domingo, 16 de noviembre de 2014

Una noche de luna...Hector Corro I




10-   UNA NOCHE DE   LUNA  LLENA

Saliendo de Maracaibo con dirección  sur-norte, uno toma la carretera que conduce al pueblecito de El  Mojan.  Unos dos o tres kilometros antes de llegar a este, si uno se desvia a mano derecha y toma una estrecha vereda, llega a un pequeño caserio denominado Las Cabimas.
Si uno, pasado el Caserio, continua,esta llegando al Lago.
Hace ya,  cincuenta años, Isidro González compro unas 12 hectáreas a orillas del Lago.  Entonces, las aguas del Lago eran semi-salobres, gracias a la apertura de la Barra, pero no estaban contaminadas.
En esos terrenos, el Sr. Isidro construyo un galpon como para pasar los fines de semana a orillas del Lago.  Por las tardes y en la prima noche, allí bate el viento con mucha fuerza.  El Sr. Isidro, zuliano de pura cepa, trabajador, imaginativo e innovador, le dio una solución muy original al problema del viento.  Imagino y construyo unos tablones corredizos que durante el dia se deslizaban por la parte interior del techo del galpon,  y al caer la tarde, segun el viento fuera creciendo en intensidad , se deslizaban hasta el piso; y allí se ataban a unas argollas  fijadas en el piso para ese fin. Idea genial y muy practica.
Era Semana Santa.  Allí estábamos la familia integra del Sr. Isidro: sus hijas y sus hijos, todos casados, y con muchos nietos. Además,allí estaban algunos invitados, amigos de la familia.  El dia se iniciaba con la llegada mañanera de pescadores ofreciendo "lisas fresquecitas",recién pescadas.  Luego el desayuno con pescado frito, mandocas y tostadas.  Despues los chapuzones en las aguas del Lago, no cristalinas, mas bien turbias, pero puras, y sin contaminación alguna. Al caer la tarde., saboreando la zulianisima Regional, era la hora de los aficionados al domino.  El verdadero aficionado al domino sabe cuando se sienta, pero no sabe, ni quiere saber, cuando terminar. Esa tarde, nos sentamos frente a la mesa de domino,  Paco, Danilo, Humberto y yo.  Paco y yo hacíamos pareja contra Danilo y Humberto.  Cayo la tarde, cayo la noche, y a medida.  que la cervecita iba dejándose  sentir, mas se animaba el juego.   Todos fueron colgando sus hamacas,  y cansados del ajetreo del dia, querían descansar.  Nosotros no teníamos sueño. Solo queríamos seguir jugando.  Nos sacaron del galpon y nos apagaron las luces;  con un pedazo de cable que conseguimos en el carro de Danilo,  hicimos una extencion y prendimos un bombillo.  La verdad es que estábamos mas prendidos que el bombillo.  Para que nos fuéramos a dormir y dejáramos la bulla, nos secuestraron el cable y el bombillo.  Era una noche de luna llena y fuera del galpon habia mas claridad que la que nos podía dar el secuestrado bombillo.  Tomamos la mesa, cargamos con las sillas, y nos sentamos a seguir el juego, alumbrados con la luz de la luna,  a unos cien metros del galpon.   No se que hora seria, por lo menos yo, habia perdido la noción del tiempo.   Imagino que serian las dos o las tres de la mañana.   De pronto sentimos un ruido extraño y un caminar como de cochinos que se nos acercaban.  Eran, si, unos cochinos que buscaban las sobras y los desperdicios tirados aquí y allá por los dormilones del galpon.  La idea fue de Danilo;  Paco, Humberto y yo solo colaboramos.  Nos paramos de la mesa, y con mucho cuidado, sin hacer ruido, fuimos llevando los cochinos hasta el galpon.  Allí todos dormían. Cuando ya los cochinos estaban llegando al galpon les comenzamos a gritar y a echarlos a correr.  Eran como diez cochinos y chillando entraron al galpon.  Todos los dormilones se despertaron como quien hubiera tenido una pesadilla de terror.  A cierta distancia, nosotros los jugadores, celebrábamos con mas cerveza.   Nadie sabia lo que habia pasado.  Sacaron los cochinos del galpon y se volvieron a sus hamacas.  Al escuchar los comentarios, soto voce, de los desterrados jugadores, dedujeron lo que pasaba.  Nosotros cargamos con la mesa y las sillas, colgamos nuestras hamacas y nos disponíamos a dormir plácidamente.  De golpe, yo, al mens sentí como si todo el el Lago hubiera tomado vida y me estuviera cayendo encima.  No era el Lago, eran todas las mujeres armadas con tobos de agua......la venganza y la furia femenina cayeron sobre nosotros.... literalmente nos empaparon.
Todo ello sucedió en el paso de un Sábado Santo a un Domingo de Resurrección.   Fue en una  NOCHE DE LUNA LLENA.

Caracas, 30/D de 2013.

Héctor Corro I.


Serie :  ANECDOTAS


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