sábado, 12 de marzo de 2016

En la calle es la cosa Miguel Sanmartin

En la calle es la cosa

MIGUEL SANMARTÍN |  EL UNIVERSAL
sábado 12 de marzo de 2016  12:00 AM
Parece, camarita, que llegó el momento (temido) de sacar las alpargatas. Y no es para poner los pies en polvorosa y esfumarse por los caminos verdes debido a lo rudo que está la situación. No, es para zapatear porque lo que viene es guateque. Suena la rumba. Es joropo... llanero... recio, del bueno.
 
En efecto, las pasiones -también los deseos y la esperanza- toman la calle... Igualmente avenidas, plazas, parques y cualquier otro espacio público donde sea factible reunirse a mitigar la impotencia y drenar la rabieta. Para lo cual también está permitido aporrear ollas, cazuelas, sartenes, budares y tobos. Hasta batuquear rines. Sí, rines. Total, no se encuentran cauchos para ponerles. Ni baterías hay. Tampoco medicamentos esenciales. Menos se consigue qué cocinar y, en ocasiones, falta con qué prender la hornilla porque se va el gas o no hay luz. Si de carencias se trata, carne, pollo, atún, arroz, pasta, mayonesa, salsa de tomate, leche y café, entre otros artículos, brillan por su ausencia. Los granos son un lujo que pocos se pueden permitir, las sardinas pasaron a ser comida de ricos y la harina de maíz precocida resulta una fantasía tropical. Lo poco que aún se puede conseguir tras largas colas frente a los supermercados es incomprable para las mayorías empobrecidas por esta revolución.

Pero también el desasosiego y la incertidumbre toman su lugar en la palestra. Marcando distancia, por supuesto. En esta explanada no predominan las alpargatas. Es que tampoco bailan joropo. Prefieren el danzón, la guaracha y el guaguancó. Mucho menos se dejan ver con cocuizas o zapatos de cartón elaborados por empresas socialistas productivas. Por el contrario, sí se vislumbran algunas botas. De campaña. Pero la mayoría de la (hoy) minoría roja gusta ir por la vida, de cumbre en cumbre, de gira en gira, de jubileo en jubileo, exhibiendo "pisos" de creadores tan criollitos como el Bacardí o la avena Quaker: Vuitton, Boss, Zegna, Chanel, Dior, Armani, Choo, Prada o Louboutin.

Estos descuellan también por su surrealista fraseología revolucionaria y el desparpajo para injuriar o quebrantar la ley exponiendo públicamente la privacidad a la cual tienen derecho todos los ciudadanos. Son asombrosos fabulando y formidables en las excusas. Alucina su astucia-descaro para desfigurar la realidad. La megalomanía marca su conducta y desempeño. Nunca tienen la culpa de nada. El país cayéndose y ellos impávidos. La gente muriendo por falta de medicinas y el deterioro de los hospitales y ellos pidiéndole paciencia a los enfermos. ¿La crisis? ¿La escasez? ¿La inseguridad? ¿Los desaparecidos? ¿La corrupción? ¿La miseria? La culpa de la debacle, según su libreto revolucionario, será siempre de la oposición golpista, la derecha maltrecha, la oligarquía adeco-burguesa, del paramilitarismo, del eje Bogotá-Miami-Madrid, del imperio y de las guerras económica y mediática.

Desencantado y abrumado, harto de penurias y padecimientos, el soberano exige el fin de la farsa "socialista". Demanda cambios. Fue contundente su demostración el 6D. Y continúa en esa ruta renovadora. Alzó su voz de protesta. De momento son escarceos sin faltar conatos de agitación. Cada vez son más frecuentes. E intensos. Con tendencia a expandirse presionando la erradicación de las causas que generaron la crisis y el consecuente malestar colectivo. Hoy es otro día de calle. Está vez convocado por los dirigentes para una organizada demostración de descontento. Será una medición de fuerzas porque la contraparte también citó a los suyos, colectivos incluidos, pero para protestar contra los mitos, fantasmas y demás entelequias que, según alegan, son los causantes de la debacle. O cambian o los cambian. Ya veremos.

msanmartin@eluniversal.com


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