lunes, 12 de septiembre de 2016


Manifiesto Solidario



Héctor Corro Izaguirre


Introducción.

Creo que para el mejor entendimiento de las ideas que expondré en este Ensayo “El Manifiesto Solidario”, es conveniente hacer dos precisiones conceptuales:
a) El concepto “derecho humano” en lugar del simple “derecho” según mi opinión, es una tautología. ¿Por qué? Porque todos los derechos, al ser “derecho” son necesariamente “humanos”. ¿Por qué? Porque, la racionalidad del ser humano lo convierte en un ser privilegiado, digno y único,   lo cual a su vez lo convierte en el único y exclusivo sujeto (titular) de derechos. Con impecable exactitud Descartes afirmó: “Pienso luego soy” (gito ergo sumi.e.yo, ser humano, no solamente soy, sino que estoy consciente de que soy. El ser humano al darse cuenta qué él es (es un ser), se da cuenta que otros seres humanos también son y que por lo tanto no solo tiene derechos sino que también tiene obligaciones i.e. tiene que respetar el derecho del otro. De ahí se deriva que los derechos humanos, pudieran considerarse frente a los seres irracionales como absolutos, con respecto a otros seres humanos como relativos. Para mantenernos dentro de la terminología universalmente aceptada, utilizaremos el término “derecho humano” en lugar de simple derecho.
b) El concepto “competencia”. Veamos: así como podemos distinguir entre “naturaleza humana” en sus dos vertientes “naturaleza humana estática” (dimensión estática) y “naturaleza humana dinámica” (dimensión dinámica), así  también podemos decir lo mismo del concepto “derecho humano”. El concepto “derecho humano” en su dimensión estática está consustanciado con la misma naturaleza humana; por lo tanto, es intransferible e irrenunciable, “no delegable”. Pero el concepto “derecho humano” en su dimensión dinámica, es lo mismo que “ejercicio de ese derecho”  y sí es delegable. Con mayor precisión: “si puede ser delegado”; digo puede por qué no todos los derechos(i.e. su ejercicio) son delegables ej. El derecho a la vida; otros sí, ej. El derecho de propiedad. Esa delegación del ejercicio del derecho da origen a otro concepto, cuya precisión, creo necesaria; el concepto “competencia”. Cuando yo delego un derecho (i.e. “su ejercicio”), esa delegación puede recaer sobre otro ser humano (persona natural) o sobre una organización (un ente de razón) “persona jurídica”. Entonces, mediante la delegación, podemos decir, que a esa persona humana o a esa persona jurídica le estamos dando “competenciaspara que en mi nombre y representación ejerciten tal o cual derecho, naturalmente se trata de derechos delegables. Yo no delego el derecho en sí (dimensión estática), delego el ejercicio de ese derecho (dimensión dinámica), en los términos y límites, que yo titular único de ese derecho, lo haga.
Queda claro, que esa persona (natural o jurídica) sobre la que recae la delegación, no son titulares (sujetos de derecho) solo les hemos asignado competencias” en los términos y limites de esa delegación. La delegación, faculta, no transfiere derechos. La delegación jamás podrá transferir la titularidad. Hemos tratado, en mi opinión, de dejar bien claro que una cosa es el derecho “derecho humano” y otra cosa es “competencia”, producto de una delegación. El concepto “derecho humano” tiene su origen, su raíz, en la misma naturaleza humana (indelegable en su dimensión estática); el concepto “competencia”  tiene su origen en la creatividad  de la inteligencia humana, para facilitar la convivencia y las relaciones humanas. Al ser humano, persona natural, se le aplican las normas del “derecho natural” pero también, por ser el ser humano un ser sociable, se le aplican las normas de carácter positivo (conocidas con el término “derecho positivo”). A las personas jurídicas (entes de razón) sólo se le aplican las normas de carácter positivo (derecho positivo).
Prefacio

Pergunta: “¿Qualis est finis hominis super terram?” (Cuál es el fin del hombre sobre la tierra). Respuesta: “Ut sese excultat ordinateque perficiat” (que se cultive a sí mismo y de una manera ordenada se perfeccione).
En el proceso evolutivo de la humanidad, el ser humano persigue obstinadamente su fin. En ese peregrinar por los infinitos caminos de la Historia, sin lugar a dudas la Revolución Francesa marca un hito dividiendo la Historia en dos: un antes y un después. El veintiséis (26) de Agosto de 1789 la Asamblea Nacional  Francesa estableció como derechos irrenunciables del hombre, consustanciados con la misma naturaleza humana, lo que denominó: “Los Derechos del Hombre: Libertad - Igualdad - Fraternidad”.
El objeto de este ensayo, sin perder de vista el antes es concentrarme en el después y por lo tanto, en una forma resumida, quizás en una forma de vuelo de pájaro, tratar de explicar en la manera más sencilla y entendible, el contenido y ámbito de aplicabilidad de esos tres derechos humanos.  que esto puede parecer presuntuoso, le confieso al amable lector que lo hago con toda la humildad y con todo el cariño y sinceridad del mundo.











DERECHO: Facultad natural del hombre para hacer legítimamente lo que conduce a los fines de su vida. (Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua)

















Parte Primera

Los Tres Derechos Del Hombre: Libertad, Igualdad Y Fraternidad (I)

En el proceso evolutivo de la humanidad y el perfeccionamiento continuo del ser humano, la Revolución Francesa marcó un paso gigante al establecer los principios fundamentales y derechos irrenunciables del hombre: la libertad, la igualdad y la fraternidad.
Con todo el peso de los siglos de esclavitud, el hombre se fijó, como meta inmediata, la consolidación del primer principio, o poner en práctica su derecho a la libertad. Libertad absoluta y no condicionada. Libertad política, libertad religiosa, libertad económica.
Las leyes debían respetar los derechos individuales tan largamente buscados y tan duramente conquistados. No se dio cuenta el hombre que estaba fabricando sus propias cadenas.
En efecto, si hay libertad absoluta económica y libertad absoluta de contratación, el acto humano del trabajo se convertía en una mercancía, negociable, cuyo precio lo ponían, de común acuerdo, las partes. Atrás quedaron las etapas de los esclavos-cosa, de libres-siervos de la gleba, y nacía la etapa del asalariado.
Pronto esta tendencia rindió sus frutos, al nacer la era del maquinismo, en miseria y esclavitud. El que tenía dinero era en realidad quien fijaba el precio y las condiciones. Naturalmente, contrataba la mano de obra  más barata y de mejor rendimiento para el dinero que pagaba. Así se llegó a los salarios de miseria en las minas de carbón  de Inglaterra, Alemania,  Holanda… así se llego a la contratación de mujeres y niños en trabajos y jornadas más propias de la era romana que del siglo de las luces y la libertad. El hombre, buscando la libertad, cayó de nuevo en la esclavitud, quizás más negra de todos los siglos, ya que en la era esclavista el dueño del esclavo tenía la obligación  de alimentar, vestir, y darle techo al esclavo.  Ahora la única obligación era pagar el salario convenido… El hombre, en nombre de la libertad, volvió a ser esclavo. Unos hombres esclavizaron a otros.
Frente a esta situación reaccionaron los que se fijaron en el segundo principio  o derecho humano: La Igualdad
Es ilógico que, siendo todos iguales, unos hombres esclavicen a otros. Y ¿cómo es posible que esto este sucediendo? Pronto se dieron cuenta que todo radicaba en la propiedad de los medios de producción. El dueño de una fábrica, de un  taller, de una explotación, compraba el acto humano del trabajo y mediante salario pagaba al que se lo vendía. El que vendía su acto de trabajo lo hacía “libremente”. En realidad la libertad estaba en el que contrataba y no en el que se contrataba pues la necesidad económica lo obligaba. Este es el problema que se plantean los defensores del segundo principio. Si todos somos iguales, debemos de tener las mismas oportunidades. Pero, ¿cómo tenerlas si unos son ricos y otros son pobres; si unos tienen medios de producción y otros lo único que tienen son sus dos brazos para trabajar?  Están naciendo los movimientos socialistas y comunistas.
Si todos somos iguales  y no hay forma de cómo hacer valer este derecho, hay que recurrir a la acción política, a la conquista del gobierno; y una vez conquistado éste expropiar los medios de producción. De esta manera el Estado, será el único dueño de los medios de producción y todos trabajarán para él. El Estado será el único que comprará el acto humano del trabajo. Y él será el único propietario. Todos son iguales. Por esta vía el hombre dejó de ser esclavo de otro hombre para convertirse en esclavo del Estado; pero como el Estado está regido por seres humanos, lo que en la realidad sucede es que un ser humano o un pequeño número de seres humanos, por vías diversas, algunas legítimas, otras ilegítimas, se hacen dueños del Estado, y en nombre de ese  Estado, persiguiendo una quimera, la igualdad absoluta, e ilusionando a un pueblo con promesas de hacer realidad esa quimera, imposible, acaban por querer imponerla por la fuerza, esclavizando a toda una nación, dándose el oprobioso contrasentido que los dueños del poder, un hombre o un reducido numero de hombres, por mantenerse en el poder y disfrutar de todos los privilegios que el poder ofrece, confiscan los bienes legítimamente adquiridos por los ciudadanos, despilfarran e indebidamente se apropian de los dineros del erario público y son capaces de hasta encarcelar a los que se les oponen, mientras el pueblo se convierte en esclavos que viven en la pobreza y la miseria.  Es la triste historia de la Unión Soviética de Stalin, la China Comunista de Mao, y en nuestra América Latina, la de la Cuba de Fidel Castro.
Se me dirá; y aquí entonces ¿qué es el Estado? El Estado,  como lo enseña el Derecho Constitucional, es el producto del contrato social cuyo fin es evitar la anarquía y establecer la convivencia humana. Su naturaleza y funciones las define el contrato social que no es otra cosa que la Constitución nacional o Carta Magna. Es un absurdo la apropiación por parte del Estado de los medios de producción, por que el único sujeto  del derecho de propiedad, cuyo fundamento único es el trabajo humano, o sea el ser humano en su dimensión dinámica es ese ser humano. Entonces ¿para qué sirve el Estado? Ese ente llamado Estado, es creado por el hombre  para elaborar un marco jurídico justo, equitativo, funcional; cumplirlo, y haciéndolo cumplir, hacer posible la convivencia humana; y crear el ambiente y las condiciones para que el   individuo, el ciudadano, pueda perseguir su fin último; “cultivarse a sí mismo y de una manera ordenada, desarrollarse”. Y ¿Cómo cumple el Estado esta misión? Mediante la creación, recaudación y distribución de los impuestos, para que le sirvan para económicamente financiar sus gastos de funcionamiento y asegurar al individuo, al ser humano, la seguridad individual y jurídica, la alimentación y educación, la salud y seguridad social, y crear la infraestructura material, para que el ser humano, libremente pueda cultivarse y desarrollarse. Todo esto debe estar especificado en la Ley de Presupuesto Nacional y solo para generar esos ingresos y financiar esos gastos. Hasta ahí llega la autorización que se le otorga al Poder Nacional
Por más de doscientos años la humanidad se ha venido debatiendo entre estos dos extremos: los partidarios del derecho a la libertad, frente a los partidarios del derecho a la igualdad. Ambos son incubadores de  esclavitud. Entre tanto el hombre sigue ahí, sin ni siquiera poder escoger su esclavitud. 
El hombre se ha olvidado que no son dos los derechos: libertad – igualdad; se ha olvidado que existe un tercer derecho: la Fraternidad (Solidaridad), que es justamente el que regula y dimensiona a sus dos anteriores y el que define que la libertad absoluta conduce a la esclavitud, así como la igualdad absoluta también conduce a la esclavitud.

La Solidaridad (II)

Permítanme utilizar el término solidaridad en lugar del original fraternidad (fraternité).
En realidad este último tiene una connotación de vínculos de sangre, mientras que el primero tiene una connotación de naturaleza, de naturaleza humana. Podemos o no tener vínculos de sangre, pero siempre tendremos vínculos de naturaleza humana.
Este tercer derecho es el que dimensiona a los otros dos derechos: la libertad y la igualdad.
En efecto, todo ser humano es libre y todos somos libres. Pero esa libertad no es un término que puede entenderse en forma absoluta, sino en forma relativa o en forma mas precisa, analógica. ¿Por qué? Si en el mundo existiese un solo hombre con domino absoluto sobre el reino animal, vegetal y sobre el inorgánico, ese hombre, rey supremo del mundo tendría libertad absoluta. Pero este no es el caso. Existen en el mundo millones de seres humanos y todos deben convivir sobre una misma tierra  y bajo el mismo cielo. Esto indica que los derechos y deberes  son correlativos. El derecho en el uno lleva consigo el deber en el otro. Si soy libre, mi vecino también lo es y mi derecho llega hasta donde comienza el de mi vecino. Si yo tengo derecho a la vida, mi vecino también lo tiene. Por lo tanto mi derecho a la vida envuelve necesariamente la obligación del respeto de la ajena. Yo soy libre pero mis semejantes también lo son. Por lo tanto mi libertad no puede extenderse hasta convertir en esclavos a los demás. Mi libertad no es absoluta sino relativa o analógica. ¿Quién me la dimensiona? Mi misma naturaleza humana que es la misma que la de mi semejante.  Esa naturaleza nos hace necesariamente solidarios. 
Todos somos iguales. Iguales ante la ley. Iguales en el sentido que debemos tener las mismas oportunidades. Iguales en el sentido que no hay hombres  con sangre azul y otros de otro color. Iguales en que todos tenemos la misma estructura física: dos ojos, dos oídos, dos pies, dos manos… iguales porque somos compuestos  de animalidad y racionalidad. Pero esa igualdad tampoco es absoluta.
Somos esencialmente iguales y en otros aspectos desiguales. Es decir, el término igualdad  no es aplicable esencialmente en forma univoca, accidentalmente sí en forma analógica, i. e. en parte sí y en parte no.
En efecto, aunque todos somos iguales físicamente, en eso mismo nos diferenciamos. Todos tenemos dos pies; pero los del uno son más grandes o más chicos que los del otro. Todos tenemos una boca pero la del uno va de una oreja a la otra y el otro casi no puede comer de tan pequeña que es. Todos tenemos entendimiento y razón. Pero el uno es activo, mientras el otro es creativo. El uno es organizador, mientras el otro es creador.
Sin embargo esas diferencias accidentales no pueden llevar a que uno pueda olvidarse de lo esencial y por lo tanto convertirse en dueño del otro.  Como tampoco puede pretenderse que nos olvidemos de las notas y cualidades accidentales  diferenciantes para convertirnos en un rebaño de seres incoloros, inodoros e insípidos a quienes la igualdad absoluta es impuesta por una superestructura social que llamamos Estado.
Todos somos libres… relativamente libres. Todos somos iguales…accidentalmente (analógicamente) desiguales. 
El tercer principio de la Revolución Francesa es indispensable. Si es bien entendido, ya no habrá esclavos. Ya no habrá humanos sin pan, mientras otros comen opíparamente. Ya no habrá seres sin techo mientras otros viven en palacios. Ya no habrá niños sin escuela, mientras  otros no estudian porque no pueden. No habrá seres vestidos mientras otros nadan en seda y pieles.
Libertad - Igualdad y Fraternidad. Son tres los derechos fundamentales del hombre y no dos.

                                                        


El Acto Humano del Trabajo como Fundamento del Derecho de Propiedad (III)

Estoy seguro que mis lectores habrán estado más o menos de acuerdo con lo escrito en los dos títulos anteriores.
Espero que lo estemos en lo que voy a escribir ahora.
Cuando el estudiante de Derecho se acerca a las fuentes del Derecho Romano y se pregunta cuáles son las formas de adquisición de la propiedad, se encuentra con que la forma primigenia de convertir las cosas comunes (res nullius) en propias, es la primera ocupación (prima ocupatio). Rousseau, al plantearse el método de adquisición de la propiedad dijo que el primer ladrón era el que había echado la primera cerca.  En realidad, ¿tenia razón Rousseau? ¿Pero es que existe el tal derecho de propiedad?  Miles de páginas se han escrito, unos afirmándolo y otros negándolo. Sobre esto la literatura de fines del siglo XIX y principio del siglo XX es abundante. Hasta su Santidad León XIII en 1891 terció en la polémica y escribió la fundamental Encíclica “Rerum Novarum” y cuarenta años después Pio XI amplió y clasificó conceptos en otra no menos memorable, Encíclica “Quadragésimo Anno”. No solo la autoridad pontificia, sino los argumentos que se aducen dejan fuera de toda duda la necesidad y conveniencia de la existencia del derecho de propiedad. Pero, ¿en qué se fundamenta en última instancia ese Derecho?
A pesar de esa conveniencia o esa necesidad ¿no tiene razón Rousseau? 
Si la “prima ocupatio” meramente como tal, es ese fundamento, en realidad habrá un acto de robo al hacer propio lo que es común. Sin embargo si lo miramos bajo otro ángulo veremos que el filósofo francés no tenía la razón.
En efecto, todo aquel que produce algo, que crea algo, eso que crea es suyo porque es fruto de su actividad de su industriosidad, de su trabajo. Cuando el primer Hombre tendió la primera cerca no hizo otra cosa que realizar un acto de trabajo. Esa tierra era de nadie (res negative communis). No era una cosa común de todos y se la apropio; en el cual caso, tiene razón Rousseau. Era una cosa de nadie, (res nullius) o negativamente común (negative communis). Por eso la pudo convertir en propia. Y ¿cómo? Ejerciendo una actividad humana. Poniendo su potencialidad en acción. Ejerciendo un acto de trabajo.
Eso nos conduce a que el último fundamento del derecho de propiedad es el trabajo, el acto humano del trabajo realizado sobre una cosa, un objeto que puede ser apropiado. Esto último es evidente porque si ya la cosa es ajena, tendría que irse a las formas segundas de adquisición de la propiedad: trueque, compra-venta, donación, etc.;  Así como que la cosa pueda ser apropiable. Yo no puedo apropiarme de un ser humano porque no es apropiable, es libre y por eso no puede ser objeto del derecho de propiedad.
Ahora bien, antes dijimos que el ser humano, la naturaleza humana es libre, y este es uno de los principios fundamentales  y derechos irrenunciables del hombre consagrados en la Carta de las Naciones Unidas. Lo cual quiere decir que el hombre tanto en su ser como en sus potencialidades, tanto en su forma estática como en su forma dinámica, no puede ser objeto de apropiación, es decir no puede convertirse en esclavo. Y en nuestro siglo XXI, aún en los países más desarrollados existen esclavos. ¿Cuál es la forma refinada de la esclavitud moderna? ¿Radica en esta forma de esclavitud el porqué de la distribución injusta de la riqueza? ¿Tenía razón Carlos Marx en su teoría del valor y su esquema plus-valía-sobre trabajo?.


Las Tres Etapas de La Esclavitud (IV)

Cuando el hombre realiza una actividad sobre una cosa y esa cosa es suya diríamos que trabaja para sí. El es dueño de la cosa, la transforma y hace con el fruto  de su trabajo lo que él quiera.
En esta forma de trabajo no hay sometimiento, ni esclavitud.
Pero no siempre esto es lo que sucede. Al contrario, con más frecuencia, el hombre trabaja para otro.
En ese trabajar para otro los orígenes se pierden en las nebulosas de la historia.
Primer Grado: En una primera etapa la forma ordinaria y común era la esclavitud. Es tan antigua esta historia que “la Historia del Trabajo en el mundo Antiguo es la historia de la esclavitud” como dice el maestro Cabanellas. El esclavo es una cosa, pierde su carácter de humano y deshumanizado entra en la noción de bien susceptible de ser apropiable, vendible, destruible, a gusto de su dueño.
En esta concepción la naturaleza humana del esclavo es despojada de su más valioso privilegio: la libertad. Esa naturaleza en su forma estática es apropiada y en su forma dinámica, sus potencialidades en acción, también. 
Por lo tanto el fruto de su trabajo no le pertenece en forma alguna, pertenece a su dueño, a su señor.
Segundo Grado: Con el correr de los siglos y antes de desaparecer, el régimen de la esclavitud en 1er grado, este fue suavizándose.  Es de hacer notar que este régimen no desaparece al mismo tiempo en todas partes.
Después de casi un siglo de la proclamación de los Derechos del Hombre por la Revolución Francesa, todavía existía la esclavitud en Venezuela y duró hasta mediados del siglo XIX.
Esta segunda etapa es la conocida con el nombre de servidumbre. Este nombre está muy ligado al cultivo de la tierra. El dueño, en lugar de tener un esclavo perezoso y siempre dispuesto a huir, lo transforma en un trabajador que a cambio de una semi-libertad y un pedazo de tierra que le son concedidos, está obligado a prestar servicios regularmente. 
Se ha dado un paso trascendental: la naturaleza estática del ser humano es libre y no puede ser apropiada. Pero su naturaleza dinámica no es libre. Sigue a un señor determinado y específico a quien prestar servicios regularmente.
Tercer Grado: Este tercer grado aparece en forma generalizante a partir de la invención de la máquina de vapor y el inicio de la era industrial. Nace el esclavo-fábrica en correlación con el esclavo-cosa y el esclavo-tierra. Hay otra diferencia, que el dueño (patrono) es variable y la forma es contractual.
La naturaleza en acción, el acto humano del trabajo se vende, en un determinado número de horas, por un determinado salario. 
De aquí el nombre de asalariados. Se puede apreciar que los términos del contrato, lógicamente, son impuestos por el contratante. El contratado, obligado por la necesidad asiente.  Otalán, en su compendio de Derecho Romano dice: “Esta es la graduación que se prepara y atraviesa los siglos: de la esclavitud a la servidumbre del terreno y de esta al proletariado”
Este avance, aparente, tiene sus razones económicas bastante sólidas. Se  puede comprobar que económicamente era mas barato el trabajo de un obrero libre que el de un esclavo.  Esto, que parece un contrasentido, fue claramente expuesto por Benjamín Franklin, signatario del Acta de Independencia de los EE.UU. 
El  régimen del asalariado, que algunos consideran definitivo y otros, un estado para sucesivas evoluciones, predomina actualmente, en razón de ser muy pocos los artesanos o profesionales independientes. La mayoría de los hombres se agrupan en  una de estas dos clases: entre los dadores de trabajo (asalariados) que constituyen la mayoría, o entre los adquirientes de la actividad ajena, (patronos) integrantes de la minoría.
El régimen del asalariado tiene por base la libertad de trabajo. Con ésta, los obreros fueron libres  para vender su trabajo (no el fruto, sino el acto mismo) al precio que fija la ley de la oferta y la demanda. 
Es el acto humano convertido en cosa, en una mercancía cuyo valor se regula por las mismas leyes que otra mercancía cualquiera, como dice Guide en su obra “Principios de Economía Política”.

La Injusta Distribución de La Riqueza (V)

La humanidad se distribuye, económicamente hablando, de acuerdo a los bienes que los hombres posean. Los unos son ricos y los otros son pobres. Sin embargo no se trata como de dos bandos situados a los dos lados de una sola frontera, donde en una estarían los pobres y en otra los ricos. Se trata como de una gran concatenación de peldaños. En el primero, la gran mayoría, están los que no tienen; se van trabando los peldaños y encontramos que se va teniendo más a medida que se sube cada peldaño hasta llegar a los superiores que tienen de todo y más de lo que alguien pudiera soñar. ¿Y por qué unos tienen de todo y otros no tienen nada? Cuál es el porqué de esta evidentemente injusta distribución, donde los unos son como super seres humanos y los otros no llegan a la condición de tales? Solo un vistazo a los tres principios de la Revolución Francesa, a los tres derechos fundamentales del hombre para ver que ahí hay una tremenda injusticia.
La negación  de la justicia solidaria.
Carlos Marx, se planteó este mismo problema. El lo quiso enfocar bajo un aspecto pseudo científico. Sería un atrevimiento pretender resumir en un capitulo, de las características de este sencillo trabajo, una doctrina que alcanza a todos los principios de la ciencia económica. Sin embargo para los  efectos de este ensayo dos son los conceptos económicos esenciales  de Carlos Marx: a) el uno, la teoría del sobre-trabajo y de la plusvalía; b) el otro es la ley de la expropiación automática, o como normalmente se conoce, la ley de la concentración.
Para los fines de este trabajo solo interesa el primer concepto. Mediante el desarrollo de este concepto se trata de demostrar  que la injusta distribución de la riqueza  se debe  a que la clase poseedora, “la clase explotadora”,  vive a expensas de la clase explotada, la clase proletaria.
Es la misma idea de Sismondi, San Simón,  Proudhon y Robertus, solo que  estos precursores se situaban en el aspecto social; Carlos Marx se sitúa en el campo económico y en las leyes del cambio. 
Marx desecha que el valor de las cosas depende mayormente de la utilidad, y lo sitúa sólo en la cantidad de trabajo que todos tienen.
“Considerados como tales valores todas las mercancías no son mas que trabajo humano cristalizado” y valen mas o menos según que contengan mayor o menor cantidad de trabajo social, medido según el término medio del número de horas que en una fabrica se han invertido. En el régimen del asalariado, el capitalista, se apropia de la plus-valía de las cosas que a su vez es el fruto del sobre-trabajo del obrero. De ahí que el capitalista; según la teoría de Marx, debe su riqueza al robo que hace al obrero a quien paga un salario que nunca es el equivalente al trabajo por aquel realizado.
No es el objeto de este trabajo analizar la teoría de Marx como tampoco de sus predecesores.
Pero ahí está el hecho evidente de la injusta distribución de las riquezas. Y tanto en el mundo capitalista (libertarios) como en el mundo socialista (igualitarios-marxistas) aún persiste el sistema esclavista.
Claro que tanto en un campo como en el otro la rigidez fáctica que impondrían los sistemas doctrinarios se han suavizado. En el uno por la intervención del Estado mediante las llamadas leyes sociales; en otro la misma presión de la necesidad humana y las mejoras de las condiciones de vida.
Con todo respeto de estos ilustres pensadores, pienso que la clave de este enigma no se puede buscar fuera del hombre mismo. Ni en el régimen de propiedad, ni en el valor de las cosas. Hay que buscarlo en el ser humano mismo, en su condición de tal como sujeto de derechos irrenunciables: Libertad-Igualdad- Fraternidad. Solo si reconocemos que el hombre es libre, que no puede ser esclavizado ni en su naturaleza ni en sus actos (naturaleza- dinámica); que todos somos iguales, analógicamente iguales; que todos somos solidarios y por lo tanto no puede haber “homo homini lupus”, ni lucha de clases, porque tales clases no existen, solo en ese caso el hombre habrá dado el paso definitivo hacia una sociedad nueva verdaderamente  humana y humanizada. 

El Trabajo Creador-Transformador de Riqueza (VI)

Casi al inicio de este trabajo sentamos que el último fundamento del derecho de propiedad es el trabajo en el sentido de actividad humana que crea, transforma, modifica cosas o ambiente y produce bienes o servicios útiles al hombre. De esa actividad humana el hombre ha derivado sus mejores formas de vida. En los últimos cien años los pasos han sido insospechados. A este enorme progreso ha contribuido, sin lugar a dudas el trabajo concatenado y en equipo que ha sido mediante la unión del trabajo asalariado y los grandes capitales disponibles. No hay duda que el progreso es evidente y las posibilidades de vivir mejor son reales.
La acumulación de capitales permite el trabajo  en serie, la creación de grandes fábricas, de todo tipo y variedad de maquinarias y equipos que han elaborado los más insólitos, sofisticados y variados productos para ser utilizados por todos. ¿Por todos?  Sí, por todos los que pueden obtenerlos. Pero es el caso que no todos pueden obtenerlos y muchos no pueden, ni los más esenciales para la supervivencia. ¿Por qué unos pueden tener todo (los menos) y otros nada (los más)? Es la misma cara del problema: la distribución de los bienes, la distribución de la riqueza. 
Ahora bien, si el último fundamento  del derecho de propiedad es el trabajo, quiere decir que todo lo que uno puede tener debe ser el fruto del trabajo, de su industriosidad de su creatividad. Claro que si yo produzco algo, ese algo es mío y yo lo puedo vender. Y si vendo varios o miles de productos los convierto en capital y si ahorro el capital adquirido o lo invierto en otros bienes puedo convertirme en dueño de capitales. Quiere decir esto que todo capital es “trabajo acumulado” bien sea realizado por mi mismo o por otros que me lo han transmitido mediante diversas formulas de trasmisión de la propiedad. Pero en definitiva se trata de trabajo acumulado. Podríamos establecer la igualdad: Capital=Trabajo acumulado o como dirían los romanos “in facto esse”.
Y el trabajo ¿Qué es? Es capital en proceso. O sea que es válida esta otra igualdad Trabajo=Capital en proceso o “in fieri”.
Si asentamos que la naturaleza humana tanto en su forma estática como en su forma dinámica es inapropiable, es incomprable y por lo tanto los tres grados de la esclavitud son incompatibles con la dignidad humana, con su libertad, hemos dado el golpe de gracia al sistema asalariado. Sea que el capitalista no paga el sobre-trabajo del obrero y se apropia de la plus-valía. Sea que el régimen de propiedad no debe existir  y solo debe existir la propiedad común o comunitaria, insisto en que por esas vías no se llega al fondo del problema si no a sus manifestaciones y por lo tanto no habrá una solución de fondo  y permanente.
En la medida que reconozcamos la inapropiabilidad del acto humano, en esa medida habremos extirpado la fuente del enriquecimiento de unos y el empobrecimiento de otros y por lo tanto habremos dado con la clave de la democratización del capital  o mejor dicho de una mejor distribución de la riqueza. Habremos echado las bases de la justicia solidaria. Habremos dado el paso gigante de darle su valor y dignidad humana al acto humano del trabajo.

Las Acciones de Capital y las Acciones de Trabajo (VII)

Antes dijimos que la acumulación de grandes capitales ha permitido el establecimiento de grandes fábricas, con sofisticados equipos y el empleo de grandes cantidades de trabajadores desde el simple obrero manual hasta el más experto ingeniero, investigador, calculador, visionario de las oportunidades, concertador de contratos, elaborador de documentos legales, relacionistas industriales etc. ha permitido los grandes avances tecnológicos y la producción de los más variados artefactos tendientes al mejor nivel de vida de la humanidad. El sistema ha sido el trabajo en equipo, uniforme, concatenado obtenido por un denominador común el binomio: capital-trabajo. 
Si como en principio asentamos que el sistema asalariado debe desaparecer por ser atentatorio contra la libertad humana y degradante de la misma naturaleza, ¿no estamos haciendo imposible todo progreso humano? Sinceramente creo que no, porque no  estamos destruyendo el trabajo en equipo, al contrario le estamos dando a la vez que un estímulo, su verdadero sentido, su valor justo a la luz, ya no, de la justicia conmutativa (do ut des) sino a la luz de la justicia solidaria que es la que debe regir las relaciones de trabajo.
Si reconocemos que el capital es trabajo acumulado y que es válida la igualdad: Capital= trabajo acumulado y  por otra parte reconocemos que el trabajo es capital en proceso y por lo tanto también es valedera la igualdad: trabajo=capital en proceso, en formación (in fieri) tendremos la clave del funcionamiento industrial del futuro. En otras palabras, la empresa es la organización donde se funden los dos factores de la producción (capital, trabajo) para la generación de riqueza traducida en elaboración de productos o prestación de servicios. La mano de obra (el trabajo) deja de ser solo insumo de la producción, para convertirse, también, en un factor de producción a la par que su co-factor el capital.
De esta manera el trabajador deja de vender su acto humano de trabajo por un salario, él es accionista de la empresa (accionista de trabajo) y participará con su acción (acciones) en las oportunidades, funcionamiento, progreso de la empresa. El, a la vez que participa en los éxitos de la empresa también correrá los mismos riesgos. Su participación en la utilidades, no será algo fijo, establecido por una legislación proteccionista, pero restrictiva cuya fundamentación no se encuentra por ninguna parte. De esta forma desaparece el antagonismo capital-trabajo para convertirse en la alianza acciones de capital con acciones de trabajo para conseguir un fin  común  en beneficio de todos. El más humilde trabajador  no venderá su acto humano de trabajo, invendible e inalienable, sí  pondrá su capital que es su trabajo en acción para la elaboración de un producto que es proporcionalmente suyo, en la medida  en que haya concurrido a su elaboración al igual que los accionistas de capital y por lo tanto participa proporcionalmente en el rédito producido al venderse dicho producto.
Pero se me dirá, el accionista puede esperar el momento  de la liquidación  del ejercicio económico y entonces recibe su participación en dividendos, en cambio el actual asalariado no puede esperar. Pienso que el resolver este y otros múltiples casos que se presentarán al entrar en un sistema nuevo, escapan del alcance de este trabajo.
¿Cuál sería el valor de cada acción de trabajo? Las respuestas pueden ser muy variadas, pero estimo que los sistemas usados actualmente para clasificar y valorar los puestos de trabajo serían de gran utilidad.
Lo importante es la implementación del sistema y las soluciones a los casos concretos irán apareciendo gradualmente. El sistema actual del asalariado es en el fondo el mismo que hace siglo y medio pero la forma y su aplicabilidad, en condiciones, duración, precios, etc. es algo que se parece muy poco al original.



La Legislación Social (VIII)

Decíamos anteriormente que la intervención del Estado en las relaciones laborales ha hecho que el sofisticado sistema asalariado (3er grado de esclavitud) se haya mitigado enormemente. No son las mismas condiciones de trabajo hoy que en los días de Carlos  Marx y Engels. Todo esto es cierto y así las convulsiones sociales se han mitigado. Pero lamentablemente el fondo, el tráfico humano, el trabajo mercancía, degradante de la naturaleza humana, no ha sido tocado.
El reconocimiento de la dignidad humana y su inalienalidad tanto en sí misma como en  sus actos, no será la panacea para hacer desaparecer las injusticias. Es evidente que las acciones de capital tratarán siempre de tener preponderancia y privilegios.
Ahí tiene un amplio campo de acción la legislación social y llevar a una realidad obligante la justicia solidaria. Así mismo el trabajador, en casos,  al considerarse accionista y por lo tanto más estable, podría adoptar posiciones aberrantes contrarias al rendimiento de la empresa y por lo tanto de todos los que en ella laboran. Es evidente que estos serán aspectos que debe cubrir esa legislación. Sin embargo pienso que las relaciones de trabajo estarán situadas en  un plano muy favorable para la cooperación y la productividad. Los que durante muchos años hemos trabajado en el campo de las relaciones laborales sabemos, por experiencia, que en lo más íntimo del trabajador, sobre todo del obrero, cuando se abre con confianza, siempre aparece un resentimiento íntimo, fundado o no, contra el patrono, en quien ve un explotador que se enriquece a base del sudor ajeno. 
En este esquema, donde la plena dignidad humana resplandece como un brillante sol, no hay lugar para esos sentimientos opuestos ya que cada uno trabaja para si y todos trabajan para todos. Las acciones de trabajo tendrán su palabra que decir en las asambleas de accionistas y tendrán su representación en las Juntas Directivas de pleno derecho.  Es difícil en el sistema actual ser  un representante que contribuya al progreso de la organización cuando en forma soterrada existe la lucha de clases y existen los sentimientos de sentirse en mayor o menor grado explotado.
Esa legislación tendrá que ser siempre y en todo caso con los aspectos de condiciones de trabajo, seguridad social, de aspectos representativos, habitacionales, educativos, etc. del elemento humano de la empresa. Recuérdese que las acciones de capital son trabajo acumulado, “in facto esse” y por lo tanto ajenas al sudor y al frío, al dolor y a la intemperie; en cambio las acciones de trabajo son capital “in fieri”, en proceso y son sudor y angustia, y esfuerzo y agotamiento y por lo tanto la justicia solidaria tiene allí un enorme campo de acción. La legislación social seguirá cumpliendo un importantísimo papel y el Estado seguirá vigilando muy de cerca todo el proceso del trabajo, no para interferirlo sino para hacerlo, a la vez que más productivo, mas humano y más solidario.

Parte Segunda

El Estado Solidario

En nuestro Ensayo, Primera Parte, quizás la parte más importante es la fundamentación filosófica-económica del Derecho de propiedad. Allí sentamos que el único sujeto del derecho de propiedad, así como el único sujeto de los Derechos humanos que están consustanciados con la naturaleza humana (libertad, igualdad, fraternidad-solidaridad) es el ser humano.
Esta visión filosófica-económica del Derecho de propiedad podría tener consecuencias legales, políticas, organizativas, del Estado que originarían quizás, cambios muy importantes en todos los órdenes de la sociedad. Veamos. No perdamos el fundamento filosófico de todo el ensayo. El análisis y desenvolvimiento histórico de los tres Derechos Humanos fundamentales: Libertad- Igualdad-Fraternidad.

I. El Estado Liberal Burgués
La puesta en práctica del Derecho Libertad que dominó la parte final del siglo XVIII y tuvo su mayor auge en los siglos XIX y XX dio origen al estado Liberal Burgués. En el texto del ensayo estudiamos sus resultados: en el campo económico, el más importante es el nacimiento del sistema del asalariado, defendido por Benjamín Franklin cuando en Estados Unidos se originó la Guerra de secesión entre los estados del sur (esclavistas) y los estados del norte (antiesclavistas). Franklin (antiesclavista) demostró a los sureños que aparte de las razones ideológicas, muy importantes, en el campo económico resultaba más económico el sistema asalariado que el sistema esclavista. Lo que nunca, quizás imaginó el firmante del Acta de la Independencia de los Estado Unidos, fue que la aplicación absoluta de tal sistema, sin leyes sociales que lo mitigaran, conduciría necesariamente, a la explotación del hombre por el hombre (homo homini lupus), es decir “al liberalismo económico salvaje” como lo apodara Juan Pablo II. Sería una falta de honestidad intelectual no reconocer, los esfuerzos muy avanzados que se han hecho, a través de las leyes sociales para suavizar los efectos de ese Liberalismo Económico Salvaje, que surgió con la fuerza del principio causa-efecto, de la aplicación del derecho “Libertad”, concebido éste como un derecho absoluto y no como debe ser, como un derecho analógico.

II. El Estado Socialista (Comunista)
Me refiero, claro está, al Estado Socialista (Comunista) cuya mas clara expresión la encontramos en los regímenes de la Unión Soviética de Stalin, la China Comunista, de Mao, y la Cuba Comunista de Fidel Castro. Yo diría que los otros socialismos modernos como por ejemplo el chileno, el brasileiro y los europeos, son una especie de híbrido de liberalismo-socialismo que, aunque sin duda, han producido excelentes resultados, al mantener el sistema asalariado, son como una espada de Damocles pendular que puede en cualquier momento irse hacia el “Liberalismo económico salvaje”, esclavista, o al “Comunismo radical” así mismo esclavista. No creo que sea necesario repetir aquí lo ya manifestado en el texto del Ensayo. (Primera Parte)

III. El Estado Solidario
No dudo en enfatizar, y esto es creo, el aporte más importante, la defensa de la dignidad del ser humano, que en forma alguna, no es vendible, ni comprable tanto en su dimensión estática como en su dimensión dinámica. La concepción del estado solidario se fundamenta en la unicidad de procedencia del ser humano;  se reconoce la validez del derecho de la “libertad” pero, como tiene que ser, un derecho no unívoco o absoluto, sino analógico. Así mismo se reconoce la validez del derecho a “igualdad” pero también, no como un derecho absoluto, sino como un derecho analógico. El derecho fraternidad (solidaridad) sí se sostiene como un derecho absoluto, porque seamos blancos, negros o  amarillos, mestizos o lo que sea, todos tenemos una sola y exclusiva unicidad de origen o sea todos tenemos la misma naturaleza humana. Esto nos conduce a lo que varias veces repito, pues lo considero necesario, a la inapropiabilidad (no vendible, no comprable) es decir no esclavizable en forma alguna. Se me objetará que tanto el capitalismo como el comunismo tienen en la base de ambos sistemas, en formas diversas, pero en esencia lo mismo: el sistema del asalariado (esclavizante). Permítanme, yo diría,  un intento de solución al problema. Entiendo que pudieran haber otros, quizás más viables o masprácticos. Veamos. En la base de todo sistema económico está el trabajo.  Como se dijo en el texto del ensayo podríamos establecer una igualdad: capital = trabajo acumulado, “in facto esse”, como dirían los romanos, trabajo = a capital en proceso o “in fieri”. En cualquier campo de la producción coinciden como factores “el capital” y “el trabajo”. El capital es algo estático, el trabajo es dinámico. Me interesa examinar el factor trabajo. El factor capital aporta a la producción, maquinarias, equipos, materia prima, dinero (capital de trabajo) todo esto es cierto, pero solo no basta para la producción, es absolutamente necesario el concurso del factor trabajo. Ahora bien este factor tiene una doble función, a la vez que es factor (“capital in fieri”) es insumo como lo es la maquinaria etc. El problema surge en el cómo establecer el valor de ambos factores: capital-trabajo. Claro está que buscamos la equidad y la justicia solidaria en la remuneración. Pongamos un ejemplo: producimos un “ladrillo”. Ese ladrillo es el producto del capital y el trabajo. Al intentar venderlo hay que establecer los costos de producción. Por lo tanto lo primero es deducir los costos de los insumos, capital + trabajo. Al producto vendido hay que deducirle esos costos en una primera ganancia, la ganancia bruta; luego hay que deducir de esa ganancia bruta, los costos de reposición por ejemplo en el caso de la maquinaria la obsolescencia etc.; esa misma deducción habría que hacerlo en el insumo trabajo. Por lo tanto el insumo trabajo tiene una primera remuneración mas o menos equivalente a lo que en el sistema asalariado, sería el salario. Es evidente que ese pago del insumo trabajo tiene que variar de acuerdo a las condiciones del insumo sea este físico o intelectual. Pienso, que en esto podrían ser de gran ayuda los sistemas de análisis de puestos. Luego, así como se hace la deducción de reposición y obsolescencia en el insumo capital, hay que hacer lo mismo en el insumo trabajo; también aquí hay desgate y obsolescencia que tiene un valor y que debe ser remunerado. Finalmente, hechas todas las deducciones, vendría la ganancia líquida en la cual obviamente tienen su participación equitativa ambos factores: capital-trabajo.
He tratado de hacer un acercamiento a lo que sería la remuneración del insumo trabajo advirtiendo que ese insumo es como el resultado de la acción trabajo, no la acción de trabajo en sí mismo, porque siendo ésta, la naturaleza humana, en su dimensión dinámica es invendible e incomprable. Naturalmente cuándo se trata de trabajos esporádicos, ejemplo contrato de un plomero, se paga por el servicio prestado y por el pago convenido. Así mismo cuando se trata de empresas de las cuales los accionistas (capital) son los mismo (trabajadores) tampoco hay problema. Repito, lo anteriormente expuesto es lo que considero podría ser la solución al problema planteado: cómo remunerar el trabajo justa y equitativamente sin esclavizar al hombre (el trabajador) cuya dignidad debe ser siempre respetada. 
Parte Tercera

El Caso Venezuela

En Venezuela tenemos un caso muy especial con lo que se denomina “Empresas del Estado y otros bienes del Estado”. En todas esas empresa se da por sentado, y así aparece en los Estatutos de las mismas, que el único dueño de las acciones de esas Empresas es el Estado. Para los efectos prácticos y jurídicos (¿?) entiéndase gobierno de turno (i.e. Poder Ejecutivo -  Presidente de la República) entiéndase los seres humanos que para ese momento detentan el poder. Esos seres humanos que detentan el poder  se han atribuido y aún se atribuyen facultades que en forma alguna no poseen. Según hemos expuesto y creo suficientemente demostrado, en el texto de la Primera Parte de este Ensayo, el único y exclusivo sujeto (titular) de los derechos humanos es el ser humano. Por lo tanto es una aberración, un disparate, sostener que una organización, sea cual fuere la naturaleza que se le atribuya, es una mera creación de la mente humana, es en realidad un “ente de razón” y por lo tanto no puede ser sujeto (titular) de un derecho humano. Ahora bien, como el derecho de propiedad es un derecho humano que tiene su base, su fundamentación, en la misma naturaleza humana en su dimensión dinámica, es decir, en el trabajo humano, y así está reconocido por las Naciones Unidas., es el ser humano, el único y exclusivo sujeto (titular) del derecho de propiedad. El disparate se origina, cuando al Estado (ente de razón) se le trata de reconocer como capaz de ser sujeto del derecho de propiedad.
Esta aberración, en Venezuela y en otras latitudes es de vieja data, pero en Venezuela, se ha agudizado y exponenciado con el advenimiento al poder del régimen actual, dándose el absurdo que en nombre y representación (¿qué fundamento tiene esa representación?) (¿quién se la ha dado?) de un ente de razón que llamamos Estado, confisca y se apropia de bienes legítimamente adquiridos por seres humanos que si pueden ser sujetos (titulares) del derecho de propiedad. Con base en ese absurdo, en esa aberración, en la Venezuela de hoy se ha creado el más feroz y salvaje “Capitalismo de Estado”, que evidentemente no tiene fundamento racional alguno y que como el caballo de Atila, donde pisa no crece la hierba, es decir poco a poco, paso a paso, todo lo destruye haciendo imposible todo progreso. 
El amable lector me permitirá una breve digresión didáctica. Cuando en mis años juveniles  estudiaba Historia de la Filosofía, me impresionó mucho un análisis  del Iluminismo Francés  y la época del Rey Luis XIV: El Estado soy yo. Naturalmente, me refiero a la época previa a la Revolución Francesa. En Venezuela elegimos un Presidente de la República de acuerdo a la Constitución vigente para ese momento. Pero con el devenir de los años (¿quien lo imaginaría?) ese Presidente se ha convertido en un Monarca, monarca absoluto. Para ese Monarca, Montesquieu (“El Espíritu de las Leyes”) nunca existió; tampoco existió J.J. Rousseau (“El Contrato Social”). De hecho hemos retrocedido a los tiempos del Rey Sol. Pero se me dirá que en Venezuela  hay una Asamblea Nacional. Yo me pregunto: ¿de qué A.N. estamos hablando? Esa A.N. renunció hace años a su primera obligación que es legislar y habilitó al Poder Ejecutivo, al Monarca, para ejercer  tal facultad. Para cubrir las formas, algunas veces, discute (¿) algunas leyes; en realidad solo aprueba las leyes que ya vienen aprobadas del Palacio de Versalles, perdón, Miraflores. Se me dirá que esa A.N. controla. Pregunto: ¿a quién? Deséme un solo ejemplo y retiro todo lo dicho. En otras palabras, el Poder Legislativo, no existe. Poder Judicial (¿cuál?). Aún resuenan en mis oídos las terribles palabras del Rey Sol: “Dra.…Presidenta del Tribunal Supremo de Justicia, Uds. y todos sus magistrados y jueces, cumplan con su obligación (i.e.cumplan mis órdenes) que para eso están (los puse) ahí, y si no renuncien. Dra.…Fiscal General, Ud. y todos sus fiscales, cumplan con su deber (i.e.cumplan mis órdenes) pues para eso están ahí. Es decir, el Poder Judicial no existe. Por supuesto, todos esos poderes cumplen con su obligación, no importa si para ello violan la Constitución y las Leyes. Yo me pregunto: ¿Dónde quedó el juramento que hicieron al recibir tales cargos? Solo me queda apelar a su conciencia. Todo en este mundo pudiera ser acomodaticio, la conciencia, no.
Pero bien, así como la A.N. renunció a ser Poder Legislativo, el Poder Judicial tiró al cesto de los papeles la sabia, democrática y constitucional doctrina de la separación e independencia de poderes, sustituyéndola por la novísima e inconstitucional doctrina de la colaboración de poderes, entiéndase, por la sumisión absoluta a las órdenes del Rey Sol. ¿En qué época estamos? ¿Estaré divagando?. Pero todo esto, ¿casualidad?, se me parece muchísimo a la época de Luis XIV, el Rey Sol. Solo pienso que RobespierreDantonDiderotMarat…deben estar revolviéndose en sus tumbas.
Entre tanto, el Rey Sol (tropical) hace de las suyas, sin frenos, sin ley, sin escrúpulos. Para todos y todo ordena: “exprópiese” – Pero no todo es exprópiese. Se crean los cultivos hidropónicos y de paso se regalan al general cubano, genio de la hídroponia, unos cuántos miles de dólares. ¿Dónde están? Se construyen, no lo se, los gallineros verticales… el Presidente del Banco Central, quizás, nos podrá sacar de dudas. Se  expropian (confiscan) centenares de Empresas. Hoy son empresas socialistas. Lamentablemente dejaron de producir, aunque el martillante aparato, casi monopólico, propagandístico del Rey Sol diga y divulga lo contrario. 
Se expropian (confiscan) o dicho con toda propiedad, se roban, con el agravante de ser a mano armada, pues para cometer ese delito se hace cómplice a las Fuerzas Armadas, fincas productivas y otros bienes de ciudadanos. Se crean los fundos Zamoranos. Dónde están y que producen. Se crean millares de cooperativas, se gasta un dineral… dónde están y que producen: todo esto puertas adentro. Y hacia afuera (¿que?) ahí si que se toca fuertemente la danza de los millones…de dólares. Dólares petroleros recorren toda la America Latina, el Caribe, y parte de Centro America. Maletines llenos de dólares petroleros financian campañas electorales en otros países. ¿Será un cuento o realidad el caso de Argentina?
Como hemos dejado de producir, se hace lo imposible para acabar con lo poco que queda, todo es importado y la fiebre de la importadera es tan alta que hasta la comida podrida la importamos. Eso no importa, la chequera del Rey Sol paga. Por supuesto que la reina es la corrupción. No lo digo yo, habrá que preguntarle al Ministro de Planificación y Hacienda. La soberanía de Venezuela se entrega a los cubanos…¿será esto cierto? No lo digo yo, lo dice el General Rivero, quien por muchos años trabajó a las órdenes del Rey Sol. Me olvidaba. El Rey Sol gana y gana elecciones. Y ¿Cómo es eso?. El Rey Sol ordena a la Asamblea: Modifíquenme la Ley Electoral. Si, Majestad, ordene que nosotros cumplimos. Presidenta y demás directivos del CNE se les ordena: modifiquen los circuitos electorales para que yo, perdiendo elecciones (48% al 52%) obtenga más diputados en al AN y así se hizo. Y ¿cómo se explica esto? A la periodista que hizo la indiscreta pregunta, se le descalifica, es una ignorante. Y la Defensora del Pueblo…qué: otra cortesana más. Y el Contralor…qué: cambio de nombre, ahora se le denomina “El Inhabilitador”. Terminada la elección, el Rey Sol no descansa. Viaja…viaja… Hoteles 5 estrellas, banquetes, abrazos,…son panas del Rey Sol: RusosBielo-Rusos, Sirios, Persas, etc. Se firman acuerdos, contratos etc.… Nuestra riqueza petrolera ya no da para más…pues endeudamos el país con ventas a futuro de nuestro petróleo. Alguien, con razón, se preguntará: ¿qué han hecho los casi un millón de millones de dólares que en 12 años de reinado han entrado en las arcas, del Rey Sol? Seguro que no se han gastado en desarrollo y progreso del país. Ahí están las estadísticas, las que no mienten ni admiten maquillaje. A la fecha 1 de diciembre de 2010, Venezuela, Cuba y lamentablemente Haití, están en el subsuelo, con el agravante que la inflación y la deuda tanto externa como interna son las más altas de America Latina.   Comentario aparte y obligado merecen las reuniones de Versalles…Miraflores (Doña Jacinta), Teatro Teresa Carreño (Luis Herrera), Poliedro (Rafael Caldera). El Rey Sol no construye nada, se aprovecha de los que otros hicieron. Todas las semanas, algunas veces entre semanas, unas veces por los canales oficiales de Radio y TV, otras en Cadena Nacional, el Rey Sol (tropical) reúne en el Palacio de Versalles (perdón  Miraflores, Teatro Teresa Carreño, Poliedro y otros sitios) a todos (as) sus cortesanos. Allí van solo los señoríos (como diría Calderón de la Barca). Allí asisten o se les ordena asistir militares del más alto rango, presidentes de Poderes Públicos, ministros, Presidentes de Institutos Autónomos. Etc. Etc. El Rey Sol se sienta en su trono y las cortesanas y cortesanos escuchan… ¿su trabajo? Aplaudir, aplaudir, aplaudir.  El Rey Sol habla de fantasías, fantasmagorías, de todo lo que se le ocurre…echa chistes…canta…filosofa y sienta cátedra. Otras veces cuenta historias. Recuerda que siendo subteniente o teniente reunía a su ejército (el pelotón) y al mejor estilo napoleónico les increpaba: “Soldados, desde lo alto de estas pirámides (los cerros del Bachiller) 40 siglos os contemplan”. Los cortesanos aplauden, aplauden, aplauden. De cuando en cuando los traviesos camarógrafos del canal 8 acercan la cámara al Rey Sol y enfocan sus carísimas vestimentas, zapatos, camisas y relojes pulseras. Algunas veces enfocan a algún cortesano que duerme y hasta ronca. El Rey Sol se vuelve peligroso cuando ordena…Viva el Socialismo del siglo XXI. Todo esto es tan ridículo, grotesco y absurdo, que al ver a esos pobres cortesanos (los sueldos deben ser jugosos), me da pena ajena y siento una gran lástima por ellos.
Ver, como se les regaña, se les humilla y mal trata. Nada importa. Para qué escribo todo esto si todos lo saben. Pero el Rey Sol es el Rey Sol y punto. “Cosas veredes Sancho” decía el Quijote a su fiel escudero”.
Como decía el filósofo griego: “panta rei” (todo pasa) y todo este absurdo pasará. Por eso, hagan lo que hagan el Rey Sol (tropical) y sus cortesanas y cortesanos, Venezuela, la patria del Libertador Simón Bolívar, jamás será colonia-esclava de la dictadura comunista cubana de los hermanos Castro: Fidel y Raúl. Lo que si no pasa es esa Venezuela, de ayer, de hoy, de mañana y de siempre a la que todos sus hijos debemos amar como nuestra patria que es ¡¡¡ Salud Venezuela!!!. Fin de la digresión didáctica. 
Volvamos al objeto de este trabajo. Si el Estado por carecer de capacidad natural, para ello, no puede ser sujeto (titular)  del derecho de propiedad, de ¿quién son esos bienes, hoy mal llamados del Estado? Me parece que la respuesta es obvia: de cada uno de los habitantes (ciudadanos) de esta tierra llamada Venezuela. Si esta, como lógicamente lo es, la realidad. ¿qué hacer con esos bienes? ¿quién los administrará en forma adecuada? y ¿cómo? Entiendo que esas respuestas van más allá de los límites de este trabajo. Sin embargo y consciente que hay venezolanos, quizás expertos en la materia, y que podrían aportar soluciones viables, justas y ajustadas a derecho natural, yo trataré de aventurar una de las tantas posibles soluciones. Pienso que la Asamblea Nacional que tiene, por elección popular, la representación política de los ciudadanos venezolanos, podrían asumir, mientras los ciudadanos, bien sea por “enmienda constitucional”, bien por referendum popular ad hoc, resuelve la situación, repito, creo que la Asamblea Nacional podría asumir esa representación económica especial. De todas maneras hay que distinguir bien claro qué destino, diríamos, provisional,  se da a esos bienes.
Por supuesto que los poderes del Estado seguirán funcionando (económicamente) ajustándose a lo aprobado por la Ley de Presupuesto. Otros bienes, variados, seguirán asignados, manteniendo los ciudadanos la titularidad de propietarios, repito serían o continuarían siendo asignados a los entes del Estado, tanto centralizados como los descentralizados. La Asamblea Nacional deberá mantener una estricta vigilancia y control para que a los bienes se les de el uso para el que fueron asignados.
Otros bienes, producto del feroz Capitalismo de Estado, ya denunciado, serían, una vez verificada su legitimidad devueltos a sus legítimos propietarios. Me refiero a empresas, fincas, y otros bienes confiscados ilegítimamente. Otros bienes que en lugar de producir beneficios a sus dueños, los ciudadanos venezolanos, serían una carga y un desaguadero de recursos, deberían ser vendidos. Finalmente, habrá sobre todo, Empresas que por su carácter estratégico deben seguir siendo propias de todos y cada uno de los venezolanos. Por ejemplo todas las Empresas que tienen que ver con la materia energética: PDVSA, Empresas eléctricas, etc. ¿cómo y quién administraría esas empresas? Para mi, es obvio que la Asamblea Nacional. Esta, por consenso nombraría las Juntas Directivas, aprobaría presupuestos de funcionamientos e inversión y terminado el ejercicio económico correspondiente, hechas todas las reservas legales (impuestos, pagos de pasivos laborales, etc.) a las utilidades que produzcan se les dará el destino que consideren mejor a los intereses de sus legítimos dueños, es decir los ciudadanos venezolanos. Recuérdese que la Asamblea Nacional  ejercería una administración no de propietaria, sino de delegada. Yo diría, que sea cual fuere el camino escogido debe estar enmarcado dentro de los parámetros de la Justicia Solidaría. El siglo XXI, estoy seguro, es el siglo de la solidaridad humana. En Venezuela, no debe existir un solo ser humano, un ciudadano, que lleve una vida de pobreza y miseria,… en condiciones infrahumanas.
Una reflexión final. Si este ensayo, a juicio de mis conciudadanos, tuviera alguna validez, creo que estamos abriendo el camino al advenimiento del “Estado Solidario”. En tal caso, creo que debemos, al menos, comenzar a pensar, en un cambio del sistema de gobierno, presidencialista, y lo digo, basado en el estudio de nuestra Historia, desde que nos constituimos como República independiente, ha sido el terreno mejor abonado, para el surgimiento de “lideres” demagogos y populistas, ambiciosos del poder, despilfarradores de nuestras riquezas naturales, que se han creído “lideres” del tercer mundo, en unos casos y en otros para la intromisión de caudillos autoritarios, déspotas que tratan a los ciudadanos como si fueran sus esclavos. Ha habido excepciones, muy honrosas por cierto, pero al fin y al cabo excepciones.
Habría que irnos, pienso, al sistema de gobierno parlamentario. Creo que en ese sistema hay más posibilidades de conseguir verdaderos estadistas, humildes, trabajadores honestos y capaces. En todo caso, tendríamos una enorme ventaja, que si no sirven los podemos cambiar sin tener que esperar largos años de periodos presidenciales, en el mejor de los casos y en el peor, recurrir a métodos prohibidos en toda sociedad civilizada; me refiero al tradicional y siempre traumático “golpe de Estado” que para lo único que sirve es para un “quítate tu para ponerme yo”. Sea cual fuere el destino de este ensayo, quiero dejar bien claro que lo único que pretendemos, es crear las condiciones y el ambiente para que todostodos los venezolanos podamos “cultivarnos a nosotros mismos y de una manera ordenada, desarrollarnos” como ciudadanos dignos de esta tierra de Bolívar que llamamos Venezuela.


            

Epilogo

En nuestra patria una grave crisis sacude los cimientos de la sociedad. No es solo una crisis económica originada por el despilfarro, la imprevisión, el afán del dinero fácil, la falta de escrúpulos en el manejo de los dineros de todos…repito, no solo se trata de una crisis económica, cabalgamos en una crisis moral, una crisis de los valores éticos; una crisis institucional; no hay institución que no esté sufriendo los embates de la crisis: El poder ejecutivo, el parlamento, el poder judicial ya no tienen ni el respeto, ni la credibilidad del país; hay una ausencia de liderazgo genuino que le indique a los ciudadanos las metas de desarrollo en los que para su patria pensó El Libertador. 
Se habla de sacrificios, producción, desempleo, inflación, aumento de salarios, corrupción, drogas, de refinanciamiento de una deuda que nunca debió existir y otra recientemente contraída que es un contrasentido.
El ciudadano común y corriente se encuentra sorprendido y confuso.
En este país cualquier cosa puede pasar.
Yo estoy convencido que la crisis es superable y Venezuela puede salir adelante. Pero el país tiene que buscar su rumbo; el inicio de la búsqueda de ese  rumbo comienza con un gran acto de sinceridad: el sincero reconocimiento de la Justicia Solidaria y su puesta en práctica sin mezquindades, es decir el tercer principio de la Revolución Francesa: “Solidaridad”. De ahí el título del ensayo El Manifiesto Solidario.








INDICE

      Introducción
I. Prefacio.
II. Parte Primera: Los Derechos del Hombre.
Libertad, Igualdad y Fraternidad (I)
La Solidaridad (II)
El Acto Humano del Trabajo como Fundamento del Derecho de Propiedad (III)
Las Tres Etapas de La Esclavitud (IV)
La Injusta Distribución de La Riqueza (V)
El Trabajo Creador-Transformador de Riqueza (VI)
Las Acciones de Capital y las Acciones de Trabajo (VII)
La Legislación Social (VIII)
III. Parte Segunda: El Estado Solidario.
IIII. Parte Tercera: El Caso Venezuela
V. Epílogo.

























DERECHOFacultad natural del  hombre para hacer legítimamente lo que conduce a los fines de su vida. (Diccionario de la real academia Española de la Lengua)

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