jueves, 11 de septiembre de 2014

Dos Visiones de País Pedro Luis Echeverría

Dos Visiones de País

En  la Venezuela de hoy  se confrontan dos visiones de país:
La primera, anacrónica, agotada práctica e intelectualmente, y sobre todo, corrupta. Esta visión pretende construir una sociedad, teóricamente equitativa, sobre la premisa que la expansión de la  pobreza es fundamental para alcanzar una sociedad de iguales. En esa visión, al ser humano se le niegan los derechos de progreso y bienestar individual. 
La segunda, se fundamenta en la construcción de una sociedad nueva, moderna, democrática, inclusiva y plural, orientada a superar la deuda social acumulada durante todos estos años; pero sobre todo, busca  darle preeminencia al impulso creador de cada venezolano  y a su participación en la construcción de un país y un futuro mejor.
Esto coloca al debate político en una coyuntura histórica sobre cuál de las visiones es la más conveniente, puesto que el predominio de una de ellas marcará nuestro futuro y el de esta sociedad.  Se trata entonces, de escoger entre una visión personalizada, atrasada y corrupta o una que proyecte el emprendimiento individual y el bienestar colectivo como premisas fundamentales para alcanzar la modernidad y el crecimiento de nuestras perspectivas como país.
Los opositores al régimen estamos comprometidos a construir un país mejor: democrático, inclusivo, plural, tolerante y vigoroso. Estamos comprometidos con políticas y acciones mediante las que se potencien las competencias y capacidades de los individuos, que permitan al ciudadano identificar sus oportunidades en cualquier ámbito, ocuparse de ellas y gestionar diversos recursos con la finalidad de desarrollar soluciones factibles, perdurables y competitivas. Pero siempre dentro de un marco ético de compromiso con el desarrollo y el bienestar colectivo. Se busca la realización individual y social. Dentro de este paradigma la realización de los planes de vida  individuales es un requisito o condición esencial para el desarrollo de la nación. En este paradigma los individuos capaces de realizar su propio destino,  tienen la fortaleza moral para comprometerse con realizaciones que beneficien a  nuestra sociedad como un todo.
Esa es la propuesta opositora, múltiple en sus orígenes, pero unicolor en su objetivo de salvar a la República, por eso asocia tantas capacidades, talentos y conocimiento. Representa una alternativa sólida, confiable, racional y patriótica, concentrada en los temas centrales con vistas al futuro y para liberarnos de las cadenas populistas y autoritarias que enriquecen a unos pocos y hunden en un pozo sin fondo a toda la Nación. Es el rescate de la vigencia del mérito, la constancia y la decencia; de reinstalar la ética y establecer la tolerancia cero en materia de delitos. Responsablemente, los opositores queremos poner fin al autoritarismo, a las arbitrariedades, a la corrupción monstruosa y al desatino de quienes conducen, por ahora, al país.
Fortalezcamos entonces nuestras potencialidades para auspiciar el cambio del régimen político y el avance y consolidación de la democracia como la forma menos imperfecta de gobernar a una sociedad; mediante la incorporación proactiva de nuestras actitudes y capacidades a la formidable y enaltecedora tarea de cerrarle el paso definitivamente  a la cada vez más cercana amenaza comunista.

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