lunes, 12 de enero de 2015

Yo, el subversivo Sumito estevez

 Blog de Sumito Estévez

Yo, el subversivo; por Sumito Estévez

Por Sumito Estévez | 11 de enero, 2015
Yo, el subversivo; por Sumito Estévez 640
1
Convencer a una persona hermosa de que no sirve para nada toma varios golpes, pero es posible.
Esposas minimizadas a fuerza de decirles “Yo me encargo. Tú de eso no sabes”. Niños humillados por la risa de un padre que en público dice “¡Estas cosas que tiene este muchacho!”. Empleados que perdieron la llama de la pasión a fuerza de jefes que nunca voltearon a escucharlos. Golpe a golpe, poco a poco, perforando con sadismo los sueños. Así hasta lograr que una mujer se convenza que es fea y bruta; que un niño se convenza que la espontaneidad que la providencia le regaló es un peso; que un empleado se convenza de que su espacio en la vida es ser empleado para siempre.
Golpe a golpe hasta que terminemos por creer que somos un defecto.
2
Convencer a una persona de su potencial toma varios versos, pero es posible.
Esposas a las que les has hecho entender que son tus socias y que jamás tomarías una decisión si no es concertada y discutida. Niños que bailan pésimo, pero igual los acompañas a las clases de ballet para que entiendan que es válido probar cualquier decisión. Empleados a quienes empujas a contribuir con sus ideas. Verso a verso, poco a poco, rasgando con suavidad sus miedos para alumbrar sus virtudes. Así hasta lograr que una mujer sea una igual; que un niño sea el hombre del mañana que logró descubrir cuál era su talento; que un empleado sea empleador.
Verso a verso hasta que nos convenzamos que somos gente hermosa.
Que nadie nace malo.
3
Todo el mundo quiebra algo en algún momento. A todo el mundo se le caen las cosas.
Recálcale a una persona todos los días que es torpe y cuando se le caigan las cosas pensará que era inevitable. Dile que lo que hace tiene valía y cuando se le caigan las cosas querrá repararlas.
Ésa es la diferencia crucial entre golpe y verso.
4
Las comunidades, los países, son muy parecidos a las mujeres que han sido golpeadas desde la palabra y desde el puño, cuyos maridos las han convertido en una nada con moretones en el alma que se ven feas en el espejo y que desde hace rato dejaron de intentar hacer cosas porque las convencieron de que todo lo que hacen está mal.
Dile a una comunidad que su cultura es basura y, golpe a golpe, dejará de cantar. No aplaudas a una comunidad cuando quiera danzar y, con el tiempo, no le quedarán ganas de celebrar. No apoyes organizando, si estaba en tus manos, un concurso de pintura en tu comunidad y verás cómo ni la fachada de las casas estarán pintadas.
Dile a un país que no tiene capacidad para ser gentil y, tarde o temprano, terminará por pensar que es algo genético. Golpe a golpe. Indiferencia a indiferencia. Prioridad a prioridad. Así hasta que, parafraseando a Horacio Guarany en voz de tantos, calle la luna porque han callado los cantores.
Dile a un país cada minuto, cada tuit, cada conversación, que nada sirve y terminarás por convencerlo, hasta que derrotado se vea en el espejo con su morados y en vez de acusar a quien lo golpeó afirme que ya no sirve, que no servimos.
5
Estoy cansado de que me digan que el país o yo o mi comunidad o mis vecinos no servimos para nada. Juego a cada instante el juego de trabajar con la comunidad a la que pertenezco, de la que soy parte, para que juntos mostremos con orgullo lo que somos como cultura.
Es mi forma de subversión. Es la que encontré.
Soy subversivo porque ayudo a organizar festivales y concursos de recetas populares, para que la gente sepa que es garante de un tesoro que todos respetamos.
Soy subversivo con mis fotos en Instagram de las miles de caras de artesanos populares que hacen cosas en el país, esa es mi manera de mostrar lo lejos que estamos de una derrota.
Soy subversivo documentando todo lo que pueda, porque es la palabra escrita lo que garantizará continuidad.
Soy subversivo desde mi chauvinismo desmesurado, porque ha sido la manera de entender que no soy un espectador sino socio.
Venezuela es un país realmente hermoso. Nadie plantea voltear la mirada frívolamente cuando es obvio que las cosas van mal. Es imperdonable que unos pocos, desde las armas, la corrupción y el uniforme, nos hayan llevado al borde de lo invivible. Pero no será golpe a golpe que podremos resolverlo, porque nadie que se siente menos, feo y derrotado puede levantar su voz de oprimido.
¡Verso a verso! ¡Canto a canto! ¡Baile a baile! ¡Pincelada a pincelada! ¡Fogón a fogón! Así hasta que nos veamos al espejo, bonitos como somos ,y sepamos que merecemos algo mejor. Acompañando con aplausos a quien cree y crea un país y un mundo posible.
Sumito Estévez 

Comentarios (90)

Bravo Sumito! Que manera de hacernos reflexionar sobre el papel que tenemos como individuos en la comunidad a la que pertenecemos. Ojalá estas semillas que lanzaste al viento lleguen a mentes fértiles y se multipliquen. Muchas gracias

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