sábado, 2 de abril de 2016

El papel del miedo Ismael Pérez V.

El papel del miedo

2 Abril, 2016
El Miedo, así se llamaba el hato de Doña Barbara en la formidable novela de Rómulo Gallegos y con ese nombre Gallegos retrato una situación, una forma de vida que su personaje en la novela intentó imponer en el llano, a todos los demás, para acumular tierras y ganado, símbolos inequívocos de poder en esas tierras y en la Venezuela de comienzos del siglo XX.
Hoy vivimos una época en la que el miedo forma parte de nuestro entorno cotidiano y tiene rostro multiforme.
Tenemos miedo a la inseguridad personal, a que nos asalten o secuestren, a la violencia del crimen aleatorio, sin sentido o al organizado; pero también a la crisis económica, a la escasez y el desabastecimiento, a quedarnos sin comida o medicinas, miedo al desempleo; y observamos como en otros países hay miedo al terrorismo, a la creciente ola migratoria que afecta a su población que por lo general tiene tasas negativas de crecimiento poblacional desde hace varios años, miedo a perder la esencia de la identidad nacional.
En política, el miedo, ya lo sabemos, es una poderosa arma de dominación y control social y también puede ser paralizante, negativo y conducirnos a sacrificar derechos civiles y políticos y libertades individuales, si eso nos preserva en una falsa seguridad.
Infundir miedo ha sido una clara estrategia de este Gobierno para mantenerse en el poder. A los suyos con el temor a un supuesto golpe de estado que les haga perder privilegios y prebendas. A todos los demás, atemorizándolos con la inseguridad, la incertidumbre y el caos, en el caso de que ellos pierdan el poder.
Pero además, con los cuerpos policiales y los otros poderes del Estado, tratan de amedrentar a los ciudadanos hasta la parálisis, infundiendo un miedo a veces indefinido, a través de detenciones, persecuciones, acosos, creando falsos escenarios de una supuesta guerra económica, que como toda guerra solo trae penurias y problemas. El objetivo es que sus “enemigos” y el ciudadano común se retiren, se alejen y desaparezcan de la escena política y social y desincentivando la participación activa en las cuestiones públicas.
Atemorizada, la sociedad se fracciona en individualidades, mucho más manipulables, aplicando la estrategia del “sálvese quien pueda”, resaltando las diferencias individuales, de personas y grupos políticos y olvidando los puntos de encuentro e identidad común entre ellos, porque dividiendo es como “se reina” y es más fácil convencer. Así también el miedo cumple el papel de ayudar a preservar el poder.
Por eso el Gobierno no resuelve nada, no concreta ninguna medida que en verdad solucione algún problema grave del país. No es solo por su crasa incapacidad, más básico aun, el Gobierno, aun suponiendo que reconociera que los problemas existen, que no lo hace, tampoco resolvería nada, porque lo que le interesa es preservar la incertidumbre y el caos, porque estos generan la amenaza de violencia, miedo y el miedo paraliza, dispersa e impide actuar.
Ante el miedo lo que provoca es salir corriendo, dejar el país o escondernos en nuestras casas, aterrorizados, sin hacer nada y ese es otro de los objetivos que busca el Gobierno; lo que quiere es que “nos vayamos”, al exterior o a nuestro hueco en la tierra o en nuestras casas, que abandonemos todo y les dejemos el país a ellos, para seguir haciendo y deshaciendo, como ocurrió en la Cuba de los años 60 del pasado siglo. Por eso no resuelve nada y niega toda iniciativa, venga de donde venga, aunque le pudiera sacar provecho político.
De allí esa conducta, francamente irritante del Poder Ejecutivo ante toda iniciativa de la Asamblea Nacional –aun cuando favorezca al pueblo– que es desconocida, relegada y enviada al TSJ con argumentos pueriles. Simplemente lo que busca es irritar, molestar, detener, obstaculizar y desconocer. E igual podemos decir de otros funcionarios del Estado, como por ejemplo los Gobernadores, que se niegan a acudir y comparecer ante la asamblea, aun cuando eso les permitiera aclarar su posición frente a determinados problemas, como el de la matanza en Tumeremo. Ponen a prueba la paciencia del más pintado, hasta del Santo Job, si este estuviera en el país.
Pero el miedo no es necesariamente algo malo. Puede convertirse en un impulso positivo para resolver y superar las condiciones que lo generan. Al miedo se le combate de frente, con esperanza, información y acción. Y esa debe ser la tarea de la oposición, de la MUD y de los parlamentarios de la Asamblea, llenar al país de información, esperanza y un plan de acción, donde participemos todos:
· La MUD y las organizaciones políticas recorriendo el país, casa por casa, con dos consignas fundamentales: las elecciones regionales de gobernadores y la revocatoria del mandato del actual Presidente.
· La ciudadanía movilizada con un camino constitucional y democrático a través de los procesos electorales y el reclamo de sus derechos.
· La mayoría democrática de la AN, promoviendo leyes económicas a favor del pueblo, que le ayuden a abrir los ojos a la esperanza y un futuro mejor y posible, sin importar si son rechazadas o declaradas inconstitucionales.
Lo que se haga ahora quedara en la conciencia del pueblo y quedara como precedente, como antecedente, ante una justicia que algún día volverá y se impondrá.


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