jueves, 9 de octubre de 2014

Los hijos de los pica piedras Oswaldo Pulgar P.


Opinión
Oswaldo Pulgar Pérez
ND


Los hijos de los Picapiedras

Todos recordamos en la televisión a Pedro y Vilma Picapiedra junto con Pablo y Betty Mármol. Ambos tenían hijos. Solo recuerdo el nombre de uno: Bebel. Resulta que en días pasados enciendo la televisión y me encuentro con el siguiente diálogo entre ellos. Lo transcribo porque estos personajes no tocaban temas trascendentes en su vida diaria.

Al parecer, Betty y Pablo querían tener más hijos y Vilma Picapiedra le recomendaba a Betty que para qué iba a complicarse la vida, si la ciencia proporcionaba tantas opciones para gozar sin las consecuencias de los hijos. Tener más hijos suponía para los padres vivir con estrechez, poder salir menos de vacaciones, tener menos aparatos eletrodomésticos en casa, etc.

Pedro salió enseguida en defensa de Betty. Les hizo ver a ambas que le parecía de muy mal gusto incluir a los hijos dentro de la categoría de “consecuencias desagradables” de las que había que “cuidarse”. Vilma mencionó la piedra-píldora que vendían en la farmacia, y que ofrecía todas las garantías.

Pedro insistió, esta vez con el apoyo de Pablo, que los hijos son fruto del amor de los padres y que no se les podía ver –con egoísmo-, como un estorbo para la vida cómoda. Además, -añadió Pedro- Vilma y yo no tuvimos más porque no pudimos, pero ya los habríamos querido. Si no, ¿quién nos va a cuidar cuando seamos viejos? La dicha de los padres son los hijos. La satisfacción que da verles crecer, salir con ellos, ayudarles en la tareas, es algo que no se paga con nada del mundo.

Dijo además que había leído en una revista científica que, en el 99% de los casos llamadas píldoras anticonceptivos no son anticonceptivas, sino abortivas. Esto es, no impiden la concepción que se realiza normalmente, sino la anidación del embrión en la paredes del útero, donde pasará los siguientes meses para desarrollarse y salir. Al no encontrar “nido” sale expulsado con la menstruación, por tanto puede llamarse con toda propiedad un “aborto”. Vilma se llevó las manos a la cabeza, por dos motivos: descubrir que su marido sabía tanto de biología humana y del engaño de los laboratorios para vender el producto. Ninguna madre compraría píldoras para abortar a sus hijos. Usan el eufemismo de anticonceptivas, un término completamente falso.

A partir de ese momento cambiaron de opinión y prometieron movilizar a sus amigos, para denunciar lo que comercialmente está tipificado en el código penal empresarial como “publicidad engañosa”.

opulgarprez6@gmail.com 

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