jueves, 23 de marzo de 2017

Volviendo al Pasado Emiro Rotundo Paulo

Volviendo al pasado con Ezequiel

Emiro Rotundo Paúl
No hay pan en las panaderías porque no hay harina, no hay harina porque no hay dólares y no hay dólares porque el gobierno los administra muy mal. Los dólares no han dejado de fluir hacia nosotros. Cuando Chávez llegó al poder en 1998 el precio del petróleo estaba en 7 dólares por barril. Pocos años después llegó a más de 120 dólares y permaneció en promedio de 100 dólares por barril hasta 2014 cuando comenzó a bajar. Pero nunca bajó a los niveles de 1998. Los altos precios del petróleo pusieron en manos de Chávez una suma cercana a los 800 millardos de dólares, o sea, 800.000 millones, el número 8 con 11 ceros a la derecha.* Todavía hoy el precio del petróleo venezolano está en 40 dólares promedio por barril, lo que significa un precio 5,7 veces mayor al último importe cobrado por la históricamente mal llamada cuarta república.
La fórmula oficialista de resolver el problema del pan no es tratar de que haya más harina para una mayor producción, sino que haya más producción con la misma o con menos harina, sacrificando a tal fin todo otro uso de la misma. Eso significa que desaparecerán las tortas, los cachitos, los golfeados, los dulces de pasta, la pasta seca, etc., etc., que tienen precios más remunerativos. Las panaderías que no encuentren la forma de producir más pan en forma continua con la poca (o ninguna) harina que reciban, serán intervenidas por el gobierno y pasarán a manos de los CLAP o de las comunas socialistas, lo que significa que desaparecerá definitivamente el pan de nuestra mesa.
Ese tipo de arreglo, mutatis mutandis, lo aplica el gobierno a todos los problemas de la República Bolivariana. Son soluciones ¡a lo macho! El régimen no cree en las leyes del mercado, ni en ninguna de esas pamplinas que estudian los economistas en las universidades. Si se tiene el poder se pueden imponer los precios y cantidades de bienes a producir, y si los expendedores se ponen difíciles el Estado se hará cargo también de la distribución de los bienes por cauces paralelos a los canales normales. Si no se acatan las pautas totalitarias el Estado se hará cargo de las empresas y san-se-acabó. Por esa vía, 8.000 empresas han sido intervenidas en el período chavista o se han visto obligadas a cerrar sus puertas, y más de 5 millones de hectáreas de tierras agrícolas productivas expropiadas por el gobierno han dejado de producir. Ahora vemos por todas partes los escombros de la “guerra económica”, pero no la que los “vendepatria” declararon contra el pueblo de Venezuela, sino la que el régimen desplegó contra los empresarios.
Cuando había dólares en abundancia, se podía importar todo lo que el país necesitaba y no producía. Se utilizaban (y aún se utilizan) dólares preferenciales manejados a la buena de Dios por los enchufados del sistema que se enriquecían (y aún se enriquecen) groseramente. Pero a cuarenta dólares el barril, con el presupuesto sobregirado, teniendo que amortizar los intereses de la inmensa deuda acumulada en medio de la bonanza, el juego se ha reducido, pero no ha desaparecido.
Nunca habíamos vivido una situación semejante, al menos en los últimos 120 años. Puede que en el siglo XIX, entre guerras y guerrillas, luchas de caudillos, alzamientos y revoluciones de toda laya y color, existiesen condiciones similares o peores, pero los venezolanos de las últimas 5 generaciones no las habíamos conocido, ¡hasta hoy! Fue necesario que a nuestra vera llegara el modelo económico, político y social del marxismo-leninismo-estalinismo expulsado de todas partes por ineficiente, aburrido y tiránico y reciclado por Cuba con el ropaje del “socialismo del siglo XXI”, para que nos viéramos envueltos en estas tribulaciones. Con este sistema estamos regresando al pasado, a lomo de caballo, en compañía del nunca bien ponderado Ezequiel, con sombrero de cogollo sobre gorra militar, al son de “oligarcas temblad”.
*Nota: Para que se tenga una idea: el Plan Marshall, que ayudó a la reconstrucción de Europa después de la II Guerra Mundial, requirió 13.000 millones de dólares de la época, unos 127.000 actuales, de manera que Chávez manejó el equivalente a unos 6 planes Marshall actualizados.

la Rebelión Electoral Trino Márquez


LA REBELIÓN ELECTORAL

Trino Marquez

La estrategia de Nicolás Maduro para mantenerse en el poder tiene en la suspensión de las elecciones en todos los campos de la vida democrática, uno de sus ejes. La UCV lleva casi cinco años sin realizar comicios para elegir las autoridades rectorales. En la CTV no se efectúan consultas desde hace largo tiempo. En otros sindicatos, gremios y federaciones importantes, cuyos procesos electorales deben ser supervisados por el CNE, tampoco se ha llamado a votar. Las elecciones de gobernadores, que debieron haberse efectuado el año pasado, de acuerdo con la Constitución,  fueron suspendidas indefinidamente. Inventaron una excusa caza-bobos: que no podían realizarse durante el mismo año el referendo revocatorio y la escogencia de los mandatarios regionales.   Las de alcaldes, previstas para 2017, también según la Carta Magna, tampoco se vislumbran en el panorama. 

El tránsito hacia una dictadura desembozada pasa por crear la ilusión de que en algún momento en el futuro se consultará la opinión popular, pero teniendo la convicción de que ese veredicto jamás se solicitará. Maduro carece del coraje de Fidel Castro, quien desde el comienzo de la Revolución Cubana dijo con cinismo: elecciones para qué. Había bajado de Sierra Maestra con el firme propósito de adueñarse del poder de forma vitalicia y lo logró gracias al apoyo de la Unión Soviética. Maduro carece del respaldo de un imperio equivalente. Los chinos aún no tienen la estatura mundial que tuvieron los soviéticos durante la Guerra Fría y tampoco lucen muy interesados en mantener  un títere en tierras latinoamericanas. Si se desata una presión desde distintos flancos para obligar al régimen a convocar elecciones, no serán los asiáticos quienes salgan en auxilio del autócrata tropical. Tampoco serán  los rusos de Putin. 

Sabemos que problemas como la inflación, la escasez, el desabastecimiento y la inseguridad personal, no van a resolverse con las elecciones. Pero, sin acudir a las urnas comiciales ninguno de esos dramas podrá solucionarse porque para superarlos hay que cambiar de gobierno, y lo más sano y sensato resulta sustituirlo por la vía electoral. Bien lo dice Luis Almagro, el valiente secretario general de la OEA: las elecciones cambian gobiernos. Su misión fundamental consiste en lograr el tránsito pacífico de un gobierno a otro. Cuando la sustitución no es pacífica, sino violenta, al final, pasada la tempestad, tiene que haber elecciones para que la nueva élite gobernante se legitime y estabilice. Así es que, como de todas maneras habrá comicios, lo mejor es ahorrarse el trago amargo de la violencia. Entonces, el reto de la oposición venezolana consiste en crear la atmósfera que obligue a Maduro a convocar los comicios y encontrarle una salida democrática y soberana a la fenomenal crisis nacional.

Esta atmósfera, lamentablemente, no podrá crearse si no se estimula al mismo tiempo un clima de confrontación y reto a la arrogancia hegemónica de las instituciones del  régimen. Ejercer una oposición débil y sumisa solo sirve para que, de vez en cuando, José Vicente Rangel elogie a los dirigentes en su programa dominical por Televen. Sin embargo, en la práctica resulta inofensiva e ineficaz. El CNE, por paradójico que parezca, actúa como el  instrumento del régimen para silenciar la voz del pueblo. Si ese cuerpo cediera, acudiría al TSJ, bufete privado de Miraflores. 

Si, también de acuerdo con la Constitución, la soberanía reside en el pueblo, quien la ejerce de manera directa a través del sufragio, ¿por qué no activar el proceso electoral realizando, en primer lugar, unas primarias para escoger los candidatos opositores, y después las elecciones contempladas en la Carta Fundamental, ignoradas por un régimen colocado en contra de la legalidad?

La oposición ejercida por Hugo Chávez y sus seguidores contra los gobiernos democráticos fue tenaz. Tanto, que siempre exaltó el 27-F, fecha trágica para la nación y la democracia, y organizó dos golpes de Estado. Jamás les otorgó concesiones a sus adversarios. En un ambiente diferente y con propósitos diametralmente distintos, la oposición organizada en torno de la MUD posee el derecho y la legitimidad de convocar una consulta nacional para elegir sus candidatos a gobernadores y, llegado el momento, realizar unas elecciones paralelas que desenmascaren la arbitrariedad del régimen. 

La presión interna, articulada a la acción internacional, obligarán a Maduro a negociar y ceder. El acatamiento obsecuente a decisiones arbitrarias sólo provoca derrotas y frustración. Los estudiantes de la UCV demostraron en qué consiste la rebelión electoral.

@trinomarquezc



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