerte, en 2013. Dos militares, uno de extrema derecha y el otro, socialista. Ambos unidos en su visión totalitaria del gobierno, en su populismo y corrupción.
El kirchnerismo encontró en Venezuela el modelo para construir un Estado desmesurado en una Argentina diminuta. Para hacer de la Argentina una Argenzuela.
Néstor Kirchner advirtió que la soja argentina, como el petróleo venezolano, servía para acumular poder mediante empleos públicos, subsidios tarifarios y estrafalarios, jubilaciones sin aportes, pensiones sin razones, sometimiento provincial y clientelismo popular. Y muchos planes para militar y haraganear antes que para trabajar.
En ambos países, la desmesura presidencial pretendió hacer añicos la división de poderes, la independencia del Poder Judicial y la libertad de prensa. Poco quedó del nombre "República" a la designación oficial de las dos naciones.
Como todo proceso autoritario, aquí y allí se atemorizó a la población con la amenaza de enemigos internos y externos. Chávez y su sucesor, Nicolás Maduro, denunciaron conspiraciones. Cristina Kirchner, buitres de adentro y buitres de afuera. Al momento de definir aliados, Irán, Siria, Libia y los gigantes Rusia y China fueron los socios dilectos de chavistas y kirchneristas. Esto es, países de una ostensible fragilidad institucional.
La enorme billetera de Chávez permitió soslayar al Fondo Monetario Internacional. La Argentina emitió bonos por más de 4000 millones de dólares que tomó nuestro mentor, a una tasa usuraria. El dinero corrió también en sobres y valijas, en aviones y vehículos oficiales. Una inspectora descubrió allá por 2007 una valija repleta de dólares de Guido Alejandro Antonini Wilson, que según su portador estaban dirigidos para la campaña de Cristina Kirchner. De acuerdo con Antonini, la valija era de Claudio Uberti, por entonces mano derecha del ministro Julio De Vido. Uberti fue sobreseído. No ocurrió lo mismo con Eduardo Sadous, ex embajador en Venezuela, quien denunció una "embajada paralela" en Caracas, manejada por Uberti, para hacer negocios non sanctos. Como en el reino del revés, quien fue injustamente procesado por falso testimonio agravado fue Sadous.
Como en todo populismo, en Venezuela y la Argenzuela (nos duele escribirlo así) se destruyó la cultura del esfuerzo y del trabajo, el ahorro y la inversión privada, se politizaron todos los ámbitos del quehacer colectivo y la población fue cada vez más dependiente del Estado.
Chávez lanzó diversas "misiones", para lograr "en la próxima década, cero pobreza". Las misiones se financiaron con la burbuja petrolera, inflada con precios de 150 dólares por barril en 2008, que cayeron a la cuarta parte a fines de ese año. La soja había llegado a 600 dólares la tonelada y también cayó a menos de 400 en un santiamén. Al agotarse los recursos públicos, el rey quedó desnudo y ambos países se arroparon en la inflación, los controles y la persecución empresaria para ocultar el lado más oscuro de sus partes pudendas.
El año pasado, Venezuela tuvo la mayor inflación del mundo: un 56,2%. Su mejor alumna, la Argentina, hizo un gran esfuerzo imprimiendo billetes y acaba de obtener el bronce, con el 36,9% de inflación interanual. En contrapartida, países como Chile, Perú, Ecuador o Colombia registraron tasas inferiores al 3%. Aun Bolivia y Paraguay tienen niveles de inflación apenas superiores a ese dígito y muy distantes del argentino.
La inflación genera pobreza, exclusión e inequidad. En Venezuela y en la Argentina, la pobreza supera el 27%. Si la violencia es resultado de la desigualdad, no es de extrañar que la inseguridad haya crecido en ambos países. Entre los venezolanos, la tasa de homicidios es de 53,7 por cada 100.000 habitantes, cuando la tasa promedio mundial es algo inferior a 7. En nuestro país, la tasa es creciente, sobre todo en el conurbano, y es indecorosa la referida a las muertes de agentes policiales. La pobreza y las drogas colocan a la Argentina en la tasa de robos más alta de América, 973 cada 100.000 habitantes, cuando el promedio es de 456.
Con su tercer mandato, Chávez abandonó la actitud reformista, para adoptar el llamado socialismo del siglo XXI, con el lema "Patria socialista o muerte", semejante a nuestro "Vamos por todo". A partir de entonces, su dedo índice bastó para señalar el límite entre lo público y lo privado: "¡Exprópiese, exprópiese!", fue el latiguillo del comandante de Sabaneta para ordenar expropiaciones, como los zares rusos.
Al compás de sus humores, dispuso una ola de expropiaciones de empresas en áreas estratégicas, como la telefónica, la alimentaria y la petrolera. Se nacionalizaron 1168 compañías en una década. En su impulsiva ignorancia, mezcló industrias básicas con alimentos y supermercados con ferries o teleféricos.
Así, expropió la Biblia y también el calefón. En la Biblia del estatismo están los teléfonos, el petróleo, la energía y el acero. Para la petrolera Pdvsa, los yacimientos en la Faja de Orinoco, de ExxonMobil. Para los sindicatos, la siderúrgica Sidor, subsidiaria de la argentina Tenaris, y toda la industria cementera: la colombiana Cemento Andino, la francesa Lafarge, la suiza Holcim y la mexicana Cemex. También la energía pasó a la gestión burocrática, como Electricidad de Caracas (ex AES). Y para incomunicar al país, estatizó la Compañía Anónima Nacional de Teléfonos de Venezuela.
"Ordeno que se abra un expediente con miras a un proceso expropiatorio de la cadena Éxito", bramó el comandante y allí se encontraron los franceses del grupo Casino, sin su supermercado. "Exprópiese", dijo respecto del principal fabricante de envases de vidrio Owens Illinois, supuestamente por explotar a los trabajadores y contaminar el medio ambiente. Cargill fue intervenida por atentar contra la ley de producción de alimentos. Y para garantizar la seguridad alimentaria, la petrolera Pdvsa adquirió Lácteos Los Andes. Por la misma época, el gobierno compró el Banco de Venezuela al Santander y, de manera forzosa, la cadena Hilton.
Las empresas de capital local tampoco fueron exceptuadas. Supermercados Cada, Molinos Nacionales, la Industria Nacional de Ferretería, la textilera Silka y el Teléferico de Caracas, entre otras. Hasta el ferry a la Isla Margarita pasó a la gestión pública.
Como indica el manual bolivariano, antes de que desaparezca el capitalismo, se debe beneficiar a los amigos para que ahorren en el exterior, una derivación tropical del socialismo que sorprendería al propio Marx. En Venezuela, la "boliburguesía" se enriqueció con Pdvsa, el narcotráfico, la sobrefacturación de importaciones y las operaciones con bonos argentinos.
En la Argentina, se crearon varios imperios particulares, a contrapelo del éxodo de inversores externos, con el apoyo estatal. Cristóbal López pudo hacer rentable Alcalis de la Patagonia; pagó a Petrobras sus estaciones de servicio con el impuesto a los combustibles, y se quedó con Radio 10 y C5N. Este Cristóbal tuvo más suerte que el genovés, pues fue coronado como rey del juego mediante el inolvidable decreto que lo "intimó" a quintuplicar las tragamonedas de Palermo y le extendió la concesión por muchos años más.
El imperio patagónico de Lázaro Báez incluyó estancias sumergibles y hoteles alquilados y no ocupados, además de sociedades en el estado de Nevada, EE.UU. Otros amigos del poder se las ingeniaron para convertirse en grandes contratistas del Estado. Y la sumisión al relato oficial hizo posible que el grupo Szpolski, financiado con pauta publicitaria, ahora también aspire a operar en telefonía móvil, si logra comprar Nextel en la región.
El capitalismo de Estado, al estilo de Venezuela, nunca fue la idea de Néstor Kirchner. Prefería controlar las empresas y, eventualmente, que las comprasen los amigos (capitalismo de amigos), como intentó con Telecom o con Telefé.
Las estatizaciones se produjeron por motivos coyunturales o fracasos de gestión, llámense Correo Argentino, Aguas Argentinas, Aerolíneas Argentinas, Tandanor y varias líneas ferroviarias. Luego Kicillof apuntó a YPF, motivado por sus apuros de tesorería. Y desde allí se entrometió en Profértil, Compañía Mega, Petroken y Metrogas.
La expropiación de los fondos de las AFJP permitió a la Anses gastar el ahorro de los jubilados en planes "de cadena nacional" y designar jóvenes camporistas para disciplinar los directorios de numerosas empresas de capital abierto.
En tiempos de la Argentina mayúscula, se adoptó el modelo de los países exitosos, fomentando la educación y el trabajo verdadero. Ese modelo permitió atraer a todos los excluidos del mundo, quienes formaron aquí sus familias, construyendo sus casas, ahorrando con libreta y enorgulleciéndose de tener un "hijo dotor". Inexplicablemente, las actuales autoridades parecen decididas a borrar de nuestra memoria ese pasado y a convertirnos en Argenzuela, paria mundial donde crecen la inflación, la pobreza, la violencia, el narcotráfico y la drogadicción. Como ocurre en nuestro actual modelo, la Venezuela chavista

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viernes, 29 de agosto de 2014

El Petrosocialismo en caída libre Emilio Nouel V.



EL PETROSOCIALISMO EN CAIDA LIBRE



    Emilio Nouel V.

A medida que pasan los días la decepción y la angustia crecen. La desagradable sensación es de hundimiento incesante, como si cada mañana, al despertar, bajáramos un peldaño de una escalera hacia un precipicio. Es el escalofrío de la caída libre.
El gobierno no toma las decisiones que debe tomar, sigue jugando con candela. A su ineptitud suma la vacilación. Las razones de esta irresolución parecieran estar en su proverbial incompetencia y en los condicionamientos ideológicos. Para los demagogos y populistas, hacer lo correcto en el momento indicado no es lo prioritario, el propio pellejo está primero.
Mientras tanto, retoman un nuevo aire las protestas. Comienzan de nuevo a incrementarse las manifestaciones callejeras, aunque algunas cometiendo los mismos errores que le restan apoyos y llevan agua al molino del gobierno.
El repudio a la conducción gubernamental va en aumento, la evaluación de ella es la peor de los últimos años. La gente no ve un futuro cierto, sino una situación económica y política en decadencia acelerada. Las encuestas lo reportan claramente.
Más ciudadanos se suman a la convicción de que la causante directa de los males que padecemos y se agravan es la política de controles irracionales, de expropiaciones indiscriminadas y caprichosas, y de expulsión de las inversiones nacionales y extranjeras.
El petrosocialismo chavista es un estruendoso fracaso. Sin dólares no funciona. Ya no hay suficiente para repartir a manos llenas ni para regalar en el extranjero. Las reservas internacionales en franco descenso y los próximos pagos del servicio de la deuda externa son inciertos.  El subsidio a la gasolina es insostenible. Las tarifas de los servicios públicos a cargo del Estado no tienen otra salida que ser elevadas.  
La descomunal burocracia estatal, ampliada por el clientelismo populista, se come el presupuesto. El despilfarro y la corrupción desembozada también. El Estado no tiene recursos suficientes para hacer inversiones productivas. La gallina de los huevos de oro, PDVSA, está endeudada en cifras astronómicas, demandada por miles de millones de dólares; produce y exporta menos, y para remate, se dedica a lo que no debería, cargando con una nómina de trabajadores absurda e injustificada. Se dice que hasta petróleo va a comprar pronto. Insólito.
El petrosocialismo está ávido de dólares, no sabe “gobernar” sin abundancia de ellos, sus enormes carencias técnicas y gerenciales, su ignorancia general sobre los asuntos de gobierno, las ha compensado a realazos. De allí que, consumidos alegremente cientos de miles de millones de dólares petroleros, ahora quiera, desesperadamente, vender activos públicos y empeñar más al país de forma irresponsable, con los chinos, los rusos o con quien haga falta, para mantenerse en el poder.
El petrosocialismo cuenta con que el maná que brota de un pozo de petróleo lo salvará de la debacle. Pero la dirigencia política ignorante y equivocada  que desgobierna está sumida en un festín obsceno de malversación y peculado.
El petrosocialismo es rentista, improductivo, ineficiente, autoritario, parasitario, produce pobreza, desabastecimiento de productos de consumo masivo, ausentismo laboral y  poca competitividad.
El petrosocialismo, por otro lado, ha apuntalado una diplomacia al servicio de un proyecto político y económico destructor. El clientelismo interno tiene su correspondiente en los espacios internacionales. Así, los beneficiarios de la generosidad venezolana se hacen de la vista gorda frente a los atropellos a la democracia, a las violaciones a los derechos humanos. Es el realismo pérfido en acción.
En Venezuela hay el conocimiento, talento y experiencia acumulados para salir del marasmo en el que nos hundió el petrosocialismo. Las soluciones a esos problemas están más que analizadas y estudiadas. Sólo nos resta lograr la mayoría social y política necesaria y contundente para desalojarlo del poder. Estrategia y tácticas claras, organización moderna, coordinación con base en objetivos concretos, movilización permanente y eficaz, y sobre todo, responsabilidad, disciplina y lealtad entre las fuerzas democráticas. Ésa es la unidad que garantizará los triunfos parciales y el definitivo de cara al nefasto petrosocialismo.  
EMILIO NOUEL V.
@ENouelV 



    

Racionamiento del Siglo XXI. Freddy Lepage

Racionamiento del siglo XXI

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Resulta increíble lo que está ocurriendo en Venezuela, donde los problemas se superponen de una manera diabólica, sin que el Gobierno les dé una respuesta adecuada. La acumulación de errores es tal que, el propio Schemel -no puede ser tildado de oposicionista-, da cuenta de que la popularidad de Maduro ha caído 18% en nueve meses; o sea, el desmadre debe ser mayor.
Ahora bien, ante el creciente malestar social, las neuronas de quienes tienen las riendas del poder no funcionan dentro de un marco de racionalidad democrático, sino, más bien, apuntan a mantenerse por la fuerza. Así, ante las dificultadas a enfrentar, usan el manido expediente cubano de la represión, la intimidación y la intervención social, que ha facilitado a los hermanos Castro ser los dueños y señores eternos de esa bella isla caribeña.
Entonces, se diseña un costoso mecanismo de castigo de última tecnología que perfectamente puede ser calificado de “racionamiento del siglo XXI”, y es la demostración palmaria del fracaso de un sistema, de un modelo, que no ha dado pie con bola en ninguna parte del mundo, que Chávez, en su terquedad mesiánica, impuso al país. Eso de destruir intencionalmente a la empresa privada para depender umbilicalmente de las importaciones, no solo es la fuente de corrupción más grande jamás vista en Venezuela, sino que, sumado al inoperante control de precios -para mantener a raya a los pocos productores nacionales-, ha sido la razón fundamental del desabastecimiento y la escasez, no sólo de los productos primordiales, sino también de toda clase de bienes y servicios.
Primero, fue la guerra económica, la cual no permitía que la gente tuviera acceso a la cesta básica y, ni siquiera, a algo tan esencial como el papel tualé y otras menudencias. Para ello, se dispuso de todo nuestro moderno arsenal militar a los efectos de enfrentarla. Pero, ¡oh, sorpresa!, eso no fue suficiente. Después de la toma -manu militari- de establecimientos de electrodomésticos y línea blanca, el desabastecimiento y su correlato la escasez, empeoraron; siguen vivitos y coleando, como si nada hubiera pasado. Entonces, era menester buscar otra excusa, otros culpables, otro escenario. Así, descubren la tesis del contrabando de extracción, principalmente hacia Colombia, como el causante de nuestras desdichas y se apela para acabarlo a los mismos que lo han “tolerado” durante tantos años.
Al final surge la receta cubana de la tarjeta de racionamiento, pero actualizada a los tiempos, con las captahuellas en supermercados, bodegas, tarantines y afines. No sé si a los buhoneros les aplicarán lo mismo. Maduro para edulcorar semejante barbarismo -antes lo había descalificado- dice que “No es un sistema de racionamiento; es cero racionamiento. Al contrario, es para que todo lo que “produce” (las comillas son mías) la República sea conseguido por el pueblo…” La verdad, esto no busca frenar el contrabando, es un aparato retorcido de control social, de desgaste, de chantaje, para que la gente no tenga tiempo de pensar en nada, mientras no encuentra lo que busca.
@Freddy_Lepage 

El whisky en peligro! Laureano Márquez

opinión


TalCual / ND

¡El whisky en peligro! 

29 Agosto, 2014
Fin de mundo. Eso se veía venir. Es horrible decir lo dije, pero lo dije: el día que en Venezuela falle el whisky es porque efectivamente estamos al borde de una tragedia de consecuencias impredecibles. El whisky es lo más sagrado que tiene nuestra patria, al punto de que, siendo productores de los mejores rones del planeta, nuestra bebida nacional viene de Escocia. El whisky es el único punto de encuentro y de consenso nacional. Si en la mesa de diálogo con el gobierno, en vez de Minalba, hubiese estado Johnny Walker, seguro que nadie se habría ausentado (imperdonable falla estratégica). El whisky le gusta a los militares y a los civiles, a los del gobierno y a los de oposición, a los hampones y a la gente honesta, a los ricos y a los pobres, a los trabajadores y a los desempleados, a los buenos y a los malos. En los momentos de mayor gravedad nacional, el escocés ha sido el compañero infaltable de todas las desolaciones, sin él habría sido imposible asumir interminables madrugadas de derrota con la mirada fija en la barandita del CNE. 
Aquí nos hemos calado la falta la leche, que para comprar pañales tengas que aportar la partida de nacimiento del defecante, que los pacientes de diálisis o quimio tengan que padecer situaciones extremas de ausencia de tratamiento en las que su vida corre peligro. Todo eso lo hemos resistido con paciencia franciscana, con estoicismo espartano, sin alarmarnos. Incluso el sistema biométrico, está bien, se acepta sin aviso ni protesto.
Ya veremos el alquiler de dedos o a los malandros amputando índices, pero el whisky -¡santo Niño de la Cuchilla!-, meterse con el whisky sí que es un acto de profunda irresponsabilidad política, un auténtico atentado a la razón de ser de nuestra identidad, una ofensa a la venezolanidad. De hecho hay un gesto que nos identifica en el mundo entero: allí dondequiera que uno ve a un hombre revolviendo con el dedo un whisky y chupándoselo luego, uno sabe que está en presencia de un compatriota.
Los venezolanos somos según la Gallup, el país más inseguro del mundo mundial, eso no nos agobia, pero que hayamos dejado de estar entre los 10 primeros consumidores de whisky del planeta, es verdaderamente grave.
Ojo, sé que estoy tocando un tema muy delicado, no quiero causar alarma colectiva, sino hacer un llamado a la conciencia gubernamental. Que no se consiga Eutirox, pase, pero el whisky, señores del gobierno, el día en que desaparezca el preciado licor, esto se derrumba. Fíjense que en el pasado reciente, el finado, que no dejó títere con cabeza y que incluso llegó a despotricar públicamente del destilado, nunca se atrevió a hacer nada que pudiera dañar su distribución ni existencia.
Imagínense por un momento que lo hubiese expropiado, como hizo con el cemento, con la consiguiente desaparición del producto. Sin duda era un profundo conocedor del alma nacional. Sobre sus debilidades y fortalezas construyó su poder y él sabía que el whisky es sagrado.
Este es un llamado desgarrador. Ustedes son los más interesados en garantizar la estabilidad. La cuenta regresiva del whisky ha comenzado. Todavía están a punto de evitar la tragedia de su desaparición. Saquen el oro de las bóvedas del Banco Central, si quieren, y regálenselo a Cuba, si les parece, pero guarden allí las únicas reservas que pueden garantizar nuestro futuro y vuestra permanencia en el poder. Si quieren terminen de hundir al país, pero -¡por Dios!- salven el whisky.
Canal Noticiero Digital
Y

jueves, 28 de agosto de 2014

Jesuitas en Venezuela........Luis Ugalde S.J.

Jesuitas en Venezuela: fantasmas o realidades

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Es un gran escándalo histórico la expulsión en 1767 de 2.600 jesuitas de América (una veintena del actual territorio venezolano) por la despótica real gana del monarca español. Luego, siglo y medio (1767–1916) en Venezuela sin ningún jesuita. En los días de la Independencia, Miranda tenía una lista de casi 300 (ya ex jesuitas luego de la supresión papal) para traerlos como educadores a la soñada América Independiente (que llamaba Colombeia en honor a Cristóbal Colón). Juan Germán Roscio, coautor del Acta de la Independencia y Vicepresidente de la Gran Colombia, escribía en su cárcel española que la razón del “decreto bárbaro” de la expulsión de los jesuitas fue su defensa del derecho de los pueblos a exigir cuentas a los reyes, rebelarse contra los tiranos y darse nuevos gobiernos.

Durante el primer siglo de la República no hay jesuitas. Algunos creen que Guzmán Blanco los expulsó. No hay tal, pues no había. Él sí expulsa a todos los obispos, prohíbe las órdenes y congregaciones religiosas, cierra los seminarios, elimina la autonomía económica de la Iglesia para tenerla sumisa y servil a su poder. Fue José Tadeo Monagas quien en 1848 decretó la prohibición de los jesuitas para que tan funesta influencia no entrara a nuestro país. El dictador Gómez dio permiso en 1916 para que llegaran dos, sin hacer ruido, a fortalecer el escuálido seminario, base de la reconstrucción de la Iglesia venezolana desde sus ruinas. Los dos primeros llegaron con la orden de identificarse como sacerdotes, pero no como jesuitas.

Muerto el dictador, a algunos jóvenes dirigentes políticos (a tono con la moda internacional) les parecía de importancia revolucionaria en 1936 la expulsión de los pocos jesuitas que trabajaban en el seminario, en los colegios S. Ignacio y S. José de Mérida, y evangelizaban en los sectores pobres del oeste de Caracas y en la iglesia de S. Francisco. El debate sobre la expulsión de los jesuitas se volvió a prender en la Constituyente de 1946-47, como si con ello se lograra la felicidad de la patria. En 1938, un par de jesuitas convencidos de que estaba naciendo una nueva Venezuela de rumbo incierto, crean la revista SIC para aportar al debate la voz de la Iglesia y la sal del Evangelio. La formación del clero, la de laicos católicos en los colegios y grupos universitarios, la siembra de una nueva conciencia de justicia social en los obreros, campesinos y jóvenes a la luz de la Doctrina Social de la Iglesia y la creación de casas para los Ejercicios Espirituales de S. Ignacio, serán los cuatro pilares de su acción.

A pesar de la amenaza de expulsión, avanzan las iniciativas más audaces y trascendentes como la fundación de la Universidad Católica Andrés Bello en 1953, y desde allí, Fe y Alegría en 1955 en Catia y Petare, en alianza con las poblaciones más necesitadas. Hoy 300.000 venezolanos se forman en Fe y Alegría, 30.000 en universidades de iniciativa jesuita (UCAB-Guayana, UCAB-Caracas, UCAT y cinco IUJO de Fe y Alegría). Nada de ello es posible sin decenas de miles de laicos convencidos y movidos por la misma visión y espiritualidad ignaciana, pues los jesuitas activos hoy no llegan a 100 y nunca pasaron de 160.

El Concilio Vaticano II (1959-65) de Juan XXIII acentuó la necesidad de conversión de la Iglesia al Evangelio para hacerse más creíble como servidora del mundo (no competidora de los poderes), desde la vivencia de Jesús que renueva las fibras más profundas de todo ser humano. Se inicia un renacer de la Iglesia, y con ella un profundo cambio en los jesuitas, bajo la dirección del P. Arrupe que invita a los ignacianos a formar personas "que no conciban el amor a Dios sin amor al hombre; un amor eficaz que tiene como primer postulado la justicia y que es la única garantía de que nuestro amor a Dios no es una farsa”. Muchos se escandalizaron. En el medio siglo postconciliar, los jesuitas no son acusados de reaccionarios, sino de subversivos y comunistas; vendrán persecuciones, exilios y asesinatos de nuevo signo. En América Latina una docena son asesinados en 10 años por dictaduras militares y otros muchos fueron expulsados. Difícil discernimiento y conversión con fuerte controversia dentro de la Iglesia y en la propia Compañía de Jesús. Las ideologías palidecen ante la donación de la propia vida. “En todo amar y servir” nos dice S. Ignacio. A la luz de los hechos, parece que el renacer ignaciano en Venezuela no produjo, gracias a Dios, los terribles males que algunos temían.