lunes, 18 de agosto de 2014

LA UNIDAD UNIDA - Fernando Rodríguez

La Unidad unida
Fernando Rodriguez
Tal Cual
Mira que corrió tinta, preferentemente de color negro, para augurarle a la Mesa de la Unidad Democrática los peores designios, las fracturas más irreparables y hasta la rigidez mortuoria. Venía por supuesto de los enemigos rojos enchufados o socios obesos, de algunos cazadores que sin desenmascararse del todo andan en busca de soluciones que la evadan, de las sanguijuelas electrónicas y los heroicos combatientes de la ciudad de Miami. No es poco poder de fuego. Los misiles arreciaron con las renuncias de Aveledo y Medina que algunos tomaron como síntoma de una fase ya terminal.

Y ya usted ve, bastó un par de "encerronas" para que las cosas dieran una vuelta de 180 grados con respecto a las fatales predicciones. Que se expresara la voluntad unánime de seguir unidos, de tratarse con las reglas del Manual de Carreño, de elaborar algunas consignas genéricas comunes que satisficieran, por igual, a los contrincantes mayores: una buena ración de calle mezclada con expansión de la base opositora y objetivos electorales, todo sazonado con constitucionalidad y procedimientos pacíficos, pero también con ojo pelao por si la cosa se pone como plaza egipcia, posibilidad que nadie puede negar dada la intensidad del tsunami económico que ya está encima, pero apenas comienza.

Y quién quita que las citadas renuncias fueran un cierre muy sabio de una gestión muy sabia.

Aquí hemos apostado siempre por la unidad, como condición primera de cualquier proyecto opositor venturoso. De manera que estamos contentos de haber pasado el rubicón, a sabiendas de que vendrán otros, es más que estamos conscientes de que la política es el arte de pasar rubicones. Y que la única manera de hacerlo, como decía Américo Martín este fin de semana (Talcual), es comprando la necesaria pluralidad y contrariedad de la democracia.

Paradójicamente creímos que si algo favorecía el entente, es que las dos alas opuestas habían fracasado en sus líneas, al menos provisoriamente. Una por exceso de voluntarismo, la otra por un cierto déficit energético. Eso les ponía enfrente una página en blanco donde se podía empezar a dibujar caminos que recogieran lo positivo y rechazara lo negativo de lo acontecido digamos que en el último año, en el cual hubo muchos sucesos notorios y diversos actores principales.

Por ahora hay que recoger los vidrios rotos, es decir, darle prioridad a la lucha por liberar a los presos políticos y, también, por quitarle el dantesco juicio en ciernes a más de 2 mil protestarios, la mayoría jóvenes y estudiantes. Una cifra sin igual en la historia del país. El gobierno debería entender que esto es una condición necesaria si pretende, si no un diálogo, al menos un adecentamiento del chiquero político en que nos ha metido.

Y también en lo inmediato está la renovación del TSJ y del CNE, nombrar alguna gente decente para esas vacantes sería la condición de posibilidad de jugar un juego democrático menos mafioso y trucado que el que se nos ha obligado a jugar en estos tres lustros. El etcétera lo ponen ustedes.

Pero sí una advertencia final. Está bien, hicieron su llamado al Congreso ciudadano, es lícito. Pero denle el adecuado color partidista o pluripartidista, pero no traten de venderlo como si fuese a futuro un sustituto (robustecido con la sociedad civil, que de verdad nadie sabe cómo se come) de la mesa realmente existente.

Vía Tal Cual

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