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Esa tontería llamada etiqueta en la mesa

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¿Por qué te regresaste a Venezuela? Esa es la pregunta que le hice al chef Edgar Leal y  a su esposa cuando tomaron la decisión de dejar los muchos años vividos en los Estados Unidos, su restaurante, su pasaporte norteamericano ganado a pulso; y se vinieron con sus dos niños pequeños que hablaban un español extranjero, y para quienes Venezuela era el país de sus abuelos. La respuesta del conocido chef es una de las más inesperadas que he recibido, pero vista desde la distancia que da haberla decantado, es también de una lógica paternal implacable.
Contaba Edgar que en su restaurante de Miami tenía tres clases de trabajadores: aquellos nacidos en Estados Unidos de padres también norteamericanos, aquellos nacidos en Estados Unidos pero hijos de padres inmigrantes; y finalmente aquellos que habían nacido en Latinoamérica y habían decidido emigrar. Era política de su restaurante que antes de abrir las puertas al público, se sentaran todos en una mesa común a almorzar. Y justamente en esas jornadas de almuerzo comenzaron sus angustias. Notó que muchos de los nacidos en Estados Unidos (hijos de norteamericanos o de inmigrantes) tenían pésimos hábitos de etiqueta en la mesa; y continuando con el inevitable acto de generalizar cuando se trata de documentar un punto, notó también que era raro ver un inmigrante latino que no supiera agarrar bien los cubiertos.
Lo que inicialmente no eras más que una anotación al margen de su libro de anécdotas, producto de su reflexiva forma de encarar la vida, poco a poco, a fuerza de repetición diaria, fue pasando a ser un acertijo que quería resolver… y resolvió.
“Allí para los niños hay los parques más hermosos que puedas imaginar Sumito. Pero son parques llenos de niños solos, sus padres están trabajando. Es cierto que tengo calidad de vida, pero mantener este estatus en este país implica que hay que trabajar muy duro. Un día vi a mis dos niños pequeños y entendí que jamás me sentaría en casa a comer con ellos. Que serían otro par de niños solos de la modernidad. Que criaría dos niños incapaces de entender la importancia de agarrar correctamente un cuchillo. Y aquí estoy Sumito, de vuelta a Venezuela, en un país en donde mis hijos se sientan a la mesa con sus padres”.
Leído tangencialmente podría parecer frívolo afirmar que saber agarrar bien o no un cuchillo, o decir buen provecho al sentarse, pueda ser tan definitorio como para tomar una decisión tan trascendental como es quemar las naves; pero pensemos por un momento en algunas características relativamente universales que nos gustaría para nuestros hijos: queremos que nuestros hijos no sean egoístas y aprendan a compartir, queremos que aprendan a escuchar a otros sin interrumpir, queremos que aprendan a esperar sus momentos, queremos que acepten las diferencias y que sepan argumentar sin ofender.
Queremos que aprendan a comer sano, queremos que amen a su país y su cultura, queremos que nos cuenten cosas y que sean nuestros amigos, queremos que se involucren con la economía familiar, queremos que entiendan que vienen de una herencia familiar que luchó y que una herencia de ejemplos dejarán, queremos que respeten a otras culturas, queremos que cuando seamos viejos nos quieran acompañar y no nos dejen solos, queremos que estando en la cocina entiendan que todos estamos conectados en este planeta. Queremos que mejoren lo que hay.
¡Que un adulto sepa agarrar correctamente un cuchillo significa que alguna vez, en una mesa, unos padres hablaron de estas cosas durante muchas jornadas en su niñez!
Los actos de etiqueta han sido atacados en tiempos en los que las formas son acusadas de burguesas y la muchachada comienza a creer que no seguirlos es emancipación. Pero la etiqueta, ese entramado sutil de códigos de conducta, no es más que un compendio de códigos culturales que nos vuelven gregarios alrededor de la mesa. Una mesa en donde aprendemos los valores que nos definen como sociedad (ver mis artículos 27 minutos y Por nuestros niños), una mesa en donde entendemos que estamos en el mundo para ser acompañados y para acompañar.
La próxima vez que le parezca algo pasada de moda una persona educada en la mesa, piénselo. Probablemente esa persona fue entrenada para saber más cosas de las que uno cree.

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9 COMENTARIOS

  1. Muy cierto lo que dice el chef Leal, me hace creer que si hay salida si pensamos un poco en nuestra historia y que queremos para nuestros hijos y nietos, un abrazo para ustedes que hacen patria cocinando y haciendo conocer a nuestro país.
    Agradecida con ustedes
  2. lo más resultante de todos este artículo es poder comprender ahora, sobre todo los que vivimos fuera de Venezuela, esa pequeña gran cosa que nos amalgama y nos unifica. La identidad venezolana es algo en lo que los venezolanos poco nos detuvimos a pensar antes, pero que está época de éxodo nos ha puesto delante de las narices en cualquier rincón del mundo, con pequeñas y aparentemente insignificantes cosas como “saber agarrar correctamente un cuchillo en la mesa”….
  3. No creo poder dejar pasar la oportunidad de dejar algo asentado. Las personas encuentran lo que buscan o se rodean de lo que logran encontrar. Los restaurantes, ciudades, comunidades son aquellas donde permanece lo que la persona ha decidido encontrar. Esto me parece asombroso, existe mucha cultura en U.S.A., mucho nivel, quizás en lugares a los que el autor no ha logrado llegar o desconoce. Yo creo que en todas las naciones existen muchas diferencias y eso las hace especiales y no destruyendo unas para alzar otras se crea entusiasmo en muchos lectores que como mi persona les interesa el mundo internacional. El nivel viene dado por muchas razones tangibles e intangibles.
  4. Con todo el respeto que merecen las decisiones de las personas, creo que el artículo peca de generalizaciones, y en esto se va en el error, cuando yo generalizo solo necesito un ejemplo en contrario para derrumbar el argumento, igualmente creo que enfoca de forma errada el punto, no es el país o la sociedad en la que se vive, si usted es ademas de un padre educado, se dedica a la crianza de sus hijos sin abandonarlos por la razón que sea, como la adicción al trabajo, tendrá hijos criados en el entorno, conozco casos que desdicen el argumento del artículo tanto de familias que viven en Venezuela como en el extranjero.
  5. Debo disentir del Chef Leal. Creo que los modales no se aprenden en la calle ni por influencia externa sino de la dedicación que uno le pone a sus hijos donde quiera que uno viva. Es difícil, pero hoy en día como padres, uno debe saber balancear el tiempo entre el trabajo ( Hacer dinero ) y la formación de sus hijos ( El hogar ). En todos los países del mundo existen influencias externas que si no se monitorean constantemente pueden llegar a maltratar la formación de nuestros hijos. Es cuestión de tener claras las prioridades en la vida
  6. Con todo el respeto que me merecen las razones expuestas por el Chef Leal y de algunos de los comentarios sobre las mismas, considero que él debe tener muy claras las verdaderas razones de su decisión y a las cuales pareciera ha hecho solo una tangencial referencia.
    Efectivamente siendo USA un país desarrollado donde por lo menos el 80% de la población vive con una calidad de vida de clase media hacia arriba, la mayoría de esa población tiene un nivel de cultura general bajo, la cual se manifiesta no solo en la etiqueta en la mesa, sino en conocimientos de geografía, historia universal, geopolítica, etc, etc, aun en aquellos profesionales de muy alta calificación.
    Es un hecho que en USA y otros países considerados desarrollados, muchos profesionales y especialistas de todas las áreas, así como ejecutivos y líderes de alto nivel de empresas públicas y privadas tienen una formación orientada a resultados, pero que se encuentra en niveles de cultura general muy inferiores al las clases medias de buena parte de los países latinoamericanos.
    No creo que sea cierto que ese tipo de educación basada en conocimientos se aprenda solo ni fundamentalmente en el hogar, aunque si aquellos principios y valores que son necesarios para buscar y desarrollar esos conocimientos.
    Mi generación, así como mis hermanos y familia somos una prueba de ello, ya que si bien nuestros padres no tenían la cultura, ni el tiempo para habernos enseñado tales conocimientos, si supieron sembrar en sus hijos los valores y enseñanzas para que pudiésemos superar nuestras limitaciones.
    Al comienzo de mi carrera profesional tuve la suerte de trabajar en importantes empresas nacionales y en ellas aprendí muchas cosas, entre ellas las formas correctas de “esa tontería llamada etiqueta en la mesa”.
    Posteriormente trabajé en multinacionales de origen norteamericano y alemanas y debo decir que me llevé sorpresas al compartir la mesa con altos ejecutivos de las corporaciones, ya que el comportamiento en la mesa de algunos dejaba mucho que desear, incluidos el de CEO,s de las mismas.
    Lamentablemente el país es otro y hemos visto decaer en las últimos lustros la educación, la cultura y el civismo en todos los niveles de la sociedad, independientemente del estrato social de las personas, y ojalá fuese solo en los hábitos de mesa…
  7. Buenas tardes
    En mi poca experiencia personal, me he dado cuenta que ciertos detalles, como la etiqueta o los buenos modales, no dependen del país donde las personas viven, ni del colegio al que los ninos van, sino de la familia.
    Conozco bastantes familias de todos los origenes de ese pais, que se sientan a comer en la mesa, por lo menos una vez al dia. Entre ellas, cabe destacar una familia de medicos, en la cual los padres estan ocupados todo el dia, con horarios terribles, pero la cena en familia se respeta (por supuesto que hay uno que otro dia que no se puede).
    Tambien conozco familias de Venezuela que nunca han tenido esa costumbre. Personalmente, vengo de una familia que lleva 5 anos sin sentarse en la mesa, y vivimos en Caracas. Asi como hay mucha gente en esta ciudad, que por falta de una educacion adecuada, no tienen ningun conocimiento de etiqueta ni modales. Le invito a almorzar un dia en el comedor universitario de la UCV, para que comprenda que en nuestro pais hay gente con buenos modales y una excelente educacion y tambien hay lo contrario.
    Lo que quiero decir, es que no estoy de acuerdo con que se estereotipen las culturas de esta manera. Cada quien construye la familia que quiere y como quiere. Seguramente el chef Leal esta mas comodo en su patria, con un horario mas accesible y mas tiempo para su familia, y eso me parece excelente, pero no estoy de acuerdo a que de esa anecdota se saque un articulo que entre lineas nos da a entender que en Venezuela hay mas valores que en otras partes del mundo.
    Saludos
    Lo siento por mi mala ortografia, no tengo el teclado en espanol
  8. Maravilloso artículo! Gracias a Leal por esa honestidad, por explicar tan hermosamente con una metáfora tan simple y contundente, como lo es la etiqueta en la mesa, su razón particular para tomar una desición tan importante. Es hermoso que no se insulte a nadie con este artículo, que aunque no se den mas detalles de las razones mas personales y especificas de Leal para regresar se haga de una forma tan tierna apelando a algo muy básico como los modales en la mesa. La comida es el elemento representativo de todas las cultura, todas se resumen y se explican en sus gastronomías, como Chef, Leal sabe y entiende eso mejor que nadie!
  9. Considero que si bien es muy importante y dice mucho de las personas, esa etiqueta básica que debe ser observada en la mesa, no se debe ligar a un pais o sociedad donde se desenvuelva. Viví durante 10 años en los Estados Unidos y allí crié a mis dos hijos varones, y no porque los demás no observaran esa etiqueta o los modales básicos de educación iba a implicar que mis hijos siguieran ese pobre ejemplo… Más bien fue mi labor como madre infundirles esos valores y costumbres a tal punto que era felicitada en muchas partes por la educación que ellos mostraban en cualquier ambiente y situación. Aquí en Venezuela estamos llegando a ese nivel que tanto se critica y cada día más nos sentamos a la mesa con personas que no tienen la menor idea de lo que significa comer y comportarse correctamente.

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