domingo, 16 de noviembre de 2014

El día que mi papa "pelio" Héctor Corro I.


5-   EL DIA QUE MI PAPA "PELIO"

Fue  el sábado de la última semana del mes de diciembre del año 1934.   
Como, en otra ocasión mencioné, el paludismo que azotaba el llano  y las zonas entre planas de los Estados Guarico y Cojedes, había hecho que los habitantes de esas zonas emigraran hacia la zona alta,  conocida por todos,  como  La Sierra.    Allí, habían surgido varios  caseríos:  San Pablo, Bartolo, Bartolito,  Mocundo, La Florida,  Terrón  Clorado, etc.  Entonces no había carreteras, sólo lo que se conocía como "caminos reales".    Al no haber carreteras, no había  carros, ni autobuses, ni camiones..... Todo el transporte se hacía,  tanto el de frutos, como el de mercancías  y también el humano,  en caballos, machos, mulas y burros.  Nunca utilizaban bueyes.  Esto obligaba a que se mantuvieran  los caminos en buenas condiciones.
Asi se hacía desde tiempo inmemorial, como decían,  desde los tiempos de la Colonia.     En los años de Gómez, el cuidado de los caminos se hizo obligatorio.   Era un trabajo comunal que realizaban los vecinos todos los meses; generalmente el sábado de la última semana del mes.
Este era, como dije, un trabajo comunitario obligatorio.  Los que no pudieran hacerlo, tenían que pagar, bien fuera en efectivo  o con algún bien o producto que se consumiría al final de la jornada: un cochino, un becerro,  unas gallinas; en agosto y setiembre, unas cachapas,  unas tortas de casabe,  etc.  Al que no trabajaba o no pagaba, el comisario del caserío donde vivía,  lo ponia preso y amarrado lo enviaba a San Francisco  de Tiznados o a El Pao.   Allí, por quince días lo ponían a barrer las calles.    Los vecinos le tenían mas miedo al paludismo que al castigo.   
Era, como dije al principio, el sábado de la última semana del mes de diciembre de 1934.   La fiesta era grande.  Esta vez se organizó en Terrón Colorado.  Se hizo una minuciosa limpieza de un área de mas o menos 300 metros cuadrados, cubiertos por la sombra de unos hermosos  matapalos.    Había ternera, casabe, árepas asadas y fritas, cochino frito y chicharrones......guarapo de  papelón, aguardiente, guarapita y hasta algún añejado ron.  Había gallos y baile al son de un bandolín, un cuatro y un par de maracas.  Curioso, en La Sierra, tocaban muy poco el arpa.. Sin duda se trataba del mejor  "rabo e cayapa"  del año.
Eran como las cuatro de la tarde.   Mi papá y yo bajamos de La Trampa a Terrón;  él en su mula y yo en el caballo bayo que me había regalado mi padrinlo Humberto.
Al bajarnos, mi papá se dio cuenta que algo raro estaba pasando en la gallera.   Allí estaba  mi tío Andrés, discutiendo acaloradamente con un desconocido; no era de La Sierra.... Era alguien venido de Manuare, de Belén o de Valencia.  Mi papá nunca portó  arma alguna, ni una panda.... ni siquiera una navaja.  Lo que si nunca dejaba en casa era su bien cuidado fuete, forrado en el mejor cordobán.   Mi tío Andrés y el forastero discutían por una apuesta de gallos.   El gallo marañon de mi tío le había dado una "puñalada"morcillera, al gallo pinto del forastero.
La apuesta debió ser fuerte y en morocotas.   El forastero no quería pagar y sacó a relucir un filoso puñal.    Mi papá que nunca había peleado con nadie, le dio un fuetazo al forastero que le cayó de cacho y quijada.    El forastero cayó inconsciente.   Cuando pudo ponerse en pie fue hecho  preso por intento de homicidio y remitido, amarrado, a San Francisco de Tiznados.   Mi papá le armo una bronca a mi tío Andrés y ambos se fueron de la fiesta.   Esta continuó hasta el amanecer del domingo......... A mi, por toda mi vida me quedó el recuerdo del día en que mi papa " pelio".


Caracas, diciembre de 2012

Hector Corro I.


Serie :  RECUERDOS


Enviado desde mi iPad

No hay comentarios.:

Publicar un comentario