viernes, 1 de agosto de 2014

16- Era una traga-venados




16-  ERA UNA TRAGA VENADOS

Yo estudie en Calabozo desde tercero hasta sexto grado.  En esa época el horario semanal escolar comenzaba el lunes a las 8 de la mañana, y terminaba el sabado a las 6 de la tarde,con un receso de dos horas, al medio dia para almorzar.    Yo llegue a Calabozo un 17 de setiembre de 1937.
Cuando comence el 4o grado, nos cambiaron el horario semanal.
Se introdujo lo que llamaron "el sabado ingles" y el horario de clases terminaba al medio dia del sabado.  Se recomendaba que esa tarde libre de los sábados se utilizara para la practica deportiva.
En Calabozo, como entoda la Venezuela profunda, los deportes existentes eran, para adultos, las peleas de gallos y los toros coleados; para los niños, los juegos de metras o los trompos.
En el Semisario, los curas inventaron los paseos vespertinos de los sabados. Asi que todos los sabados salíamos de Calabozo, de la ciudad y nos dirigíamos, caminando, unas veces a La Misión de  Arriba, como a unos 10 kilometrs de Calabozo; otras hacia la La Misión de Abajo, mas o menos, 10 kilometros de caminata;  y otras hacia las Lagunas: la de Los Patos, mas lejana, o la del Vicario que quedaba mas cerca.
Allá, tan lejos como marzo de 1723, los Frailes Capuchinos andaluces, Salomé de San Miguel y Salvador de Cádiz, reunieron a casi medio millar de indígenas de distintas tribus y fundaron dos pueblos:
la Santísima Trinidad de Calabozo ( Misión de Abajo ), y  Nuestra Señora de los Ángeles  ( Misión de Arriba ); equidistante de los dos poblados de indígenas, se fundo una para los españoles que se llamo
Villa de todos los Santos de Calabozo.  Por cierto que mucha gente se pregunta, y ¿porque el nombre de Calabozo?  La respuesta nos la dio
Monseñor Eduardo Antonio González, nuestro profesor de Historia de Venezuela: resulta que el Río Guarico, antes de la construcción de la Represa, tenia como una vuelta alrededor de la ciudad que se parecía a un instrumento de labranza de hoja muy afilada que en ese entonces utilizaban para cortar arboles, llamado CALABOZO.
A nosotros, en nuestros paseos sabatinos, en tiempo de invierno, preferíamos la Misión de Arriba;  allí habia muchos mangos y mereyes que hasta se perdían.  En verano preferíamos la Misión de Abajo porque allí habia un pozo totalmente natural pero que era una maravilla; no era muy profundo y sus aguas eran cristalinas; a el se llegaba por unas escaleras de cemento, y en tiempo de verano, era una delicia darse un chapuzón en ese pozo.  Los vecinos de Calabozo preferían bañarse en el Río Guarico. Allí, sin tener que salir de la ciudad, habia dos especie de rústicos balnearios, uno frente a la plácita Lazo Martí, y el otro hacia la salida para  San Fernando; además allí cerca estaba el atracadero de los bongos que venian del Apure.
En verano tambien visitábamos la Laguna del Vicario. Esa pequeña laguna hoy no existe; fue rellenada  y en  esos terrenos se construyeron unas pequeñas urbanizaciones, Vicario I y Vicario II.
En aquel entonces esa laguna se llenaba y en verano se convertía en un pequeño charco.  A ella, en verano concurrían muchos animales a beber agua: ganado, bestias, venados y hasta chiguires; a nosotro nos gustaba mucho, en verano, ir allí porque al pequeño charco de la laguna concurrían millares de palomas montañeras.  Nosotros teníamos unas trampas, rústicas hechas por nosotros mismos y cazábamos muchas palomas.   Por cierto que en uno de esas caminatas al Vicario, nos acompaño el  entonces Padre, recién ordenado, y que despues fue Monseñor Loreto.  Mientras nosotros armábamos las trampas alrededor de la laguna, el Padre Loreto se sentó sobre un tronco y se puso a rezar en su Breviario.    De pronto nos dimos cuenta que el Padre se caía del tronco.  Cuando nos acercamos estaba como dormido.  Uno de los compañeros atino a ver una enorme tragavenados que se acercaba a donde estaba el Padre. Éramos unos niños de trece y catorce años;  pero nos dimos cuenta del peligro que corría el Padre; de manera que entre todos, arrastrando lo sacamos lejos de la laguna; no tuvimos que ver con las trampas y en cuanto el Padre se despertó nos regresamos a Calabozo.   El Padre habia sido "bajeado"  por la tragavenados.
 Ya en Calabozo, avisamos al Jefe de la Policía, el Coronel Troconiz, abuelo del Dr. Viana Troconiz, Alcalde de Calabozo y lamentablemente fallecido cuando todavía podía dar mucho por su querido Calabozo.   El Coronel  Troconiz mando a unos policías, y estos mataron la serpiente.   Era una  TRAGA VENADOS.

Caracas, 4/E de 2014.

Héctor Corro I.


Serie : RECUERDOSl

No hay comentarios.:

Publicar un comentario