martes, 30 de septiembre de 2014

MUD con Torrealba. Aurelio Useche K.

MUD con Torrealba

Luego de la renuncia de Ramón Guillermo Aveledo a la MUD, esta organización entró en un debate interno sobre su destino y cuáles serían las opciones a tomar ante las circunstancias, en la cuales el país percibe al gobierno, y en particular a Nicolás Maduro, sin el soporte político que viene de un respaldo a su gestión como presidente. En casi todas las encuestas, las cuales he tenido oportunidad de analizar, encuentro una constante: ni Maduro ni la MUD cuentan con una aceptación razonable en sus actuaciones, lo cual implica que hay una gran desesperanza en el país por la floja convicción que tienen de sus dirigentes, tanto en el gobierno como en la oposición. Las encuestas resaltan que, si bien Nicolás Maduro cuenta apenas con una aceptación del orden de 37%, el resto, es decir, 63%, opina que no está de acuerdo con su gestión; no obstante, esa proporción tampoco se manifiesta en apoyo a la MUD. Ese es el cuadro de la opinión nacional.
Mientras tanto, la crisis económica se está carcomiendo las entrañas del país. Y se manifiesta no solamente en cuanto a la escasez de alimentos, sino en una inflación que puede llegar al 100%, debido a la presencia de factores que le imprimen aceleración. Una espantosa situación con la salud pública, epidemias, falta de medicinas, hospitales inhabilitados para prestar sus servicios, y clínicas y centros de salud privados congestionados, los cuales tampoco pueden ofrecer un servicio razonable. No hay insumos médicos. La seguridad pública cada vez está más desasistida. La delincuencia organizada, secuestros y extorsiones, cada vez más frecuentes. Y una violencia en las áreas populares jamás vista, con los actos criminales impregnados de crueldad, como nunca ocurrieron en Venezuela. En fin, una Venezuela destruida y sin esperanzas. Es el colapso del modelo rentista petrolero.
Y, además, con pocas posibilidades de cambio en el orden político en el corto plazo, entre otras causas, por las contradicciones y vacilaciones de los dirigentes de la MUD. Leopoldo López, Maria Corina Machado y Antonio Ledezma propusieron una protesta con el fin de propugnar un cambio por la vía de la acción popular. Pero no tuvieron respaldo de la “curia” que funciona en la MUD. Varias razones alegadas impusieron esa indiferencia, entre ellas, que las soluciones políticas deben ser pacíficas. Pero se olvidan de que, dadas las circunstancias, en Venezuela las soluciones pacíficas no dejan de ser teóricas, en cuanto a que el actual régimen político se resistirá a entregar el poder, cualesquiera que fueren las vías posibles recorridas para alcanzarlo. Porque las revoluciones, según sus mentores, no se entregan. Luchan en todos los terrenos. Muestra de ello es la reserva militarizada y los colectivos armados, los cuales vienen a construir un paralelo de las Fuerzas Armadas, en caso de que ellas se fraccionen y aparezcan disidencias internas.
Lo cierto es que López y dos de los alcaldes opositores están presos. Y desde la MUD, en ningún momento hubo, para ellos, respaldo alguno. Parece como que, irónicamente, más bien hayan exclamado: “¿Quién los manda?”. 
Ante este cuadro, y en virtud de la tragicomedia de un diálogo cuyos efectos fueron anular un sentimiento popular de rebeldía, con una indudable ventaja para el gobierno, ahora la MUD piensa retomar el activismo político, transformándolo en una acción popular hacia los pobres, ubicándose en los barrios y en los ámbitos más abandonados del país. Este cambio de actitud estaría dirigido por Jesús “Chúo” Torrealba. Su gestión sería exitosa en la medida en que las encuestas le otorguen mayores respaldos populares, y que ese cambio procedería de una evidente decepción del mundo chavista, no militante del PSUV, que se manifestaría como una aceptación favorable a la MUD ante su nuevo discurso popular.
Borges, Barboza, Ramos y Henríquez, entre otros, ante su propia incapacidad y la de sus partidos, de sus dirigentes, para entrar en sintonía con la población y mostrarse como una opción válida de poder, han recurrido a un “importado”, Jesús Torrealba, por cierto, proveniente de las filas del marxismo. Buen comunicador, estratega político, quien se estará jugando su futuro político y el de la MUD en los próximos meses. Torrealba intentará que las clases medias y de bajos ingresos de las áreas urbanas, en las zonas marginales, sientan que existe una organización política, la MUD, que sí los representa en sus aspiraciones. Este inmenso sector de la población se siente muy afectado por el régimen. Ya las misiones no les permiten obtener ingresos para subsistir; la inflación y la escasez han destruido la poca capacidad de consumo que les quedaba. Las colas, el racionamiento tácito que existe y el convencimiento íntimo que tienen, de que los que gobiernan son unos corruptos, ha mermado significativamente su respaldo al régimen. Y mantienen la idea de que con Chávez se vivía mejor.
Me atrevo a advertir que el discurso y la acción de la MUD, bajo la dirigencia de Torrealba, intentará competir con más populismo y demagogia. El mensaje será: “Nosotros, los de la oposición, dirigida ahora por un hombre del pueblo, que viene del pueblo, vamos a ser quienes ayudemos a los pobres”. Y ofrecerán un cambio, desde luego. Pero seguro estoy de que ese cambio a ser ofrecido no se basará en comunicar a las gentes, a las clases medias y de marginales, la imperiosa necesidad de desmontar un régimen económico estatal, “monopólico”, con medios de producción y distribución de bienes en poder del Estado, e ir hacia una verdadera economía de mercado. Que se hace urgente, una intensa participación del capital privado. Las indispensables privatizaciones de Sidor, Cantv, Alcasa, Corpoelec, Cementos, entre otras muchas empresas del Estado arruinadas, para que puedan producir con eficiencia. Y quizás la de mayor peso político, con una conducta de apertura internacional, promotora de la inversión extranjera para aumentar sensiblemente la participación de las más grandes empresas del primer mundo en el negocio petrolero y hacer realidad la aspiración de poner en producción las “reservas más grandes de petróleo”, en una línea ascendente de eficiencia y desmontar ese monstruo burocrático que es hoy en día Pdvsa. Que se impida al BCV crear dinero para financiar al propio Estado, de paso contrario a su misma razón de ser. Que se elimine el control de cambios y de precios. En fin, ofrecer cambios estructurales que sí le darán al venezolano sustanciales mejoras en sus condiciones de vida.
Pero, además, todo ello debe venir simultáneamente –y concomitantemente– con la restitución de un Estado con tres poderes autónomos; con respeto profundo por el Estado de Derecho, así como tener una Fuerzas Armadas apolíticas y no deliberantes. Libertad de opinión y respeto por las opiniones disidentes. En fin, una democracia institucionalmente válida.
Por lo contrario, su discurso, me temo, estará orientado a mejorar en sus palabras ese Estado, pero con una nueva voz “populista”, ofreciendo más misiones, viviendas y abundancia de bienes alcanzados sin esfuerzo. Solo bastaría, según esa voz, con cambiar a los actuales administradores del gobierno. Se agregaría: “En la MUD nos ocuparemos de los pobres. Y que el petróleo sea verdaderamente para el beneficio de los pobres”. Se trataría, en fin, en este cambio de emergencia directiva de la oposición, de sustituir a Chávez, por “otro Chávez”, probablemente más sincero con el pueblo, pero surgido desde las filas de la MUD.
Torrealba, por lo contrario, debe entender y hacérselo sentir a los partidos que integran esa organización política, que ya llegamos al fin de la era del rentismo petrolero. Y, con su muy buen dotada capacidad de comunicación, debe decir que hay que cambiar el modelo económico y político que actualmente rige en Venezuela. Pero pienso que a un marxista le será difícil hacerlo.
No es con más populismo y más demagogia como se podrá poner a Venezuela en condiciones de ser una sociedad moderna, libre, democrática, con empleo, con sostenido crecimiento económico.
No obstante, expreso mi esperanza en torno a que el cambio de orientación en la MUD, conducirá a una salida de este régimen, lo cual será válido si el cambio ofrecido va en dirección de sustituir el modelo “rentista” que se viene manejando. Creo, eso sí, que será necesaria la lucha en las calles. Hay una verdadera desesperación nacional y, al mismo tiempo, una gran indignación colectiva. Por eso concluyo afirmando que no habrá reacción significativa de los factores reales de poder sin una lucha popular con manifiesta intención de cambio. 

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