domingo, 4 de septiembre de 2016

Una reflexión optimista.......Gustavo Coronel




 
Una reflexión optimista sobre el futuro de Venezuela
Gustavo Coronel
Qué hacer en Venezuela es la pregunta que se hacen millones de venezolanos, la mayoría con desesperanza y pesimismo. A la luz de lo que nos ha sucedido en los últimos 17 años ese desánimo no es injustificado. La Venezuela democrática de las décadas de 1960 a 2000 parece haber desaparecido y reemplazada por un país material y espiritualmente sucio, donde los malos saquean y los buenos se quejan en silencio.  Venezuela parece un país con 30 millones de habitantes y con apenas una cuarta parte de ciudadanos capaces de contribuir a sacar al país adelante. Los otros millones de venezolanos son gente que no puede o no quiere contribuir al progreso de la nación por, entre otras,  las siguientes razones:
·       Piensan que el país es muy rico y por lo tanto debe darles todo lo que necesitan sin trabajar. A esta creencia ha contribuido decisivamente el régimen político de los últimos 17 años y, en cierto grado,  los gobiernos anteriores;
·       Piensan que el petróleo le garantiza a la nación un cuantioso ingreso que hace posible lo que decimos arriba. Esto siempre ha sido mentira, hoy más que nunca una mentira, cuando el futuro de ese petróleo venezolano es tan negro como él, debido a su baja calidad y a la tendencia mundial a reemplazar los combustibles fósiles con fuentes energéticas menos contaminantes;
·       Tienen un nivel educativo muy bajo, lo cual los hace presa fácil del populismo y la demagogia;
·       Sus líderes muestran un pronunciado complejo de inferioridad frente a países más adelantados y piensan que ese adelanto ajeno  ha generado el atraso propio. Argumentan que alguien les ha quitado lo que era de ellos y que las potencias mundiales codician nuestras “riquezas" por lo cual nuestro símbolo como país debe ser la desconfianza y la altanería en nuestro trato con el resto del mundo;
·       Muestran resentimiento social hacia los compatriotas quienes han podido salir adelante debido a su educación y a su trabajo. Piensan que solo podrán salir del foso en la medida en la cual logren rebajar a los más educados a su nivel, en lugar de pensar subir al nivel de aquellos;
·       No tienen clara conciencia de Nación, sino conciencia de un Estado todopoderoso, al cual identifican con el gobierno de turno y, peor aún, con el caudillo o jefe del momento, de quien esperan todos los favores y la solución de todos sus problemas. No se ven como participantes en un esfuerzo colectivo sino como hijos del caudillo;
·       La historia de Venezuela, desde la Colonia hasta nuestros días, ha sido una historia de exaltación del estado sobre el ciudadano. La imagen de país que tienen estos millones de habitantes es la de dinosaurio todo poderoso que vela (o ejerce su fuerza bruta) sobre los pequeños seres que gravitan a su alrededor. Aún nuestros líderes más sagaces no han podido quitarse de encima el pesado fardo ideológico estatista. Aún nuestro liderazgo más joven habla de empresas básicas bajo control estatal, de dirigismo estatal, de un excesivo peso del estado en la vida de la Nación
Con un mayoritario sector de la población en el cual imperan estas actitudes y carencias no es fácil progresar. Peor aún, en los últimos 17 años el régimen político, integrado por lo peorcito del lumpen no ciudadano ha logrado ahondar el odio de clases entre la población. Le ha hecho creer a millones de venezolanos que ellos se merecen todo sin trabajar y que la riqueza debe ser redistribuida, olvidando que lo importante es crearla. Hablan de repartir una torta que no crece para que a cada quien le quede un pequeño pedazo insuficiente,es decir, seamos igualmente pobres. El régimen ha ido más allá todavía. Le ha hecho creer a los trabajadores que ellos pueden reemplazar al sector técnico y al sector gerencial en la conducción de las empresas. Le ha dado a los trabajadores la conducción de las empresas de Guayana con resultados predecibles. Ha puesto en manos de 100.000 trabajadores el plan estratégico de PDVSA, con los resultados que están a la vista. El Presidente Maduro dice que la gerencia de cada empresa privada que se vaya será reemplazada por los trabajadores. Así lo dice hoy el sindicalista chavista Wills Rangel al comentar el posible retiro de Venezuela de la empresa de servicios petroleros Schlumberger: “Nosotros la manejaremos”.
Con esta absurda postura han convertido al sector laboral en aprendices de brujo. Les han hecho creer que la meritocracia es una mala palabra y que todos tenemos derecho a ser jefes. En una Venezuela de caciques, planificadores de mentirita y miles de generales, sin soldados rasos o trabajadores es fácil explicarse por qué escasea el papel tualé.
Qué hacer en, y con Venezuela es, por ello, una proposición compleja de formular. Es fácil decir que hay que arar con los bueyes que tengamos pero es necesario admitir que hay una mayoría de bueyes que no saben arar o no quieren hacerlo.  Cuando hay mucho fardo inútil, quienes pueden y quieren trabajar deben llevar no solo la propia carga sino el inmenso peso de mucho fardo inútil. Por cada Lorenzo Mendoza tenemos mil Pedro Carreños. Por cada gerente genuino centenares de Wills Rangeles.  Por cada José Guerra docenas de Arné Chacones. Por  cada Schlumberger múltiples contratistas corruptos, a lo Derwick, Rincón, Socorro o Ruperti.
Y, entonces, qué hacer? Quienes tomen las riendas de la Venezuela del futuro deben saber que estarán comprometidos a un proceso largo y penoso de recuperación nacional, la cual deberá tener tres pilares fundamentales:
·       uno, un liderazgo honesto y capaz de inspirar a nuestro pueblo a ser mejor, a trabajar, a educarse, a dejar de ser un fardo pesado e inútil para convertirse en ciudadanos. Así como Chávez sedujo a millones y los hizo peores, así un nuevo liderazgo debe seducir a nuestro pueblo y entusiasmarlo con la idea del esfuerzo y del progreso individual. Este pilar es el más difícil de lograr y, al mismo tiempo, el más fácil, porque todo depende del líder y de sus cualidades carismáticas. Necesitamos ver aparecer a nuestro Churchill, a nuestro Lincoln, a nuestro Cardoso, los polos opuestos de los Castro, de Chávez o de Lula. Un gran liderazgo puede obrar milagros.  
·       Dos, una apertura al mundo, un país con reglas de juego estables y transparentes, un concepto de gerencia  nacional sobre los recursos del país que no involucre asfixiante estatismo y acomplejados y falsos conceptos de soberanía.  
·       Tres, un proceso sistemático, continuo y perseverante de educación ciudadana y de educación para el trabajo de la población, a fin de convertir el lastre en efectivos agentes de progreso. Este es un proceso que ha sido logrado en otros países y puede lograrse en Venezuela en el curso de dos generaciones.

Confrontados con infinidad de problemas los venezolanos de hoy piensan que la Nación es irrecuperable, que estamos condenados a ser para siempre una tribu semi-salvaje de envidiosos y resentidos, como la que ha creado en nuestro país el régimen que hoy agoniza.  Hay quienes propugnan abiertamente una transición integrada por buenos y malos, porque mejor sería tener algunos buenos en la mezcla, sin darse cuenta del inmenso riesgo de embrutecimiento que corren los buenos que coexisten pacíficamente con los malos. 
La verdad es otra: Un liderazgo que llegue al poder con una nueva actitud puede obrar milagros en relativamente poco tiempo. Un liderazgo que entusiasme al país y que contagie al pueblo con deseos de verdadera grandeza, de buena ciudadanía, de formar parte de una sociedad de gente decente, cordial y honesta.
Yo creo que ese liderazgo existe en Venezuela y saldrá a flote. Algunos de esos líderes son ya conocidos, otros surgirán. Serán mujeres y hombres de correcta hechura moral, valientes e incapaces de vender el alma, quienes aborrecerán adular y ser adulados, para quienes los ingredientes del éxito no se miden en riquezas materiales sino en satisfacciones y orgullo ante la labor cumplida. Creo que esos venezolanos existen y podrán darle un vuelco dramático a un país que hoy parecería irrecuperable.  
Publicado por Gustavo Coronel en 9:47 

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