lunes, 1 de febrero de 2016

Aristobulo Ramón Peña

Aristóbulo

1 Febrero, 2016
Los recientes arranques de franqueza del vicepresidente Istúriz son reveladores y, aunque no sea su intención, exhiben el fracaso ineluctable, pero además demostrado, del modelo socialista del Siglo XXI.
Hace pocos meses sorprendió a sus propios conmilitones cuando admitía: “Si nosotros quitamos el control de cambio, nos tumban”; una diáfana confesión de que el chavismo en tantos años y con tantos recursos no pudo construir credibilidad y confianza, dentro ni fuera del país. Se aferraron al monopolio de las divisas, las dilapidaron –muchas se las pillaron (Giordani dixit)- y hoy, con los bolsillos enjutos, el régimen es un paria, endeudado y sin crédito, rayano en calificación de prepago.
“El socialismo no ha fracasado porque no lo hemos construido”. Esta otra frase suya es un verdaderode profundis. Nos lleva a imaginar que en 1990, ante el derrumbe de la Unión Soviética, el politburó del partido también hubiese podido declarar: “El comunismo no ha fracasado porque no lo hemos construido”. Lo cual se hubiese tomado como cierto, porque según la teoría marxista-leninista, el comunismo solo se alcanza cuando se suprime el Estado, innecesario al desaparecer la lucha de clases. En 70 años de tiranía y de condena de la iniciativa individual y privada, no pudieron alcanzar la meta y al final, partido y sociedad, terminaron juntos en el abismo. En nuestros predios, huelga describir el costo en atraso y pobreza de una deformada, envilecida y pretendida construcción del socialismo durante 17 años.
Como Istúriz anda en clave de frases, pudiera salirse del aprieto con alguna expresión sensible y elegante, al estilo de aquella del Presidente Boris Yeltsin sobre las cenizas de la vieja URSS: “Fue una hermosa utopía…”.

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